TRIBUNA
Perdidos en tránsito |
Si uno en la carrera parte del sitio equivocado nunca llegará a la meta, pues ignora todo de la meta a la que debe llegar. Si el viajero en tránsito del aeropuerto se equivoca de túnel de salida, no sólo no aterrizará en Roma sino que puede quedar para siempre flotando entre las nubes. Puesto que en sus últimos documentos políticos, donde debería haberse recogido la "reideologización" del PSOE éste ha tomado como punto de partida una realidad inexistente, el próximo congreso socialista del mes de Junio no podrá llegar más allá de las obviedades y lugares comunes acostumbrados; porque, en efecto, alzar un edificio ideológico con pretensiones de nuevo sobre la supuesta dicotomía izquierdas-derechas en las sociedades desarrolladas de occidente y en el siglo XXI, es igual de inútil que tender una pasarela para cruzar por encima de un espejismo.
Hace un par de semanas, el coordinador de la ponencia económica del PSOE marcaba en un largo artículo publicado por El País los puntos fundamentales de lo que será en España el renovado discurso socialista: "Queremos -decía- una Europa mejor donde las personas seamos el centro de las decisiones"; queremos "más inversión y empleo de calidad", "queremos una economía más innovadora y salarios dignos para poder pagar pensiones dignas". Y así todo. Sólo un genocida rechazaría tales reclamaciones. De modo que ¿dónde está la novedad? ¿Dónde las diferencias con la derecha?
Cuando el presidente Trump mantiene un discurso intervencionista, antiliberal y antiglobalización que en nada se distingue del de la extrema izquierda; cuando los gobernantes de China califican de virtuosos al mercado y al liberalismo económico; cuando ya en 1968, durante los disturbios universitarios de Roma, Pasolini se ponía al lado de la policía ("hijos de campesinos") y en contra de los estudiantes ("hijos de la burguesía"); cuando Félix de Azúa escribe sobre "la deriva de la izquierda reaccionaria"; cuando en Francia Marine Le Pen recibe los votos mayoritarios de la clase obrera; cuando la Administración ultraconservadora (dicen) de Polonia subvenciona con quinientos euros mensuales, a partir del segundo hijo, a todas las familias del país; cuando Zapatero asegura que bajar los impuestos es de izquierdas, y Rajoy los sube a la estratosfera y nacionaliza bancos; cuando Montoro choca de frente con la patronal (cosa que nunca hizo ZP) para apretarla con nuevas gabelas; cuando ocurre todo esto, ¿cómo se empeña el PSOE en convertir en columna vertebral de su llamado nuevo proyecto unas presuntas diferencias ideológicas que únicamente existen en el palabreo?
Se habla de izquierdas y derechas por pura inercia, ya que nadie es capaz de definirlas; a menos que se mantenga, y es lo que de hecho ocurre, que izquierda significa bondad, belleza, inteligencia, honradez, simpatía y eficacia; mundo ficticio en el que anda enredado el PSOE, y que lo lleva a inventarse una no menos ficticia derecha que legitime la existencia del socialismo; una derecha de fantasía que por fuerza ha de ser la contrafigura milimétrica de la izquierda: maldad, fealdad, torpeza, deshonestidad, ineficacia y antipatía. Con tan alto bagaje teórico pretenden los socialistas españoles ganarse de nuevo a la opinión.
Califíquese el que quiera de socialista o de liberal o de fascista o de comunista o de anarquista o de conservador o de católico o de ateo o de visigodo, todo eso tiene sentido y puede ser descrito y explicado porque existe un consenso sobre lo que tales conceptos significan pudiendo, en consecuencia, alcanzarse acuerdos entre unos y otros: tú renuncias a este punto y yo renuncio a este otro. Son los gobiernos de coalición tan frecuentes en Europa. Mas si no sabemos quiénes somos, pues los demás han hecho suyas las que eran nuestras señas de identidad (y ese es el problema de la socialdemocracia hoy), no queda más remedio que construir por entero un proyecto acorde con lo que se presiente como nuevo; pero de "lo nuevo" ya hablé en un artículo anterior y no voy a repetirme ahora. Lo que no cabe es seguir insistiendo en vacuidades que llevan luego, con tal de ocultar la falta de ideas, a votar leyes en el Parlamento prohibiendo cortarle el rabo a los perros o a defender la impostura de la Media Memoria Histórica
Al hacer una salida en falso, desde una realidad inexistente en la que combaten inventadas izquierdas y derechas, el PSOE sigue corriendo hacia no se sabe dónde. Una salida equivocada para llegar a ninguna parte.
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