“Nuestra misión exige que el Observatorio sea un puente entre la Iglesia y el mundo de la ciencia, promoviendo el diálogo interdisciplinario”. Foto: Pablo Aguirre
Director del Observatorio astronómico del Vaticano por casi diez años, sacerdote jesuita, astrónomo y cordobés, el padre José Funes se unió al Observatorio, como investigador, en el año 2000. Seis años más tarde, en 2006, era nombrado director del mismo, reemplazando al padre George Coyne. “Ciencia y Fe. Origen y fin del Universo” es el nombre de la disertación que dejó su paso por la ciudad, el martes pasado en la Universidad Católica de Santa Fe.
“El Observatorio es uno de los tantos puentes existentes entre la Iglesia y la ciencia. Con ello se pone en evidencia que no hay contradicción entre ciencia y Fe, sino que pueden complementarse”, contó a El Litoral, en una impasse entre la charla de la mañana -destinada a alumnos de escuelas secundarias- y la que se desarrolló por la tarde -dedicada al público en general-.
“De donde venimos y a dónde vamos son preguntas que la humanidad se ha hecho desde siempre. Entonces, en esta charla, intento ofrecer la perspectiva científica y la teológica. Esperando que esto permita ampliar los horizontes de quienes participan. Ayudándonos a pensar y vivir la historia de todos los días desde una mirada cósmica, de horizontes más amplios”, enmarcó.
—Ciencia y Fe siempre parecieron términos que no estaban unidos pero que últimamente van cada vez más de la mano...
—En realidad ciencia y Fe han estado siempre relacionadas y se han ayudado mutuamente desde muchos años atrás. Luego ocurrió el caso de Galileo, con todo lo que sufrió, lo que agudizó una relación más conflictiva para fines del siglo XIV. y hoy en día, el vínculo tiene un diálogo sereno donde las dos perspectivas se pueden complementar.
Es curioso que el gran público no suele conocer a monseñor Georges Lemaître, quien fue uno de los precursores de la teoría del Big Bang. Con esto, lo que quiero decir es que la Iglesia no se opone al desarrollo de la ciencia, sino que lo promueve. y un caso claro de esto es el Observatorio del Vaticano, que dirigí por muchos años. Esto no quita que haya tensiones y conflictos aunque, con diálogo, se pueden superar.
—¿Qué experiencia le ha dejado el paso por el Vaticano?
—Ha sido una experiencia muy buena, que amplió mis horizontes. Me ha permitido viajar por el mundo, conocer culturas distintas e incrementar mis conocimientos astronómicos. Ha sido una experiencia positiva.
Después, estar al servicio de dos Papas como director y tres como astrónomo del Observatorio, también me ha dado una perspectiva universal de la Iglesia. Distintos lugares del mundo vistos desde el centro donde Roma y el Vaticano, para los católicos, son ciertamente lugares muy importantes.
—Una consigna que ha hecho suya es que “la astronomía es un excelente medio apostólico” ¿Qué significa y qué dimensiones tiene esta frase?
—Lo que yo quiero decir con ello es que la astronomía, al plantear perspectivas amplias, al ayudarnos a hacernos grandes preguntas, abre esta posibilidad de diálogo entre ciencia y Fe. Entonces, la astronomía, hablando como jesuita que soy, acompaña la misión de la Iglesia. Los misioneros, que en su momento fueron a China e India, además de la actividad propiamente pastoral tenían también la actividad evangelizadora que es la promoción de la Ciencia.
—¿Qué trabajos está llevando adelante hoy y en qué instituciones?
—Ya he vuelto del Vaticano y estoy con ocupaciones en la Universidad Católica de Córdoba. Estoy trabajando en un proyecto multidisciplinar que trata de estudiar desde distintas perspectivas el impacto, a nivel filosófico y religioso, del descubrimiento que podría tener el potencial descubrimiento de vida extraterrestre. y espero que, en un tiempo no demasiado prolongado, ya podamos tener material e información para el público en general y para colegios que me parece que es un tema interesante.
—Por último, considerando su tradición jesuita y que ambos son argentinos ¿Cómo es su relación con el Papa y cómo ve su apostolado hoy?
—Sí, conozco al Papa desde que yo era un estudiante de astronomía. y luego, he tenido la oportunidad de recibir al Papa en el Observatorio. Por supuesto es una alegría tener un primer Papa latinoamericano, conocedor de la realidad de la iglesia de nuestra región y en especial la Argentina. Además porque habla un lenguaje cercano a los jesuitas, un lenguaje proveniente del espíritu ignaciano. Dialecto que tenemos los jesuitas y que también compartimos con gran parte de la Iglesia. Por eso, creo que es una alegría tener un Papa que nos hable directamente y que nos da mayor cercanía.
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