Los Alayos constituye un lugar de extraordinario valor e interés geológico y geomorfológico. Los arenales y el aspecto ruiniforme son los elementos más singulares de este enclave.
IGNACIO HENARES
ENTRE majestuosidad de las altas cumbres que conforman Sierra Nevada, los picos que superan los 3.000 m de altitud, han ensombrecido u ocultado otros parajes serranos que encierran unos enormes valores paisajísticos y ecológicos. Este es el caso de una agreste sucesión de picos que constituyen los conocidos como Los Alayos de Dílar, una minicadena montañosa formada por rocas ricas en carbonato de calcio (calizas) o de calcio y magnesio (dolomías) que contrastan con las rocas metamórficas, compuestas principalmente por micaesquistos y cuarcitas, que ocupan gran parte de la Sierra.
Los Alayos componen una curiosa formación montañosa que destaca en la media montaña nevadense en su parte occidental. Forman una especie de submacizo calcáreo y dolomítico, una cadena de cumbres cercana a los 2.000 metros de altitud que constituye, junto al emblemático pico del Trevenque, uno de los elementos más representativos y singulares del parque nacional de Sierra Nevada.
Las rocas calizas y calizo-dolomíticas son fácilmente erosionables. Debido a los procesos erosivos que durante años ha causado la escorrentía del agua de lluvia, los paisajes que se forman tienen grandes contrastes con rocas abruptas y agujas de piedra que coexisten con barrancos profundos rellenos de sedimentos que se deshacen prácticamente sólo con pisarlos.
Las dolomías del conjunto superior son rocas que presentan un aspecto muy triturado ya que han sufrido multitud de fracturas que las han roto, haciéndolas fácilmente erosionables y deleznables. El resultado de este proceso es una grava dolomítica, (popular aunque erróneamente denominadas arenas), que son arrastradas por el agua de las lluvias torrenciales y tiende a acumularse en los barrancos o ramblas. En algunos sectores estas dolomías fueron sometidas a una gran tectonización que las fracturó y que, junto a la posterior meteorización, produjo los típicos 'arenales'. A este tipo especial de dolomías se les conoce como kakiritas.
Los picos más sobresalientes de Los Alayos son: Picacho Alto (1.776 m), Corazón de la Sandía (1.885 m) y Los Castillejos (1986 y 1978 m).
Una de las formas de relieve típica de los materiales que forman la 'orla carbonatada' de Sierra Nevada es el relieve 'ruiniforme', llamado así por asemejarse a la forma de antiguas construcciones en ruinas, formando crestas con muchas aristas. El desarrollo de esta forma de relieve se debe a que existen zonas en las que la dolomía es más compacta y resiste diferencialmente más a la erosión, dando resaltes rocosos entre otras dolomías más trituradas. El motivo de la existencia de zonas más resistentes a la erosión es que en ellas, el agua que circula por las fracturas ha precipitado un cemento de calcita (carbonato cálcico) que endurece la roca. Otro efecto de estas diferencias de erosionabilidad en las dolomías, es que en este sector no se forman grandes paredes, sino pequeños resaltes rocosos entre zonas más fracturadas, dando así lugar a profundos barrancos, pero no a grandes desfiladeros o cañones de paredes verticales.
Arenales. Se denominan así a unas curiosas formaciones que consisten acumulaciones de gravas resultantes de la trituración de los carbonatos, que cubren grandes superficies formando una especie de 'ríos' que se mueven cuando se producen lluvias torrenciales.
Desde la localidad de Dílar, descendemos hasta el río lo cruzamos y circulamos por la pista que nos conduce hasta el área recreativa junto al Aula de Naturaleza de Ermita Vieja, donde dejaremos los vehículos. Desde aquí realizamos una subida por una vereda (un poco dura) hasta Picacho Alto. Hay una senda que conecta con el Corazón de la Sandía y desde aquí también con Los Castillejos. La coronación de estos picos es complicada y requiere de algunos trepamientos pero las vistas hacia la parte occidental del macizo de Sierra Nevada, hacia la capital y la Vega o hacia la vecina Sierra de Almijara-Tejeda, compensan con creces el esfuerzo.
