CARDIOLOGÍA
InvestigacióUn equipo con participación española identifica genes asociados al prolapso de la válvula mitral
La mayoría de los afectados por este trastorno no desarrolla complicaciones
-
El prolapso de la válvula mitral es una de las valvulopatías más prevalentes. EL MUNDO
Como si de un sistema de compuertas se tratara, la válvula mitral permite el adecuado paso de la sangre desde la aurícula al ventrículo izquierdo del corazón. Pero, a veces, ese engranaje se engrosa, las puertas empiezan a moverse de una forma más tosca y, en vez de viajar en una sola dirección, parte de la sangre se mueve en sentido contrario. Es lo que se denomina prolapso de la válvula mitral, un problema que conocen bien los cardiólogos ya que, con mayor o menor intensidad, afecta a uno de cada 40 individuos en todo el mundo.
Hace tiempo que los especialistas intuyen que el trastorno está provocado por unas poderosas raíces genéticas que, sobre todo, determinan qué pacientes sufrirán un tipo de prolapso más grave y asociado a más complicaciones. Sin embargo, hasta el momento esta base genética apenas se había identificado.
En este mes, dos trabajos publicados en las revistas científicasNature y Nature Genetics han aportado nuevos datos sobre estas claves genéticas de la valvulopatía, lo que, según los autores, ayudará a mejorar la detección precoz de los casos más graves. Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y de 13 hospitales españoles han contribuido significativamente al hallazgo.
«Gracias a la colaboración de un equipo internacional e interdisciplinar, por primera vez se ha identificado un gen concreto relacionado con el prolapso valvular mitral familiar», explica Jorge Solís, investigador del CNIC_y coordinador, junto a Leticia Fernández-Friera, de la aportación española al trabajo -denominado estudio PROMESA-.
El gen identificado es DCHS1, un viejo conocido para los científicos que ya en otras ocasiones se había asociado con alteraciones que afectan al tejido conectivo del organismo.
A través de un estudio del ADN de tres familias en las que el desarrollo de la valvulopatía era frecuente, los investigadores consiguieron destapar el papel de DCHS1, que luego corroboraron a través de estudios en modelos experimentales. Según explica Solís, para comprobar la acción de DCHS1, el equipo alteró la actividad del gen en varios experimentos con ratones y peces, observando posteriormente que esta alteración se traducía en que los animales desarrollaban cambios en su corazón muy similares a los que produce el prolapso de la válvula mitral en los humanos.
Pero este equipo integrado por investigadores de todo el mundo no sólo ha estudiado los casos familiares de la enfermedad, sino que también ha puesto el foco sobre los casos esporádicos y, por primera vez, ha realizado un amplio rastreo del genoma -mediante técnicas de GWAS- en busca de las mutaciones asociadas a la valvulopatía.
Este análisis, que estudió el genoma de 1.412 individuos afectados y lo comparó con el de otros 2.439 controles, también sacó a la luz varias regiones en el ADN -situadas en los genes TNS1 y LMCD1- ligadas a la degeneración característica de la enfermedad cardiaca.
«Hay que seguir investigando, porque todavía queda mucho por saber. Pero hemos abierto una puerta muy importante para conocer mejor la enfermedad», sostiene Solís, cuyo trabajo forma parte de la red Leducq Transatlantic Mitral Network, creada para estudiar esta patología desde un punto de vista que integre tanto a investigadores básicos como a especialistas clínicos.
Según este cardiólogo, que también dirige la Unidad de Patologías Valvulares del Hospital Universitario Montepríncipe de Madrid, el siguiente reto es identificar a los pacientes con mayor riesgo de sufrir complicaciones. Y conocer a fondo las raíces genéticas del trastorno puede ser fundamental en ese sentido.
En la gran mayoría de los casos, aclara, el prolapso valvular no genera mayores problemas y permite a los pacientes llevar una vida completamente normal. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de afectados, la degeneración de la válvula genera una dilatación del corazón que desemboca en una insuficiencia cardiaca, arritmias e incluso puede provocar una muerte súbita.
«Conocer los genes implicados y saber si los casos con una mayor alteración de la anatomía son los que presentan un mayor componente genético es muy importante», señala Solís, quien recuerda que en los últimos años se han desarrollado técnicas de imagen cardiaca que, en combinación con esta información, son fundamentales para detectar a los pacientes con más riesgo y afinar su pronóstico. «Gracias a la ecocardiografía tridimensional se puede estudiar la anatomía de la válvula y ver si existen anormalidades de forma muy precoz», aclara.
Un diagnóstico a tiempo es clave, ya que el defecto se puede reparar a través de la cirugía y los resultados son mejores si la degeneración aún no está avanzada. «Si la intervención se realiza de manera temprana, el corazón ni se entera de que ha habido un prolapso en la válvula mitral y no es necesario mantener al paciente con medicación como los anticoagulantes», explica.
Las técnicas quirúrgicas actuales, añade, permiten arreglar el problema anatómico sin necesidad de recurrir a una sustitución de la válvula. Sin embargo, en nuestro país sólo se reparan sin prótesis el 40% de los casos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario