"Si nos hubiera golpeado, todavía estaríamos recogiendo los pedazos", dice Daniel Baker, de la Universidad de Colorado
EUROPA PRESS | MADRID
Científicos, funcionarios gubernamentales y planificadores
de emergencia se reunieron recientemente en Boulder, Colorado, en una
reunión anual sobre Clima Espacial organizada por la NOAA -la agencia
meteorológica de Estados Unidos- para discutir los peligros y las
probabilidades de tormentas solares.
El actual ciclo solar es más débil de lo normal, por lo que
cabía esperar una reunión de perfil bajo. Por el contrario, los
pasillos y las salas de reuniones fueron un hervidero de interés al
presentarse los datos definitivos sobre una intensa tormenta solar que
estuvo a punto de chocar contra la Tierra en 2012.
"Si nos hubiera golpeado, todavía estaríamos recogiendo los
pedazos", dice Daniel Baker, de la Universidad de Colorado, quien
presentó una charla titulada 'El Gran Evento Solar Eruptivo de julio de
2012: Definición de Escenarios Extremos de Clima Espacial.
Este suceso ahora conocido en toda su trascendencia sucedió
hace casi dos años. El 23 de julio de 2012, una nube de plasma o "CME"
salió disparada del Sol a 3.000 kilómetros por hora, más de cuatro veces
más rápido que una erupción típica. La tormenta atravesó la órbita
terrestre, pero, afortunadamente, la Tierra no estaba allí.
En su lugar, golpeó la nave espacial STEREO-A. Los
investigadores han estado analizando los datos desde entonces, y han
llegado a la conclusión de que la tormenta fue una de las más fuertes
registradas en la historia. "Podría haber sido más fuerte que el propio
Evento Carrington", dice Baker.
El Evento Carrington
El Evento Carrington de septiembre 1859 fue una serie de
poderosas CMEs que golpearon la Tierra de lleno, lo que provocó auroras
boreales hasta el sur de Tahití. Tormentas geomagnéticas intensas
causaron chispas en las líneas telegráficas, prendiendo fuego a algunas
oficinas de telégrafos y desactivando de hecho la 'Internet victoriana',
informa la NASA.
"Una tormenta similar en la actualidad podría tener un
efecto catastrófico en las redes eléctricas y de telecomunicaciones.
Según un estudio realizado por la Academia Nacional de Ciencias, el
impacto económico total podría exceder los 2.000 millones de dólares o
20 veces mayor que los costes de un huracán como el Katrina.
Transformadores de varias toneladas destruidos por una tormenta
magnética de este calibre tardarían años en ser reparados.
Un artículo reciente en 'Nature Communications' elaborado
por la físico Janet G. Luhmann, de la Universidad de Berkeley describe
lo que dio a la tormenta de julio de 2012 una potencia similar al Evento
Carrington. Por un lado, la CME fue en realidad dos CMEs separadas por
sólo 10 a 15 minutos. Esta doble tormenta recorrió una región del
espacio que había sido limpiada antes por otro CME sólo cuatro días
antes. Como resultado, las CME no se desaceleraron tanto como de
costumbre por su tránsito por el medio interplanetario .
Dependientes del sol
De haber ocurrido sólo una semana antes, la onda expansiva
de la erupción magnética solar habría chocado de frente contra la
Tierra, asi que fue esquivada por poco.
Cuando el Evento Carrington sacudió la Tierra en el siglo
XIX, la tecnología de la época eran aún poco sensible a las
perturbaciones electromagnéticas. La sociedad moderna, por el contrario ,
es profundamente dependiente de tecnologías sensibles al sol, como el
GPS, las comunicaciones por satélite e Internet. "El efecto de una
tormenta asi sobre nuestras tecnologías modernas sería enorme", dice
Luhmann.
Durante las discusiones informales en el taller, Nat.
Gopalswamy, del Centro de Vuelo Espacial Goddard, señaló que "sin sondas
como la STEREO de la NASA, nunca habríamos conocido la gravedad de la
supertormenta 2012. Esto demuestra la importancia de contar con "boyas
meteorológicas espaciales".
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