Una exposición en la Cripta del Palacio de Carlos V muestra obras originales de los siglos XVIII y XIX que por primera vez se exhiben en el monumento
G. C. GRANADA
La primera foto que se hizo en la Alhambra fue en 1840, durante una visita del escritor Teophile Gautier, aunque es un daguerrotipo que ya no existe. Antes, con el fin de documentar un patrimonio en riesgo de desaparición, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando encargó una serie de dibujos originales que formaban parte de dos importantes proyectos editoriales para fijar la memoria del pasado: Antigüedades Árabes y Monumentos Arquitectónicos. La exposición El legado de Al-Ándalus. Las antigüedades árabes en los dibujos de la Academia, que se inauguró ayer en la cripta del Palacio de Carlos V, realiza un recorrido por este trabajo a través de cerca de 160 obras, entre las que además de dibujos pertenecientes a la Real Academia y de coleccionistas particulares se encuentran piezas de los fondos del Museo de la Alhambra, como alicatados, yeserías, lauda sepulcral y un capitel, además de dos volúmenes y una estampa de la Biblioteca de la Alhambra. Según Reynaldo Fernández, director del Patronato de la Alhambra y el Generalife, este "valioso patrimonio" de dibujos ilustra y ayuda al mejor conocimiento de monumentos tan importantes como el recito nazarí de Granada y la Mezquita de Córdoba. "Por primera vez se acometió la documentación y el estudio de unos bienes patrimoniales con la finalidad de dejar testimonio de ellos ante el peligro de su posible desaparición", señaló Fernández en la presentación.
La muestra celebra el 250 aniversario de la presencia en la colina roja de los arquitectos ilustrados que realizaron parte de estos trabajos en Granada. El legado de Al-Ándalus tiene como punto de partida la sección dedicada al artista granadino Diego Sánchez Sarabia, al que en 1762 la Academia de San Fernando encargó realizar copias de los techos de la Sala de los Reyes de la Alhambra ante su delicado estado. Pronto, el interés se extendió a todo el conjunto de la Alhambra, abordándose su documentación desde la arquitectura, la ornamentación y la decoración.
El recorrido continúa por el trabajo desarrollado por los arquitectos José de Hermosilla, Juan de Villanueva y Juan Pedro Arnal, que reciben el encargo de la Academia de revisar el trabajo desarrollado por Sánchez Sarabia y completarlo con unos planos del conjunto de la Alhambra, Palacios árabes y del mandado construir por el emperador Carlos V. "El resultado constituye el primer estudio arquitectónico de la Alhambra analizada como fortaleza y como conjunto palatino", señaló por su parte el académico y experto en arquitectura islámica Antonio Almagro Gorbea, en una presentación en la que también participó el delegado de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta en Granada, Guillermo Quero.
La tercera sección gira en torno a la edición del libro de Antigüedades árabes. Aunque en principio sólo se buscaba documentar los monumentos árabes y su ornamentación, pronto se consideró que esta información debía hacerse pública para conocimiento de los ciudadanos. Con este fin, tanto los dibujos de Sánchez Sarabia como los de Hermosilla y sus ayudantes se repartieron entre distintos grabadores, quienes pasaron a láminas de cobre las imágenes originales. Antigüedades Árabes de España se editó en dos partes: la primera en 1787 y, la segunda, en 1804, conteniendo ésta última veintinueve estampas de inscripciones y motivos ornamentales. Este proyecto ilustrado marca el punto de inicio del arabismo científico en nuestro país. La preparación y edición de los Monumentos Arquitectónicos de España fue uno de los proyectos académicos de mayor envergadura de los hasta entonces realizados. La calidad gráfica de los dibujos se plasmó también en una edición esmerada, que sobrepasa a los trabajos precedentes, incluidos los llevados a cabo por autores y editores extranjeros. Además, al aprovechar los avances que las técnicas calcográficas habían experimentado, se pudo incorporar el color a las estampas lo que permitió dar mayor vistosidad a la publicación.
La muestra celebra el 250 aniversario de la presencia en la colina roja de los arquitectos ilustrados que realizaron parte de estos trabajos en Granada. El legado de Al-Ándalus tiene como punto de partida la sección dedicada al artista granadino Diego Sánchez Sarabia, al que en 1762 la Academia de San Fernando encargó realizar copias de los techos de la Sala de los Reyes de la Alhambra ante su delicado estado. Pronto, el interés se extendió a todo el conjunto de la Alhambra, abordándose su documentación desde la arquitectura, la ornamentación y la decoración.
El recorrido continúa por el trabajo desarrollado por los arquitectos José de Hermosilla, Juan de Villanueva y Juan Pedro Arnal, que reciben el encargo de la Academia de revisar el trabajo desarrollado por Sánchez Sarabia y completarlo con unos planos del conjunto de la Alhambra, Palacios árabes y del mandado construir por el emperador Carlos V. "El resultado constituye el primer estudio arquitectónico de la Alhambra analizada como fortaleza y como conjunto palatino", señaló por su parte el académico y experto en arquitectura islámica Antonio Almagro Gorbea, en una presentación en la que también participó el delegado de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta en Granada, Guillermo Quero.
La tercera sección gira en torno a la edición del libro de Antigüedades árabes. Aunque en principio sólo se buscaba documentar los monumentos árabes y su ornamentación, pronto se consideró que esta información debía hacerse pública para conocimiento de los ciudadanos. Con este fin, tanto los dibujos de Sánchez Sarabia como los de Hermosilla y sus ayudantes se repartieron entre distintos grabadores, quienes pasaron a láminas de cobre las imágenes originales. Antigüedades Árabes de España se editó en dos partes: la primera en 1787 y, la segunda, en 1804, conteniendo ésta última veintinueve estampas de inscripciones y motivos ornamentales. Este proyecto ilustrado marca el punto de inicio del arabismo científico en nuestro país. La preparación y edición de los Monumentos Arquitectónicos de España fue uno de los proyectos académicos de mayor envergadura de los hasta entonces realizados. La calidad gráfica de los dibujos se plasmó también en una edición esmerada, que sobrepasa a los trabajos precedentes, incluidos los llevados a cabo por autores y editores extranjeros. Además, al aprovechar los avances que las técnicas calcográficas habían experimentado, se pudo incorporar el color a las estampas lo que permitió dar mayor vistosidad a la publicación.
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