El regreso podemos hacerlo por el Collado del Pino y, a través del bosque frondoso de pinos, descender de nuevo hasta el río Dílar pasando ahora por la toma del Canal de la Espartera y la central eléctrica llamada de Nuestra Señora de las Angustias, antes de llegar a nuestro punto de inicio.
Los Alayos componen una curiosa formación montañosa que destaca en la media montaña nevadense en su parte occidental. Forman una especie de submacizo calcáreo y dolomítico, una cadena de cumbres cercana a los 2.000 metros de altitud que constituye, junto al emblemático pico del Trevenque, uno de los elementos más representativos y singulares del parque nacional de Sierra Nevada.
Las rocas calizas y calizo-dolomíticas son fácilmente erosionables. Debido a los procesos erosivos que durante años ha causado la escorrentía del agua de lluvia, los paisajes que se forman tienen grandes contrastes con rocas abruptas y agujas de piedra que coexisten con barrancos profundos rellenos de sedimentos que se deshacen prácticamente sólo con pisarlos.
Las dolomías del conjunto superior son rocas que presentan un aspecto muy triturado ya que han sufrido multitud de fracturas que las han roto, haciéndolas fácilmente erosionables y deleznables. El resultado de este proceso es una grava dolomítica, (popular aunque erróneamente denominadas arenas), que son arrastradas por el agua de las lluvias torrenciales y tiende a acumularse en los barrancos o ramblas. En algunos sectores estas dolomías fueron sometidas a una gran tectonización que las fracturó y que, junto a la posterior meteorización, produjo los típicos 'arenales'. A este tipo especial de dolomías se les conoce como kakiritas.
Los picos más sobresalientes de Los Alayos son: Picacho Alto (1.776 m), Corazón de la Sandía (1.885 m) y Los Castillejos (1986 y 1978 m).
Una de las formas de relieve típica de los materiales que forman la 'orla carbonatada' de Sierra Nevada es el relieve 'ruiniforme', llamado así por asemejarse a la forma de antiguas construcciones en ruinas, formando crestas con muchas aristas. El desarrollo de esta forma de relieve se debe a que existen zonas en las que la dolomía es más compacta y resiste diferencialmente más a la erosión, dando resaltes rocosos entre otras dolomías más trituradas. El motivo de la existencia de zonas más resistentes a la erosión es que en ellas, el agua que circula por las fracturas ha precipitado un cemento de calcita (carbonato cálcico) que endurece la roca. Otro efecto de estas diferencias de erosionabilidad en las dolomías, es que en este sector no se forman grandes paredes, sino pequeños resaltes rocosos entre zonas más fracturadas, dando así lugar a profundos barrancos, pero no a grandes desfiladeros o cañones de paredes verticales.
Arenales. Se denominan así a unas curiosas formaciones que consisten acumulaciones de gravas resultantes de la trituración de los carbonatos, que cubren grandes superficies formando una especie de 'ríos' que se mueven cuando se producen lluvias torrenciales.
Desde la localidad de Dílar, descendemos hasta el río lo cruzamos y circulamos por la pista que nos conduce hasta el área recreativa junto al Aula de Naturaleza de Ermita Vieja, donde dejaremos los vehículos. Desde aquí realizamos una subida por una vereda (un poco dura) hasta Picacho Alto. Hay una senda que conecta con el Corazón de la Sandía y desde aquí también con Los Castillejos. La coronación de estos picos es complicada y requiere de algunos trepamientos pero las vistas hacia la parte occidental del macizo de Sierra Nevada, hacia la capital y la Vega o hacia la vecina Sierra de Almijara-Tejeda, compensan con creces el esfuerzo.
El regreso podemos hacerlo por el Collado del Pino y, a través del bosque frondoso de pinos, descender de nuevo hasta el río Dílar pasando ahora por la toma del Canal de la Espartera y la central eléctrica llamada de Nuestra Señora de las Angustias, antes de llegar a nuestro punto de inicio.
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