Los datos proporcionados por esta misión han cambiado el modo de entender la composición de los cuerpos celestes
Rosetta viajó más de una década para alcanzar la trayectoria del cometa 67P (Foto: AP)
La sonda euro-pea Rosetta, que acompañó este jueves al cometa67P en el punto más cercano al Sol de su trayectoria, está comenzando a dar pistas fascinantes que ayudan a comprender el origen de la vida en la Tierra, indican los astrofísicos.
A las 02H03 GMT (9:03 p.m., hora peruana), el cometa alcanzó su perihelio, es decir el punto más cercano al Sol de su órbita elíptica de seis años y medio. El cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko se encuentra a 186 millones de kilómetros del Sol y 265 millones de la Tierra.
Este paso por el perihelio reviste especial importancia porque es la primera vez que una sonda espacial observa de cerca a un cometa durante ese agitado período.
Del núcleo de este cuerpo celeste escapan chorros de gas y polvo cada vez más intensos, según pudo observar la sonda, que hace un año escolta al 67P tras una década de viaje interplanetario desde la Tierra, con la que se comunica a través de ondas de radio.
Jean-Yves Le Gall, presidente de la agencia espacial francesa CNES, acotó que Rosetta permanece "al acecho". "Estamos recibiendo datos extraordinarios y la cosecha continúa", precisó.
Cometas sembrando vida
El objetivo de la misión, proyectada hace más de 20 años, es comprender mejor el Sistema Solar desde su nacimiento, ya que se considera que los cometas son vestigios de su materia primitiva.
Antes de las observaciones de Rosetta se pensaba que estos cuerpos estaban compuestos fundamentalmente de hielo y un poco de polvo. Eran como "bolas de nieve sucia", explicaban.
"Para nada", aclara Jean-Pierre Bibring, del Instituto de Astrofísica Espacial de Francia. "Ahora sabemos que el cometa está compuesto principalmente de gránulos de materia orgánica (moléculas inertes con carbono y nitrógeno) formadas antes incluso de la formación del propio cometa".
"Estamos convencidos de que fueron ese tipo de gránulos los que posteriormente tuvieron la posibilidad de viajar y sembrar nuestros océanos", asegura Bibrin. "Eso es lo fascinante, gracias a Rosetta y su robot Philae, estamos convencidos de que se trata de la materia primordial que una vez sembrada en nuestros océanos hizo posible que emerja la vida". "Obviamente, la gran pregunta es cómo se pasó de allí a la vida".
"La visión que teníamos del Sistema Solar era equivocada. Todo proviene de la misma materia original, que tiene la misma edad, unos 6.000 millones de años. Pero cuando observamos a Marte, Venus, Mercurio y la Tierra, ninguno se parece. Y cuando comparamos nuestro Sistema Solar con otros más lejanos, no hay dos que se asemejen".
Ante tal diversidad queda planteada la pregunta que todos se hacen: ¿Qué es lo que hizo que la Tierra sea como es, cuál fue el proceso? En esa reflexión, asegura Bibrin, la observación del cometa es "un paso muy importante".
Amor con final feliz
La misión Rosetta se planeó hace 20 años, y por lo tanto lleva tecnología del siglo pasado. Eso plantea desafíos, aunque muchos de los instrumentos son bastante parecidos a los de hoy. En cambio, las computadoras que lleva a bordo son obsoletas. "La suma total de memoria de que disponen para enviar o recibir instrucciones y almacenar datos "es 10.000 veces menor" a la que tenemos por ejemplo en un smartphone.
El robot-laboratorio Philae, posado desde hace nueve meses sobre el cometa, no da señales de vida desde el 9 de julio.
Sus baterías se cargan con dificultad porque se encuentra en una zona de relieve accidentado con escasa exposición a la luz solar.
No hay mal que por bien no venga: se quedó a la sombra en un entorno relativamente fresco y eso podría ayudar a que sobreviva a la calurosa aventura del perihelio. "No creemos que Philae se haya quedado definitivamente silencioso", dijo Bibring.
Con sus 11 instrumentos, Rosetta se mantiene por ahora a unos 330 km del cometa. Una distancia prudente decidida por los responsables de la sonda para no hacerle correr riesgos con las proyecciones de gas.
Las aventuras de la sonda no han terminado. Europa prolongó su misión hasta septiembre de 2016 y considera incluso la posibilidad de "posarla" lo más suavemente posible en el cuerpo celeste para cerrar su aventura científica con ese encuentro en el espacio, una historia de amor entre Rosetta y el cometa 67P con final feliz.
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