Arquitecto y urbanista
Contrariamente a lo que alguno podría creer, "trump" en inglés se traduce en español como "triunfo", en naipes, o juegos de cartas; también se acepta como "sobrepasar" o "superar"; el término, salvo por fonética, no tiene nada que ver con trompetas ni murallas. Pero estos tiempos sí son de murallas y trompetas. Recuerdan textos bíblicos, como la caída de las murallas de Jericó, que se pondrán de moda por la erección de los muros de Palestina, de Polonia, Melilla, o de la frontera mexicana de EEUU, todos contra la llegada de los refugiados; o la trágica fosa del Mediterráneo.
Son tiempos de grandes activistas. Al recordar la leyenda de los siete sacerdotes trompeteros, que junto con el Arca de Jahvé, dieron la vuelta a la ciudad amurallada y sumados al grito de los judíos, desmoronaron los muros que la cercaban, según la Biblia, no debe olvidarse que otros muros reales cayeron desmontados por los mejores trompetistas de la historia. Muchos de ellos del siglo XX, como Dizzy Gillespie (EEUU 1917-1993), Timofei Dokshizer (Rusia 1921-2005), Miles Davies (EEUU 1926-1991) Maurice André (Francia 1933-2012), Chet Baker (1929-1988), Ludwig Guttler (Alemania 1943) Wynton Marsalis (EEUU 1961) y tantos rebeldes protagonistas del jazz y la música clásica en el siglo XXI: Igual que las segregaciones que derribaron estos artistas, las murallas a derribar caerán también de la mano de la música.
En sonido e imágenes lo cuenta la película Comanchería, con música de Nick Cave y Warren Ellis. Aunque antes sufriremos el auge de oleoductos, coches, torturas, e irracionales prohibiciones de acceso,... de los trompeteros de la historia. En tanto los bárbaros blindan con cercados, como señores feudales, sus privilegios, bancos, carbonos, rentas y caprichos machistas, nosotros nos defenderemos con mucho arte.
Las murallas afónicas declaran su acérrima hostilidad a la civilización. Sin embargo, contamos con la ventaja de que los nuevos pretorianos del imperio de los bárbaros no saben que sus muros se edifican sobre arena. El capitalismo de casino se desmoronará, por muchos muros que levante. Vengan de donde vengan, los ciudadanos tienen unos derechos inalienables a la paz y la justicia, a la comunidad fraterna y solidaria, a lo que no pueden segregar las "islas" de urbanizaciones, recintos para ricos. Los bárbaros acosan a las ciudades desde sus fincas o reductos, rechazando el asilo. Pero las ciudades no se protegen de la desigualdad con fortificaciones, sino con justicia. La ciudad cerrada es contraria a las ideas de Karl Popper sobre "La sociedad abierta y sus enemigos". Las trompetas tienen fuerza de sobra para hacer saltar los resortes simbólicos, agrietando la intolerancia contra los más débiles, derribando hormigones, ciclópeas piedras, vallas electrificadas, espacios públicos privatizados.
Las ciudades resistentes son proclives a que los artistas las pinten y las canten, a que se vuelquen en denunciar las fronteras cerradas en graffitis, a cerrar cárceles y campos de refugiados.
Otras vallas, las de la corrupción y la avaricia, - que se cocinan en las ciudades -, se descomponen con la justicia. España ocupa el puesto 41 sobre 175 países en percepción de la corrupción (17/28 en la UE). Las instituciones están infectadas de una forma o de otra por la rapiña. En 2016, en la post-crisis, los multimillonarios crecen en España: 508 personas declararon más de 30,05 millones de euros en 2014. El número de los muy ricos aumentó un 8% respecto al año anterior. Los pobres aumentaron en 2017; un 28,6% de los españoles está en riesgo de pobreza y exclusión social; la renta media de los hogares bajó un 0,2% hasta los 26.092 euros, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Aunque la pobreza no solo va por barrios, sino por latitudes, exclusión y ciudades van ligadas, porque así lo deciden los bárbaros.
La brecha norte-sur persiste en España. Andalucía es el "epicentro de la miseria". Las ciudades andaluzas son las más pobres, ya que nueve de los 10 municipios con más riesgo de pobreza son andaluces. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) lidera esta clasificación; las cinco capitales de provincia españolas más pobres son andaluzas: Córdoba, Almería, Huelva, Málaga y Sevilla. (Estudio de AIS Group sobre datos del INE). Mientras dormitábamos en el sueño inmobiliario nos han empobrecido; ahora los magnates bárbaros se ceban con el saqueo eléctrico, gasístico y petrolífero. Falta justicia.
Conviene recordar los conciertos organizados por Amnistía Internacional para la campaña Human Rights Now! como ejemplo para resistir. Durante 6 semanas en 1988, ciudades y estadios del mundo acogieron la gira, que no fue organizada con el fin de recaudar fondos para esta ONG, sino para concienciar sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el 40º aniversario de su ratificación. Los conciertos incluyeron grandes músicos como Bruce Springsteen & The E-Street Band, Sting, Peter Gabriel, Tracy Chapman y Youssou N'Dour, además de otros artistas de cada país donde se organizaron.
En consecuencia, en estos tiempos de arteros "triunfos", de "sobrepasos" de tubos, muros y murallas, las trompetas, la música y los músicos para la resistencia son más necesarios que nunca. Artistas, actores y mujeres ya se manifestaron en marchas por EEUU el 21 de enero de 2017: Shepard Fairey inmortalizó a Munira Ahmed. Muchas más artes y artistas, más conciertos, bailes y marchas deben convocarse contra las murallas que hay que derribar, tanto las físicas como las ocultas: religiosas, étnicas, de género, de clases, de edades, de pobreza, de exclusión.
Las ciudades resistentes son proclives a que los artistas las pinten y las canten, a que se vuelquen en denunciar las fronteras cerradas en graffitis, a cerrar cárceles y campos de refugiados. Los ciudadanos estamos dispuestos para cambiar el mundo, preparados para desmoronar los recintos exclusivos amurallados, para evitar el proteccionismo incivilizado alzando pancartas y partituras urbanas por los derechos civiles.
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