Esos pequeños detectives ecológicos.
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Cuidado, cualquier pequeñaja o pequeñajo de cuatro años puede estar preparado para echarnos una bronca, a su manera, por no tirar bien las basuras o malgastar el agua. En 2013 así lo daba a entender un estudio del investigador de la Universidad del País Vasco, José Domingo Villarro, publicado en la revista científica SpringerPlus: "La conciencia ecológica se desarrolla en edades muy tempranas (entre los cuatro y cinco años), antes de lo que se pensaba".
Aunque la educación ambiental, para adultos y niños, sigue siendo una de las grandes carencias de nuestra sociedad, el mensaje del respeto al medioambiente y, en especial, a seres vivos como animales y plantas, suele calar muy hondo entre los más pequeños. Y para muestra, diez botones de las enseñanzas e incluso encrucijadas en las que nos pueden meter si no adoptamos hábitos adecuados en cuanto a la reducción, reutilización y reciclaje de residuos.
1. UNA BOTELLA ES UN COMEDERO
"Lo que podemos hacer es guardar las migas y, en lugar de tirarlas al suelo o a la basura, fabricar un comedero y echarlas ahí con otros restos de comida que les guste". La idea la suelta un alumno que participa en una ruta ornitológica por el entorno de su cole al escuchar que los gorriones, otrora tan comunes, están disminuyendo drásticamente por culpa, entre otras razones, de la merma de alimentos a su disposición.
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Y ese comedero se puede hacer con botellas de plástico, envases de tetrabrik o redecillas de plástico. La Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), a través del Club Aventurer@s, ofrece muchas pistas al respecto, pero raro es el cole o el instituto que no motiva a sus alumnos a participar en alguna actividad vinculada a la reducción, reutilización y reciclaje de residuos.
Madres y padres "toman apuntes" cuando sus hijos les muestran los adornos para el hogar, juguetes e incluso objetos artísticos hechos a partir de materiales de desecho en alguna jornada de puertas abiertas de los centros escolares, donde exponen sus trabajos. "¡Madre mía, si han convertido el tubo del papel higiénico en soles, elefantes, coches, portalápices, castillos...!", se oye a los progenitores.
2. PIEL DE MANZANA PARA QUE COMA LA LECHUGA
Los huertos escolares son una de las mejores aulas de aprendizaje al aire libre con las que puede contar un colegio o instituto. Sí, es verdad que están las granjas-escuelas por las que una vez al año pasan fugazmente para conocer de cerca cuestiones que atañen a la agricultura y la ganadería, pero nada como participar en el día a día del crecimiento de las plantas de tu propio huerto escolar. Y encima crecen gracias a la basura.
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Una de las cosas que más les llama la atención es la preparación del abono (el compost) con el que esos cultivos crecerán. Muchos de ellos colaboran en fabricar y llenar la compostera con restos orgánicos que proceden de la limpieza del jardín —hierbas y hojas— y del comedor escolar —pedazos de frutas y verduras y posos—. "De manera activa, los alumnos elaboran compost en una garrafa, metiendo capas de tierra, restos orgánicos y hojas secas", explican desde el colegio público L'Albada de Bujaraloz (Zaragoza).
Este centro fue uno de los galardonados dentro de la última edición del Premio Huertos Educativos Ecológicos, impulsado por la asociación Vida Sana y por Triodos Bank. Una labor similar lleva a cabo la asociación El Enjambre sin Reina, con otro programa centrado en Andalucía.
3. ¿MÚSICA CON BASURA?
Bidones, latas, trozos de madera, tapaderas, cubiertos y cajas de cartón convertidos en flautas, violonchelos, guitarras, tambores, maracas y saxofones. Desde que en 2014, de la mano de Ecoembes, la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura (Paraguay), recalara en España se ha extendido y entendido entre los escolares que es divertido y educativo hacer música con productos de desecho.
