Lo que es peor es que la desigualdad comienza a ser aceptada como algo natural, propio del sistema y que no tiene remedio alguno.
LEÓN / LASA
QUIZÁ se podría concluir -después de leer unos cuantos titulares de prensa, sobre todo económicos, al azar- que una de las características principales que para el futuro quedará de estos tiempos que vivimos es la creciente desigualdad en cualquier comparación que se haga: social, regional, nacional, mundial, generacional... Si bien es verdad que hubo una época -esos "Felices Treinta" de los que ya hemos hablado alguna vez- durante los que la quimera de una sociedad más equitativa avanzó en Europa, a partir sobre todo del triunfo de las teorías neoliberales de Reagan y Thatcher, y un par de décadas más tarde, con la explosión de la mayor crisis económica que ha vivido Occidente desde la del 29, ese sueño ha quedado hecho añicos: la ley darwinista de la selva parece ir imponiéndose, ya sin pudor, en el mundo en el que vivimos. Y lo que es casi peor: comienza a ser aceptado como algo natural, propio del sistema, que no tiene remedio alguno, salvo la aplicación de leves gasas superficiales que impidan o aborten una verdadera revolución de los sans culotte contemporáneos. No es fácil, desde luego, en el Tiempo de la Globalización del que nos aprovechamos cuando nos favorece, compatibilizar un elevado gasto social, un cuasi barroco sistema de bienestar, y la competitividad en servicios y bienes con países que ni saben de qué hablamos cuando lo hacemos de sanidad pública, por ejemplo: es, en la práctica, como correr con una armadura mientras otros corren desnudos.
En un país, el nuestro, en el que ser mileurista hoy en día es prácticamente un privilegio y donde una mayoría de salarios no supera los 1.300 euros netos al mes, leemos que 120 "banqueros" cobran una media de 2,39 millones de euros al año con cargo a los beneficios de esos bancos (y de sus pequeños accionistas); también leemos que, según un reciente estudio de la Fundación BBVA, tres millones de españoles han abandonado la clase media durante la última crisis, con escasas o nulas posibilidades de revertir esa situación: quien cae no se levanta; durante esos años negros, del 2008 a 2014, la renta media de los hogares cayó de casi 28.000 euros anuales a poco más de 22.000, alrededor de un 20%; por otro lado, dentro del Estado, las autonomías más ricas siguen aumentando sus diferencias respecto a las demás (en parte, efectivamente, por un sistema fiscal privilegiado): el PIB per cápita de Madrid o del País Vasco prácticamente dobla el de Extremadura o el de Canarias, y la brecha continúa aumentando; y nuestra convergencia con Europa parece una sombra imposible de alcanzar: alcanzamos el 77,3% en 2007 y hemos retrocedido estos años al 74,1%; por último Stiglitz advierte a los jóvenes europeos que no se van a cumplir sus expectativas y que se enfrentarán a una precariedad laboral de por vida. P. S.: Según un estudio del Journal of Epidemiology and Community Health citado (casualmente) por elWall Street Journal, trabajar más allá de 65 años, incluso hasta los 72, puede ser muy beneficioso para la salud. Desde el respeto: esta nueva añagaza -que se repetirá en el futuro- no cuela
En un país, el nuestro, en el que ser mileurista hoy en día es prácticamente un privilegio y donde una mayoría de salarios no supera los 1.300 euros netos al mes, leemos que 120 "banqueros" cobran una media de 2,39 millones de euros al año con cargo a los beneficios de esos bancos (y de sus pequeños accionistas); también leemos que, según un reciente estudio de la Fundación BBVA, tres millones de españoles han abandonado la clase media durante la última crisis, con escasas o nulas posibilidades de revertir esa situación: quien cae no se levanta; durante esos años negros, del 2008 a 2014, la renta media de los hogares cayó de casi 28.000 euros anuales a poco más de 22.000, alrededor de un 20%; por otro lado, dentro del Estado, las autonomías más ricas siguen aumentando sus diferencias respecto a las demás (en parte, efectivamente, por un sistema fiscal privilegiado): el PIB per cápita de Madrid o del País Vasco prácticamente dobla el de Extremadura o el de Canarias, y la brecha continúa aumentando; y nuestra convergencia con Europa parece una sombra imposible de alcanzar: alcanzamos el 77,3% en 2007 y hemos retrocedido estos años al 74,1%; por último Stiglitz advierte a los jóvenes europeos que no se van a cumplir sus expectativas y que se enfrentarán a una precariedad laboral de por vida. P. S.: Según un estudio del Journal of Epidemiology and Community Health citado (casualmente) por elWall Street Journal, trabajar más allá de 65 años, incluso hasta los 72, puede ser muy beneficioso para la salud. Desde el respeto: esta nueva añagaza -que se repetirá en el futuro- no cuela
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