Es un territorio de aguas oscuras que desde hace 8 millones de años reciclan materia orgánica y la convierten en turba, un paraíso para aves al suroeste de Padul
JUAN ENRIQUE GÓMEZ / MERCHE S. CALLE | GRANADA
La Laguna de Agia está formada por dos cubetas no demasiado profundas. :: M. S. C. |
Las cumbres de la sierra no mostraban aún las líneas quebradas de la cuerda de los ‘tresmiles’. Hace más de 200 millones de años, la gran montaña bética era solo un esbozo que comenzó a aflorar sobre el mar. Poco a poco, las tierras ganaron la batalla y el mar se retiró para dejar paso a grandes formaciones lacustres. El movimiento tectónico que hizo crecer la falla de Nigüelas actuó en dos direcciones: hacia arriba para delimitar la Sierra, y abajo generó la gran depresión de Padul-Dúrcal, a la vez que crecían los montes de la sierra de la Almijará. En el centro quedaban los grandes lagos que durante milenios fueron un hervidero de vida. Materia orgánica que las aguas reciclaban para convertir en turba que durante siglos se usó como el carbón, aunque con menor poder calorífico, y que ahora es la base de muchos de los fertilizantes usados en los campos. Ya solo quedan pequeños vestigios de lo que fueron aquellos grandes lagos: el humedal turboso más meridional de Europa.
Se llama Laguna de Agia. Está formada por dos cubetas no demasiado profundas, entre 1,5 y 2,6 metros de calado, y a su alrededor se encuentra una extensa llanura de tierra marrón y negra, en parte ocupada por cultivos, en la que aún se extrae la sustancia orgánica, fosilizada, generada por aquellos milenarios lagos junto a los que habitaban mamuts y otros mamíferos que vivieron desde el Neogeno (4,5 millones de años), al Cuaternario, e incluso convivieron con los primeros homínidos, neandertales y el hombre del Paleolítico. Agia es ahora, junto a la laguna del Aguadero, los únicos vestigios de ecosistemas húmedos que fueron desecados en el siglo XVIII por miedo al paludismo y para convertirlos en cultivos.
Paisaje
Pero aún es posible contemplar un paisaje, que aunque alterado, puede rememorar etapas fundamentales de la historia geológica del sur de la cordillera Bética, y ayudar a entender la evolución de los territorios que forman las estribaciones de Sierra Nevada. Espacios que además son clave para la supervivencia de decenas de especies de aves que utilizan el humedal de Padul, y especialmente el de Agia, para alimentarse y descansar en sus pasos migratorios y también como asentamientos permanentes. Es una laguna de aguas someras, que se complementa con la del Aguadero, que al haber sido objeto de excavaciones continuadas para la extracción de turba durante muchos años, presenta grandes profundidades.
Reportaje completo. Vídeo reportaje, ¿Cómo llegar?, fotogalería, biodiversidad, especies de fauna y flora de este enclave y más datos en la revista de naturaleza de Ideal, Waste Magazine.
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