- La Asociación del Diente de Oro presenta hoy en la Expositiva un libro dedicado al pintor con versos de Ángeles Mora, Javier Egea y Luis García Montero, entre otros muchos poetas
- 'Ut poesis ut pictura' es también un recorrido por toda su obra pictórica
El artista granadino en uno de sus últimas exposiciones, 'Un cuento chino', en el Museo Provincial. / MARÍA DE LA CRUZ
ISABEL VARGAS
"Si quieres ser pintor coge hilo y aguja y un dedal dale un pinchonetazo al lienzo, hasta que sangre vida", le escribió Juan de Loxa a Juan Vida en el catálogo de su primera exposición. El pintor granadino tenía entonces 13 años. Sin embargo, ya apuntaba maneras. Su corazón ya bombeaba arte, significado, mensaje, poesía. Casi medio siglo después, Vida parece no haberse olvidado de aquellos versos de Loxa. La Asociación del Diente de Oro presenta hoy a las 21:30 en La Expositiva su último libro, donde reúne aquel poema y otra treintena más dedicados al autor y a su obra. Ut poesis ut pictura condensa toda una vida dedica al arte acompañado de versos de Ángeles Mora, Luis García Montero, Juan de Loxa, José Carlos Rosales y Javier Egea, entre otros poetas.
-"Las historias se cuentan con los ojos del frío y algún sabor a sal y paso a paso -lengua y camino- porque la sangre se nos va despacio, sin borbotón apenas, desmadejadamente por los labios. Las historias se cuentan una vez y se pierden". No sabía que Egea le había dedicado este poema.
-Lo escribió en el año 83, 84. Eso es lo bonito que tiene el libro. Son cosas que para mí son muy emocionantes. Todos los poemas estaban publicados en alguno de mis catálogos de exposiciones. Es un tesoro que tenía guardado ahí.
-¿Qué cosas le cambian a uno como creador?
-Las circunstancias y los aspectos técnicos. Uno pinta porque ha visto cosas que le han llamado la atención, pero luego hay algo que permanece. Cuando veo el primer cuadro que se reproduce en el libro observo cosas que están ahora en la pintura que hago.Hay algo que permanece, como un uso de razón. Algo así como le ocurre a un niño con el uso de razón me pasó a mí con la conciencia de lo plástico. Ahí yo ya tenía una idea de lo que debía de ser un cuadro. Mi pintura vive un proceso paralelo a lo que ocurre en España. En los 70 reproducía lo que se vivía en la calle. Luego llegaron los 80, el tiempo de la movida. Hice cuadros muy coloristas. Al pasar los 80, éstos empiezan a hacerse más sobrios, sinónimo del desencanto de la democracia.
-¿En qué le recuerda la España de ahora a la que trasladaba en sus óleos a finales de los 70?
-A nada. La España aquella era una España terrible, en blanco y negro, dominada por las sotanas y los tricornios. Era horrible. No se parece en nada por fortuna.
-¿Seguro? ¿Ni siquiera cuando se condena a una mujer a un año de cárcel por escribir unos tuits?
-Eso me asusta mucho, pero repito, la España de 2017 no tiene nada que ver con la de 1987. Está claro que esto es volver a la censura, pero porque se ha dado lugar a una ley que lo permite. Los jueces aplican lo que hay en la ley.
-Egea lo descubre como "el corazón que interpretó la realidad desnuda". ¿Un artista tiene que vivir pegado a la realidad?
-Desde finales del XIX, los artistas tenemos la obligación de estar comprometidos con la realidad, de ser contestatarios, de que el arte interrogue, llame la atención, ponga el dedo en la llaga. El arte tiene que tener esa función de tocar la alarma. Siempre he tratado de alterar la tranquilidad del cuarto de estar.
-Manu Ferrón dijo hace unos días que "la calidad artística de cualquier obra está alejada de la repercusión". ¿Está de acuerdo?
-Claro que hay calidad. Lo que pasa es que ahora tiene otra repercusión. Al final la historia tiene un cenacho, una criba, que va dejando lo que tiene que dejar. En pintura hay gente muy buena, lo que pasa es que la pintura ya no está de moda. Los pintores en los años 80 y hasta el 95 éramos estrellas del rock. Hacíamos una exposición y salíamos en la primera página del periódico. Eso ya se ha perdido. Cuando el arte empieza a ser más idea que objeto pasa esto. El arte tiene que ser forma y pensamiento. No puedes separar el canto de la voz que lo canta. Y claro, hay unas normas universales que están instaladas desde el pleistoceno que dictan qué es una obra de arte y qué no.
-¿La crítica ha sido muy déspota a la hora de discernir sobre eso?
-Los críticos, los comisarios, este tipo de monjes, de agentes, han intervenido demasiado en el debate del arte. Muchos salieron con la idea de que tenían que aclarar lo que el artista hacía. Como si el artista fuera un tonto, un noble bruto que le salen las cosas por casualidad, como el burro que le suena la flauta. Eso ha sido un latazo.
-Hoy se presenta un poemario dedicado a usted. ¿Qué puede decir la poesía que no la pintura?
-Hay un debate que se remonta a los romanos que se pregunta quién copia mejor la realidad, si la pintura o la poesía. Son lenguajes muy distintos. Al final tienen la misma finalidad: decir aquello que el espectador tiene en la punta de la lengua.
-¿Ha sido complicado encontrar su camino?
-A mí me costó mucho tiempo. Hasta que no tuve 27, 28 años no adquirí un lenguaje propio. Tuve que ir a Nueva York y ver lo que no podía llegar a hacer para darme cuenta de lo que podía hacer. Había un pintor que me gustaba mucho en esa época y que me sigue emocionando. El alemán Anselm Kiefer, un pintorazo bestial. En el fondo quería pintar como él, pero era imposible. Entonces me hizo ver cuál era mi lenguaje. Pero hasta entonces había estado buscando, tanteando, aprendiendo.
-Una de sus exposiciones, Un cuento chino, bebe de una experiencia vital: la llegada de su hija. ¿Es más fácil pintar cuando se está triste o cuando se está contento?
-No lo sé. La tristeza, la melancolía, tiene más prestigio en el arte. Pintar la alegría, meter a un niño en cuadro, tiene una dificultad. Puedes acabar pintando una ñoñería de Disney (ríe). No sabría decirte.
-¿Qué consejo le da a los jóvenes que sueñan con vivir de esto?
-Que lo deje. Hoy día es casi imposible ganarse la vida pintando. Mi consejo es que se formen intelectualmente. La pintura es pensamiento. Lo dijo Leonardo Da Vinci. Hay muchos pintores que dibujan de puta madre, pero que todavía no han pintado un cuadro en su vida.
-¿Cree que Granada es merecedora del título de capital cultural europea?
-En absoluto. Granada en cultura tiene un cero. Tiene la misma nota que saca en los exámenes PISA. Todo eso son carteles que se cuelgan. Ya está.
No hay comentarios:
Publicar un comentario