Mientras las bombas caían sobre Londres durante la Gran Guerra, dos mujeres vigilaban el cielo nocturno.
Fiammeta Wilson y Grace Cook observaron meteoros: trozos de roca espacial que iluminan el firmamento mientras caen hacia la Tierra.
Las dos mantuvieron un registro de los meteoros en un mundo, el de la astronomía, que entonces era esencialmente masculino.
En 1916 estuvieron entre las primeras cuatro mujeres en ganar la beca de la Real Sociedad Astronómica, un hito en el proceso de aceptación de las mujeres en el mundo científico.
Aunque sus nombres se han olvidado en gran medida, las primeras mujeres que formaron parte de esta sociedad son recordadas ahora, 100 años después.
Mandy Maily es astrónoma de la británica Open University y miembro del consejo de la Real Sociedad Astronómica.
Maily explica que Fiammetta Wilson y Grace Cook hicieron posible que el trabajo científico sobre observaciones de meteoros continuara a pesar de que sus colegas hombres estaban fuera luchando en una guerra.
"En los años entre 1910 y 1920, Wilson observó en la región 10.000 meteoros y calculó con precisión las trayectorias de unos 650, ¡no es poca cosa!", dice.
Observando el cielo
Como escribió Cook sobre su amiga en 1921, "su espíritu intrépido le permitió tener éxito donde otros habían fallado".
"A veces, observaba el cielo durante cinco o seis horas, cuando solo se veían unas pocas estrellas entre las nubes, y su perseverancia era recompensada por la detección de bolas de fuego".
Wilson observó 10.000 meteoros y calculó las trayectorias de muchos de ellos.
La persecución científica incansable de Wilson durante la guerra llevó a que surgieran acusaciones de espionaje contra ella.
"Durante la guerra, astutos agentes especiales detectaron la linterna que ella utilizaba para grabar meteoros y la amenazaron con arrestarla por ser agente de los alemanes", escribió Cook tras la muerte de Wilson.
"Mientras los zepelines lanzaban bombas sobre el vecindario, Wilson seguía a veces tranquilamente con sus vigilias. Las esquirlas de metralla hacían que la situación fuera peligrosa, pero ella consiguió elaborar buenos registros".
Una estrella rara
Wilson y Cook abrieron la puerta a que las mujeres de todos los estratos de la vida pudieran ser astrónomas.
En el siglo XIX, la Real Sociedad Astronómica le había otorgado su beca honoraria a las famosas científicas Caroline Herschel y Mary Somerville.
Pero la organización había rechazado aceptar a las mujeres como miembros de pleno derecho, con el argumento de que los socios eran descritos en el Capítulo Real solo con género masculino.
Fue necesario el cambio social de la primera Guerra Mundial y la entrada de las mujeres en lo que antes eran solo puestos para hombres para que las cosas cambiaran.
Mujeres como Grace Cook habían sido percibidas injustamente como simples aficionadas, dado que tenían prohibido unirse a las sociedades profesionales o poner su nombre en artículos científicos.
Cook se inspiró para dedicarse a la astronomía tras escuchar una clase del tataranieto del hermano de la astrónoma Caroline Herschel, Joseph Hardcastle.
Él le prestó un telescopio y ella luego le devolvió el favor ayudando a poner sus descubrimientos sobre un mapa de estrellas.
En una carta, Cook recordaba una noche memorable observando los cielos en 1918.
"Fue uno de los hitos de mis noches de observaciones. El 8 de junio de 1918 salí a buscar luminosos meteoros y casi al principio vi una rara estrella, titilando violentamente y cambiando de color rápidamente".
"Eran las 9.30 de la noche y yo era la primera astrónoma de Inglaterra en hacer la observación más temprana de Nova Aquilae".
Olvidadas
Un siglo después, la proporción de mujeres en la astronomía ha aumentado significativamente.
Según las últimas cifras de la Real Sociedad Astronómica, el 7% de los profesores universitarios de astronomía y el 28% de los académicos son mujeres.
Algunas de las mujeres líderes en astronomía y geofísica en la actualidad en Reino Unido. |
"Las mujeres todavía están infrarrepresentadas, sobre todo en niveles senior, pero la proporción aumenta día a día", dice Clare McLoyghlin, oficial de educación, diversidad y participación de la Real Sociedad Astronómica.
McLoyghlin dice se está poniendo gran esfuerzo en animar a las mujeres jóvenes a estudiar física, sobre todo enseñándoles ejemplos positivos de mujeres en la ciencia.
Pero estas mujeres de 1916, que podrían haber sido grandes ejemplos en su momento, han sido mayoritariamente y tristemente olvidadas.
"Eran conocidas en círculos astronómicos, pero no creo que fueran conocidas por el público en general", dice McLoughlin.
"Pero siguieron luchando, intentándolo, y poco a poco se ganaron a la gente. Nunca se rindieron".
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