Jesús García Calderón, fiscal
jefe del TSJA, pronuncia un pregón profundamente literario en el acto
inaugural de la XXXIV Feria del Libro de Granada
G. Cappa
granada
Que
Jesús García Calderón es un hombre metódico queda claro desde que se
sube al atril para abrir con su pregón la XXXIV Feria del Libro de
Granada; el fiscal jefe del TSJA ha buscado hasta una imagen para
encabezar las hojas de su discurso y ha elegido la portada del Manuscrito Chacón, que incluye las Soledades
de Luis de Góngora. Y si Rafael Guillén, otro protagonista de la
primera jornada como autor del Libro de la Feria -una reedición facsímil
de Pronuncio amor-, ha acuñado la expresión de que "no podemos
estirar el tiempo, pero sí ensancharlo", Jesús García Calderón dio otra
vuelta de tuerca a esta idea y tituló su pregón El tiempo multiplicado. El jurista y también autor de libros de poesía como La mirada desnuda comenzó
su intervención intentando definir qué es un libro. La Academia lo
define como un conjunto de muchas hojas de papel u otro material
semejante que se encuaderna, "pero bien sabemos que algunos, quizá los
más apreciados en algún instante de nuestra vida, no son los que tienen
muchas, sino las hojas exactas que son necesarias para contar aquello
que nuestra ilusión de lector esperaba". Por contra, el Derecho
Administrativo, "con su habitual ingenuidad", pretende acotar el libro
con exactitud y lo identifica con cualquier impreso no periódico que
tenga más de 48 páginas. Sin embargo, "para cualquier escritor un libro
es, ante todo, un mensaje que va dirigido a sí mismo, pero que necesita
ver reflejado o expuesto en el interior de los demás. Es una formidable
contradicción, una forma de mejorar o empeorar la vida, de combatir el
inevitable olvido, de crear un diminuto presente interminable", afirmó
García Calderón en el acto que se celebró en el Paseo del Salón, en el
que tomó el testigo de pregoneros anteriores como el Premio Nacional de
Poesía Antonio Carvajal o el ganador del Alfaguara de Novela Andrés
Neuman. A continuación definió la acción de escribir con todas sus
aparentes contradicciones: "Es un acto de generosidad y de egoísmo,
incluso de sana codicia y hasta de vanidad, un acto reflejo que
construye un mensaje que puede reproducirse de manera exacta cuantas
veces queramos y que puede conocerse, a través de diversos ingenios, por
un número incontable de personas a las que nunca conoceremos, con las
que nunca podremos hablar, pero que a veces lo hacen suyo". Así que,
como decía Borges, todo buen escritor debe sentir más orgullo por los
libros leídos que por los libros azarosamente escritos.
Pero un ejemplar es también una forma de esperanza "que cobra vida en una voz callada cada vez que lo leemos y se transforma en nuestro interior, modificando su influencia según la encrucijada temporal que recorre o según el ánimo que nos conduce hasta el en cada instante de nuestra vida".
Aunque nacido en Badajoz, el fiscal jefe del TSJA, que fue uno de los ocho vocales de la Comisión de Modernización del Lenguaje Jurídico, mostró un amplio conocimiento bibliófilo y rescató del olvido el libro cuya portada ilustraba su pregón, el Manuscrito Chacón, que fue hallado en Granada con las Soledades gongorinas publicadas en 1614. "Este cuarto centenario quizá mereciera recordarse en lo que aún nos queda de año, para hacer un acto de justicia literaria y para recordar a los andaluces, cuando atravesamos momentos tan difíciles, la brillantez de su ingenio y la importancia de su historia. Me parece triste y extraño que tenga lugar impunemente este imperdonable olvido", afirmó con rotundidad el fiscal.
Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, donde ocupa la vacante de Antonio Gallego Morell, García Calderón cerró su pregón defendiendo "la solución olvidada de la cultura". "No logro comprender cómo en una situación económica tan adversa como la que padecemos, nadie repara en utilizar con mayor vigor la solución de la cultura. La gran recesión que padecemos en Europa tiene su origen en la insoportable codicia de la especulación más salvaje, se alimentó de la mentira y ha provocado una crisis que es, al margen de una profunda crisis económica, una honda crisis moral, una derrota estrepitosa de la verdad", continuó el fiscal jefe del TSJA, que conoce de primera mano las letrinas de la sociedad. "Negarlo es casi mentir o, cuando menos, estar profundamente equivocado. Por eso la cultura, el compromiso social que imprime en cada uno nosotros la inquietud por el conocimiento a través de la lectura y la creación, debería ser uno de los caminos que nos libraran con mayor eficacia de esta empecinada lacra social".