Los niños y niñas de Cateura han contagiado esa ilusión y esa experiencia al menos a dos centros escolares de nuestro país, ambos en Madrid: el colegio público Núñez de Arenas, situado en Vallecas, y la residencia materno-infantil Villa Paz, de Pozuelo de Alarcón. Los dos forman parte del proyecto La Música del Reciclaje.
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"Están aprendiendo tanto conocimientos musicales como a fabricar sus propios instrumentos a partir de materiales reciclados, y en un futuro podrán formar parte de la Orquesta Ecoembes", relatan desde esta organización.
4. CON LA MISMA MOCHILA HASTA EL FINAL
Aquí la publicidad, la moda y la apariencia juegan una mala pasada a los peques y cuesta mucho hacerles desistir de estrenar continuamente mochilas, estuches o carpetas. Sin embargo, en algunos colegios, pero sobre todo en institutos, son los propios estudiantes los que, a partir de la necesidad de comprar nuevos libros cada año, colaboran en los bancos de intercambio de libros de texto, que a veces se extienden a otros materiales.
También en colaboración con las asociaciones de madres y padres de alumnos se crean mercadillos de compra/venta o de intercambio de esos mismos materiales, aprovechando semanas culturales o fiestas de puertas abiertas de fin de curso.
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Por último, para las etapas de infantil, las mismas asociaciones participan junto al profesorado en la creación de cooperativas de materiales para que, desde bien pequeñitos, compartan y utilicen todos las mismas cartulinas, lapiceros de colores o rotuladores.
5. HAGAMOS UN BUEN PAPEL
"¿Quieres que te enseñe a hacer papel reciclado, mamá?" "Yo te digo en qué contenedor hay que echar el papel que no vale, papá". Posiblemente el papel es el elemento más habitual en un hogar con el que los más pequeños aprenden antes a reutilizar y/o reciclar. ¡Y espera que no te echen la bronca por mandar a reciclar un folio que esté escrito solo por una cara!
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A pesar del avance e implantación digital en los colegios e institutos, todavía hoy el papel está muy presente en el día a día escolar. Libros de texto y de lectura, folios y cuadernos pasan por las manos de nuestros hijos y más de uno sabe de memoria cuántos árboles hay que talar, y cuánta agua y energía consumir para producir una cierta cantidad de papel nuevo. De ahí que el camino hacia el contenedor azul sea uno de los primeros que aprenden a recorrer en materia de compromiso ambiental.
6. CUIDADO CON LO QUE TIRAS AL VÁTER, PAPÁ
El cuarto de baño es uno de los lugares donde más y mayores llamamientos a la conciencia ambiental perciben los peques de la casa. A veces son ellos los que nos afean ese chorro de agua excesivo que mana durante el cepillado de los dientes o el afeitado.
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En otras ocasiones las lecciones son de ida y vuelta, sobre todo las que tienen que ver con lo que va y no debe ir al inodoro, principalmente las toallitas. Una de las últimas campañas en este sentido tiene un referente infantil. "No alimentes al monstruo de las toallitas" es una acción reciente emprendida por ocho entidades vascas para evitar que estos peligrosos productos acaben en el váter y contaminen y entorpezcan el ciclo de depuración de las aguas.
Cinco años antes, en 2012, Aguas de Huelva advertía de que, aparte de las toallitas, hay unas cuantas cosas más que no debemos tirar por el inodoro y que seguro que más de un peque ya lo sabe: bastoncillos, restos de comida, medicamentos, algodones...
7. ESE TAPÓN ES PARA CURAR A MI AMIGA ANDREA
Andrea, una niña de once años de Peñacaballera, pueblo ubicado en la sierra de Béjar (Salamanca), tiene neuroblastoma, un tipo de cáncer infantil con el que se investiga para mejorar su diagnóstico, tratamiento y cura. Es uno de los últimos casos más notorios en los que la solidaridad en forma de recogida y posterior venta de tapones de plástico recaba fondos para avanzar en esa investigación.
