Idriss Aberkane, autor de 'Libera tu cerebro'.
Idriss Aberkane nació y creció en un barrio de la periferia de París. En el colegio público al que iba no aprendió tantas matemáticas como lo hizo con los videojuegos; en ellos vio una excelente fuente de aprendizaje y aún piensa que hay que aprender jugando. Hoy, con 31 años, tiene tres doctorados -uno en neurociencia-, es columnista en Le Point, consejero científico en la misión SeaOrbiter y embajador del Campus Digital de la Unesco. Acaba de publicar un libro, Libera tu cerebro, en el que insta a la sociedad a utilizar su mente de la manera más ergonómica. Habla de educación, aprendizaje, conocimiento y límites. El libro ha agitado las ventas del mercado francés, y en poco más de seis meses ha vendido más de 200.000 ejemplares y los derechos se han vendido a más de diez lenguas.
Aberkane dice que se está gestando una revolución, la del cerebro. "las ha habido en la ciencia, en la política o en la religión; ahora toca la que nos brinda la neurociencia: la liberación del cerebro". Y eso promueve, con citas, ejemplos y estudios que demuestran que no sabemos usar bien nuestro cerebro, que nos hemos acomodado, conformado y que debemos liberarlo para hacerlo flexible, potente, para convertir nuestro cerebro en el de un superhéroe. "Toda revolución, política, filosófica o científica pasa por tres etapas: primero se considera ridículo, luego peligroso y por último evidente, algo que ya dijeron Schopenhauer y Gandhi", dice Aberkane.
Partimos de una misma base: un genio o un prodigio -palabras de las que Idriss dice que abusamos- tienen las mismas neuronas que nosotros, la diferencia radica en su uso, en las conexiones que construyen una manera de pensar. "No utilizamos bien el cerebro, no lo utilizamos de manera ergonómica. Es fácil entender cómo esos prodigios de las matemáticas hacen esas operaciones de cálculo tan complejas en apenas unos segundos. Hay que imaginar que esta botella es un problema matemático y hay que cogerla, y la mano es nuestro cerebro. Tú y yo nos enfrentamos al problema de cogerla con el meñique, obviamente no es el método adecuado; sin embargo, ellos la cogen con toda la mano, por eso les resulta fácil. Lo vemos claro cuando se trata de algo físico; sin embargo, cuando lo hacemos con nuestro cerebro no lo vemos. Cuando la humanidad descubrió la palanca, la polea o la máquina de vapor el mundo se transformó. Sucedió lo mismo cuando se inventó la escritura, la imprenta o internet. Si aplicamos una palanca a nuestra vida física, el mundo se transforma. Si aplicamos una palanca a nuestra vida mental, el mundo se transforma aún más".
Aberkane pretende romper los esquemas del pensamiento, la manera de abrazar el aprendizaje, de entender el conocimiento. "Se trata de abrir la mano y utilizar la totalidad de los dedos, de confiar en lo posible y saber que disponemos de las neuronas para lograrlo. Sólo necesitamos que se conecten de la manera que hemos olvidado hacerlo. Tenemos que liberar la mente, olvidando esquemas, amando el conocimiento, promoviendo una inteligencia colectiva y creyendo en todo lo que está más allá de nuestros límites". Juega, arriesga y huye del conformismo. "He escrito este libro por una sola razón: que todo el mundo, en el momento que sea, pueda citarlo, igual que se cita una constitución, para recordar sus derechos fundamentales, para poder afirmar solemnemente: 'Mi cerebro es sagrado, mis nervios son sagrados; no son mis nervios los que tienen que servir a tu sistema, sino tu sistema el que tiene que servir a mis nervios".
Gran parte del libro está dedicada a la escuela, que el autor cuestiona y critica. Seguidor de la corriente que iniciara Ken Robinson con su discurso de La escuela mata la creatividad, Aberkane considera inaudito que los cerebros humanos se hayan tenido que adaptar a la escuela, a un modelo industrial que únicamente conviene a la economía y esclaviza nuestra mente. "Para los neurocientíficos el cerebro es un conjunto de órganos de una complejidad maravillosa y aún inexplorada, y es tan negligente meterlo en una escuela como lo sería meter un teleobjetivo de dos mil euros en una caja de verduras", afirma en su libro. "¿Cómo se explica que tanta gente en el mundo deteste algo tan estimulante y jugoso en lo intelectual como las matemáticas? (...) Es un crimen contra la consciencia humana que se transmitan de una forma que por fuerza excluye a los alumnos, y más grave aún es considerar esta actitud virtuosa, (...) no hay nada de útil ni de ilustre en convertirlas en un club de élite".
Aprender a pensar y amar el conocimiento nos hará únicos, libres. Según Aberkane la presión de los pares es otro de los grandes escollos hacia la libertad de nuestra mente. "Estamos condicionados a pensar así, la presión del grupo que piensa igual. La relación con ellos tiende a limitarnos en nuestra vida mental, porque nuestro cerebro prefiere la conformidad a la verdad".
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