Y tras hablar de los Libros Plúmbeos siguió su camino granadino con una parada en la vida de Federico García Lorca, recordando cuando se dirigió a sus vecinos de Fuente Vaqueros durante la inauguración de la biblioteca y les dijo que él, si tuviera hambre, no pediría un pan, sino medio pan y un libro. "Quizá, si le hubieran hecho caso tantos españoles de su tiempo y hubieran leído más y mejor, no habría vivido aquella monstruosa tragedia que le aguardaba", afirmó. "La inversión en cultura, el apoyo institucional al libro, al cine, al teatro o a la creación en cualquiera de sus manifestaciones, también se multiplica en un enriquecimiento colectivo y honesto, que sostiene proporciones decorosas y que no avasalla otras iniciativas más o menos humildes que sirvan a la formación y al ocio de la ciudadanía". Así que "la riqueza de la cultura es la que extiende su beneficio sobre un mayor número de personas y de una manera más justa", concluyó García Calderón.
Pero un ejemplar es también una forma de esperanza "que cobra vida en una voz callada cada vez que lo leemos y se transforma en nuestro interior, modificando su influencia según la encrucijada temporal que recorre o según el ánimo que nos conduce hasta el en cada instante de nuestra vida".
Aunque nacido en Badajoz, el fiscal jefe del TSJA, que fue uno de los ocho vocales de la Comisión de Modernización del Lenguaje Jurídico, mostró un amplio conocimiento bibliófilo y rescató del olvido el libro cuya portada ilustraba su pregón, el Manuscrito Chacón, que fue hallado en Granada con las Soledades gongorinas publicadas en 1614. "Este cuarto centenario quizá mereciera recordarse en lo que aún nos queda de año, para hacer un acto de justicia literaria y para recordar a los andaluces, cuando atravesamos momentos tan difíciles, la brillantez de su ingenio y la importancia de su historia. Me parece triste y extraño que tenga lugar impunemente este imperdonable olvido", afirmó con rotundidad el fiscal.
Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, donde ocupa la vacante de Antonio Gallego Morell, García Calderón cerró su pregón defendiendo "la solución olvidada de la cultura". "No logro comprender cómo en una situación económica tan adversa como la que padecemos, nadie repara en utilizar con mayor vigor la solución de la cultura. La gran recesión que padecemos en Europa tiene su origen en la insoportable codicia de la especulación más salvaje, se alimentó de la mentira y ha provocado una crisis que es, al margen de una profunda crisis económica, una honda crisis moral, una derrota estrepitosa de la verdad", continuó el fiscal jefe del TSJA, que conoce de primera mano las letrinas de la sociedad. "Negarlo es casi mentir o, cuando menos, estar profundamente equivocado. Por eso la cultura, el compromiso social que imprime en cada uno nosotros la inquietud por el conocimiento a través de la lectura y la creación, debería ser uno de los caminos que nos libraran con mayor eficacia de esta empecinada lacra social".
Y tras hablar de los Libros Plúmbeos siguió su camino granadino con una parada en la vida de Federico García Lorca, recordando cuando se dirigió a sus vecinos de Fuente Vaqueros durante la inauguración de la biblioteca y les dijo que él, si tuviera hambre, no pediría un pan, sino medio pan y un libro. "Quizá, si le hubieran hecho caso tantos españoles de su tiempo y hubieran leído más y mejor, no habría vivido aquella monstruosa tragedia que le aguardaba", afirmó. "La inversión en cultura, el apoyo institucional al libro, al cine, al teatro o a la creación en cualquiera de sus manifestaciones, también se multiplica en un enriquecimiento colectivo y honesto, que sostiene proporciones decorosas y que no avasalla otras iniciativas más o menos humildes que sirvan a la formación y al ocio de la ciudadanía". Así que "la riqueza de la cultura es la que extiende su beneficio sobre un mayor número de personas y de una manera más justa", concluyó García Calderón.
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