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Son muchos los colegios que tienen recipientes en los que se depositan estos tapones, enmarcados en una campaña concreta, como la de Andrea (todo empezó con Ronan e Iker en 2011), que además sirve para concienciar en tres direcciones: sobre el reciclaje, sobre la solidaridad y sobre enfermedades infantiles para las que aún se precisa mucha investigación.
Según la Fundación Seur, que apoya campañas de este tipo, "los centros de enseñanza son los más activos en la recogida de tapones gracias a los profesores, quienes llevan a cabo gran variedad de actividades adaptadas a todas las edades; desde los tres años hasta los dieciocho, todos pueden disfrutar y aprender los valores solidarios y de concienciación ambiental vinculados al proyecto".
8. MEJOR BOCATA QUE LAS CHUCHES O EL BOLLO
Seamos sinceros: eso de apostar por el bocadillo casero o la pieza de fruta es más cosa de las madres y los padres. Sin embargo, la constancia y el hábito pueden conllevar que no se echen de menos en la mochila ni la bollería industrial saturada de grasas ni la bebida envasada repleta de azúcares. Y encima tiene premio ambiental.
La no generación de residuos, principalmente envases de plástico, supone la lectura ambiental más directa. A ella se añade que es posible evitar más plástico o aluminio si para envolver los bocatas se utilizan servilletas de papel o si se reutiliza el envoltorio con el que sirven hoy en día las barras de pan en muchas panaderías.
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Sí queda como responsabilidad directa entre los escolares, con la supervisión docente, que los residuos del almuerzo en el recreo no acaben en el suelo ni en cualquier parte que no sean las papeleras o los contenedores de la recogida selectiva.
9. ATENTOS: VIENE LA PROFE DE RECICLAJE
Son muchas las ONG, administraciones e incluso empresas que emprenden y proponen campañas de educación ambiental a los centros escolares con el objetivo de potenciar la puesta en práctica de las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar. Bien sea con la presencia de monitores que imparten talleres o con materiales especiales para que los den los mismos docentes, los escolares reciben lecciones sobre el correcto uso y destino de los residuos, que suelen trasladar al ámbito familiar.
En Asturias, unos 50.000 alumnos y alumnas de 200 centros de todos los niveles educativos no universitarios participan cada año en la Red de Escuelas por el Reciclaje. En este mismo curso 2016-2017, Ecoembes ha creado una Red de Colegios EducaEnEco en Madrid, Castilla y León, Canarias y Extremadura, con el objetivo de que el reciclaje esté presente en el día a día de los escolares.
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Necesaria es igualmente la campaña emprendida en este curso por Orange y Recyclia, denominada Los Reciclators. La intención es informar y sensibilizar en el entorno escolar sobre la recogida y reciclaje de móviles y otros dispositivos tecnológicos.
10. MI COLE TIENE BANDERA VERDE
En 530 centros escolares de España y en 49.000 de 63 países ondea una bandera verde. Es el distintivo que lucen los colegios e institutos que han instaurado el programa Ecoescuelas, promovido en nuestro país por la Asociación de la Educación Ambiental y el Consumidor (Adeac).
La correcta gestión de los residuos es uno de los temas prioritarios que deben trabajar estos centros escolares para alcanzar la distinción como Ecoescuela. Durante el presente curso, veinticinco de ellas, entre primaria y secundaria, participan además en la sexta edición de Litter Less Campaign, proyecto de la Coordinación Internacional de Ecoescuelas.
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Alumnas y alumnos forman parte de equipos de ecodelegados, encargados de impulsar y supervisar programas que, como se demuestra en el balance que hace el colegio público San Isidro de Calera y Chozas (Toledo) de su pasada participación en la última edición del Litter Less Campaign, tiene mucho que ver con lo visto en los nueve puntos anteriores: "Los alumnos participaron en catorce talleres (siete dirigidos a infantil y siete a primaria), incluyendo un circuito de reciclaje con triciclos en los que debían recoger diferentes residuos y llevarlos al contenedor correcto, juegos tradicionales con materiales reutilizados, construcción de maracas (también hechas a partir de materiales de desecho) o un gran mosaico hecho con tapones".
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