Rafael López Guarnido, en su despacho. :: GERMÁN NEGRILLO
Rafael
López Guarnido (Granada, 1969) es uno de los abogados penalistas más
pujantes de Granada. Por sus manos han pasado casos de relevancia
mediática como la acusación en el procedimiento contra el forense de los
juzgados condenado por varios delitos de abusos sexuales o la acusación
en el conocido procedimiento contra el arzobispo. Casado y con un hijo
de 13 años, heredó de su padre la afición por la lectura de los diarios,
que confía en transmitir a su hijo.
–¿Con qué frecuencia lee el periódico?
–Durante
la semana, cuando puedo suelo ir a primera hora a una cafetería cercana
al despacho en la que tienen IDEAL, por lo que trato de desayunar
leyendo las noticias del día y, por obligado interés profesional, dirijo
siempre mi primera atención a las noticias judiciales. Sin embargo, es
durante el fin de semana cuando realmente disfruto de la prensa. Nada
más levantarme voy al kiosco a comprar IDEAL y un periódico nacional,
para volver a casa a sentarme y disfrutar con Nuria, mi mujer, de un
tranquilo y largo desayuno acompañado de la lectura de las noticias.
–¿Se acuerda de sus primeras lecturas?
–Mi
primer recuerdo de un periódico se remonta a finales de los años
setenta, cuando tenía unos ocho o nueve años de edad. Mi padre, lector
voraz de prensa, compraba siempre IDEAL y varios periódicos nacionales.
También recuerdo la imagen de mi padre, los fines de semana, sentado en
el salón con revistas y tres o cuatro periódicos encima de la mesa.
También recuerdo, mucho tiempo después, cuando cursaba los primeros años
de la carrera de Derecho y jugaba al fútbol en el Recreativo de
Granada. Los lunes, al desayunar con mi padre en alguna cafetería,
buscaba con avidez las crónicas deportivas de IDEAL.
–¿Qué noticia le ha impactado más en todos estos años?
–Hay
dos. La primera fue la detención del ‘asesino de la luna llena’, que a
finales del año 1987 acabó con la vida de la pequeña Aixa en los bosques
de la Alhambra. Acababa de empezar Derecho en la facultad de Granada y
recuerdo el tremendo dolor, rabia y miedo que sentíamos al saber de la
existencia de un psicópata asesino que se movía con libertad por las
calles de Granada. La segunda noticia es mucho más reciente. Cuando en
el año 2004 ocurrieron los atentados del 11M. Recuerdo llorar de
impotencia y rabia cuando a los pocos días leí en la prensa los pequeños
perfiles biográficos que acompañaban las fotos de la mayoría de los
fallecidos.
–¿Qué echa en falta en los periódicos actuales?
–En
realidad nada. Hoy en día los periódicos son auténticas enciclopedias
sociales que tocan todos los temas y recogen noticias para todos los
gustos. Si se afrontan de forma crítica, separando la opinión de la
noticia, permiten conocer prácticamente toda la realidad.
–¿Consulta la prensa digital?
–Durante
la semana tengo por costumbre, al encender el ordenador, echar un
vistazo rápido a IDEAL digital, si no lo he podido leer en papel, y a
otros periódicos nacionales. Sin embargo, cuando dispongo de tiempo
suficiente, nunca sustituyo un periódico en papel por una noticia
digital.
–¿Cómo cree que puede afectar al periódico en papel el avance de la prensa digital?
–No
concibo la palabra prensa sin asociarla a un gran trozo de papel lleno
de imágenes y noticias. Reconozco la comodidad que supone la prensa
digital, y me encantaría que pudieran convivir y complementarse. Sin
embargo, aunque me gustaría poder trasladar a mi hijo Álvaro, que ahora
tiene trece años, el placer de la lectura de las hojas de un periódico,
la educación en un mundo tan informatizado lo hace una tarea difícil.
–¿Comparte la idea de quienes sostienen que sin periodismo no hay democracia?
–Por
supuesto. Si entendemos la democracia como la capacidad de elección y
decisión social, y toda elección depende de la información.
–Un porcentaje muy alto de las noticias son de tribunales, ¿cómo considera que se tratan?
–En los
últimos tiempos, los tribunales se han convertido en una de las
principales fuentes de información, llegando en ocasiones, y por la
relevancia de sus actores, a perder el rigor en la noticia y a
emparentar con la ‘prensa amarilla’. No obstante, cuando el personaje no
desplaza la razón de la noticia y lo importante es el hecho en sí, como
ocurre casi siempre en Granada, generalmente se trata con bastante
rigor y cautela.
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