El proyecto HELIX pretende averiguar el impacto de factores como la contaminación
Su objetivo es examinar cuál es su influencia en el desarrollo de enfermedades
Vista de Madrid en un día con altos niveles de contaminación. ALBERTO DI LOLLI
"Somos lo que comemos", dice el refrán. ¿Pero qué pasa con lo que respiramos, lo que bebemos o lo que olemos? ¿Cómo influye el ambiente en que vivimos sobre nuestra salud y bienestar? Esas son las preguntas que está tratando de responder el proyecto HELIX, una iniciativa europea -con participación española- que pretende averiguar el impacto que factores como la contaminación o el ruido tienen desde la infancia (incluso desde la gestación) y cuál es su influencia en el desarrollo de enfermedades.
El primer objetivo de HELIX es definir el exposoma de los primeros años de vida, es decir "todas las exposiciones ambientales que una persona tiene desde su concepción, lo que incluye exposiciones procedentes de la dieta, los hábitos de vida, el entorno y nuestros comportamientos", explica Martine Vrijheid, investigadora del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona (CREAL) y coordinadora del proyecto europeo.
Gracias a las nuevas tecnologías, el equipo que dirige ha diseñado un método para medir de forma sistemática el impacto de factores como "la exposición a la contaminación del aire, a los pesticidas, al mercurio, al plomo o a los químicos presentes en plásticos y cosméticos". Además, también evaluará lo determinantes que pueden ser otras circunstancias, como el acceso a espacios verdes, la cantidad de actividad física que una persona realiza o la radiación ultravioleta a la que se ha expuesto.
Con estos datos en la mano, intentarán desentrañar las relaciones de estos factores -de forma aislada y en combinación- con algunas de las enfermedades más frecuentes, "como el asma, las alergias, los problemas del neurodesarrollo o la obesidad".
El primer paso de la investigación, el trabajo de campo, ya ha finalizado. Un total de 13 equipos de ocho países europeos (Francia, Grecia, Italia, Lituania, Noruega, Holanda, Reino Unido y España) han analizado a más de 1.200 niños de diferentes edades (y a sus madres si eran gestantes). Entre otros factores, estudiaron los niveles de contaminantes, como el dióxido de nitrógeno, a los que estaban expuestos en el interior de sus casas y mediante mochilas de medición personal, se evaluaron los niveles de radiación ultravioleta, el ruido o la calidad del aire que respiraban de camino al colegio. Los niveles de actividad física que registraron mediante el software de teléfonos inteligentes y además se tomaron muestras de sangre y orina y se hicieron exámenes clínicos.
A partir de ahora, los laboratorios examinarán "esas miles de muestras biológicas" para analizar cambios epigenéticos como la metilación del ADN -un proceso químico capaz de 'silenciar' la actividad de un gen-, la presencia de determinados metabolitos y, en definitiva, todos los indicadores biológicos relacionados con las exposiciones al entorno.
Se determinarán perfiles moleculares asociados a las exposiciones y, a través de modelos estadísticos, se obtendrán estimaciones de exposición-respuesta para evaluar la salud respiratoria, el desarrollo neurológico o el riesgo de obesidad, entre otros.
HELIX pretende crear una base de datos con la información completa de los pequeños estudiados, lo que abre una gran puerta a la investigación.
"Esperamos tener los primeros resultados en junio de 2017", apunta Vrijheid, que confía en las posibilidades de contar con una fuente tan grande de datos y en lo mucho que estas mediciones pueden aportar para saber más sobre la salud, el crecimiento y el desarrollo de los niños.CRISTINA G. LUCIOMadrid
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