Nuevos testimonios médicos ofrecidos en los últimos días volvieron a alertar sobre los preocupantes niveles de automedicación existentes en el país, así como del abuso de analgésicos, en situaciones que marcan la presencia de una tendencia claramente nociva para la salud de la población.
Tal como se informó en una nota publicada en este diario, distintos especialistas de nuestra ciudad coincidieron en los peligrosos grados de dependencia que la automedicación puede originar, así como la aparición, a partir de ese hábito, de graves patologías cardiovasculares o gástricas si el uso de medicamentos es prolongado.
Una médica inmunóloga advirtió que la mayoría de los antigripales contiene al menos tres drogas combinadas, y una de ellas suele ser un descongestivo que puede estar contraindicado si el paciente padece alguna patología cardiovascular u otras, por lo que no es recomendable su consumo sin previa consulta.
Un caso distinto, aunque igualmente riesgoso, es el de los antibióticos según detalló un especialista en inmunooncología. Un consumo frecuente de antibióticos ayuda a a que las bacterias se vuelvan más complicadas de destruir, ya que hay algunas cepas que no son eliminadas, sobreviven y se multiplican, creando una resistencia que requerirá dosis más fuertes de antibióticos porque los actuales dejan de ser efectivos.
Frente a esos excesos de consumo y como forma de prevenir el uso de antibióticos, los especialistas recomiendan medidas sencillas que eviten la llegada de infecciones leves, como lavarse las manos frecuentemente; evitar centros comerciales, cines o demás lugares cerrados y concurridos si hay temporada de gripe; y ventilar la casa por la mañana y por la noche. Del mismo modo, se aconseja además realizarse controles médicos periódicos; no llevar a los chicos al colegio si están enfermos; y vacunarse si se forma parte de la población de riesgo.
Cabe recordar que en años anteriores se conocieron informes que advirtieron que la mitad de la población de nuestro país toma los medicamentos en forma incorrecta, la mayoría de ellas por autoprescripción, lo que genera más de sesenta muertes por día. Uno de los trabajos había determinado que en los doce meses computados habían sido ciento sesenta y dos mil las personas que necesitaron internarse también como derivación de ese fenómeno.
Lo cierto es que cotidianamente, a los hospitales y centros de atención, llegan pacientes automedicados, con secuela de problemas hepáticos, gástricos y cardíacos, que representan un alto costo para el Estado o las obras sociales, al mismo tiempo que causan un deterioro en la salud de las personas involucradas, y que podrían ser absolutamente prevenidos.
El uso abusivo de sedantes o estimulantes sin prescripción médica, el hábito de recurrir en forma automática a drogas alguna vez recetadas, con prescindencia del método y las restricciones indicadas por los facultativos, deriva en excesos sumamente peligrosos. Está claro que, sólo a partir de nociones fuertemente arraigadas, existe la posibilidad de que se reviertan tendencias que ya están incorporadas a la vida cotidiana y que también, en gran medida, son fomentadas por algunas propagandas que debieran ser controladas y equilibradas por algo más que el formulismo que recomienda consultar a su médico.
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