jueves, 10 de marzo de 2016

Los temporales cíclicos granadahoy.com

TRIBUNA ECONÓMICA

La economía mundial tiene un titubeante comportamiento, comparado a la angustia de la navegación en condiciones adversas y al miedo de los navegantes a la caída posterior a la cresta de la gran ola.
JOAQUÍN / AURIOLESi
EL Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado a la baja sus expectativas de crecimiento mundial (3,4% y 3,6% para 2016 y 2017, dos décimas menos en ambos casos) y el Banco Mundial (BM) viene hablando desde hace algún tiempo de zozobra en la economía global, especialmente cuando se refiere a los países emergentes y en desarrollo. Compara el titubeante comportamiento de la economía mundial desde hace aproximadamente un año a la angustia de la navegación en condiciones adversas y el miedo de los navegantes a la inminencia de la caída posterior a la cresta de la gran ola. 

Cuando apenas se comenzaba a instalar la convicción de que el clima de estabilidad financiera conseguiría imponerse sobre las grandes tempestades de los últimos años, nuevos vientos con diferente procedencia se han encargado de apearnos de la ensoñación. El origen de algunos está en las restricciones monetarias en Estados Unidos, el de otros en el enfriamiento de la economía china, también en el hundimiento del precio de las materias primas y en la huida masiva de la liquidez internacional hacia bonos seguros en las economías avanzadas, que ha provocado la caída de su rentabilidad y la ampliación del diferencial con las emergentes, tipos de interés negativos en un número cada vez mayor de países y graves problemas de solvencia bancaria. Ejemplos de la brusquedad de los desplazamientos pueden ser Brasil o Rusia, que de la perspectiva de potencias mundiales emergentes han pasado a convertirse en apenas un año en fuentes de inestabilidad y recesión en sus respectivas zonas de influencia. 

La contribución de China al mar de fondo en la economía mundial se agudizó el pasado verano, con la devaluación del renminbi, pero las peores turbulencias se presentaron con el nuevo año, cuando la bolsa de Shanghai se desplomó un 15% en apenas diez días y las autoridades decidieron suspender su actividad en dos ocasiones. El efecto sobre el resto de las bolsas fue inmediato y demoledor, obligando a la Reserva Federal de Estados Unidos a suavizar sus planes de subida de tipos por etapas durante 2016, reduciendo la probabilidad de nuevos ascensos antes del verano. Por su parte, la incorporación de Japón al club de países con tipos de interés negativo acentúa el convencimiento de que el arsenal monetario se encuentra prácticamente agotado en todo el mundo, sin que hasta el momento se hayan conseguido sus pretendidos efectos estimulantes sobre la demanda y los precios. 


El desconcierto lleva a los investigadores a preguntarse si la globalización está contribuyendo a ampliar las oscilaciones cíclicas o suavizarlas. Los resultados no son concluyentes, aunque se tiende a admitir que favorece la transmisión inmediata y completa de los efectos de las grandes perturbaciones y, por lo tanto, amplifica las oscilaciones. En cambio, en el caso de las perturbaciones nacionales, el peso de la inercia internacional tiende a aliviar las tensiones domésticas y a reducir la volatilidad y sus adversidades. También comienza a percibirse, al menos desde el pasado verano, un aumento de la inestabilidad dentro del ciclo, es decir, la sucesión de situaciones de notable tensión perturbadora a muy corto plazo.

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