- La intéprete madrileña protagoniza 'La cantante calva', una de las obras cumbres del teatro del absurdo
- La tragicomedia de Ionesco llega al Teatro Isabel la Católica este fin de semana
Adriana Ozores, en una fotografía promocional de la obra 'La cantante calva'. / JAVIER NADAL
Nacida en el seno de una familia de cine, Adriana Ozores (Madrid, 1959) decidió cambiar el rumbo de su carrera cuando vio una representación de La casa de Bernarda Alba dirigida por José Carlos Plaza. Le interesaba ese tipo de teatro, "con un poco más de rigor, de profundidad", explica. Habla del tipo de teatro que lanza preguntas al público, al igual que La cantante calva, obra cumbre del teatro de lo absurdo firmada por Eugène Ionesco que presenta la actriz hoy en el Teatro Isabel la Católica -a las 19:00 y a las 22:00- y mañana a las 19:00. Le acompañará en el escenario Fernando Tejero, Joaquín Climent, Carmen Ruiz, Javier Pereira y Helena Lanza. Ozores destaca la labor de Luis Luque, el director de escena, y lo bien que se lo pasa al representarla. "El teatro del absurdo puede contar tantas cosas, y no sólo de una época, sino también de la condición humana", reflexiona. La comedia con aires de tragedia trata de explicar los sinsentidos de nuestra existencia y de la incomunicación con los demás -y con uno mismo-, y lo hace de la mejor de las maneras: a carcajadas y con inteligencia.
-He leído que vio La casa de Bernarda Alba dirigida por José Carlos Plaza y decidió definitivamente dedicarse a esto. ¿Es cierto?
-Más bien me decanté por entender la profesión de otra manera diferente a como la había concebido hasta entonces. Esa manera de hacer me interesó, me llamó la atención. Empatizaba más con ella. Mi carrera se dirigió hacia otro lugar.
-¿De qué manera entonces entendió esta profesión?
-De otra manera, haciendo un tipo de teatro que a mí me resultaba más divertido, quizá con un poco más de rigor, de profundidad, y relacionado con temas que me interesaban más. Eso sí, al final uno tiene que hacer de todo. Fue una decisión en un momento dado. Me apetecía hacer otro tipo de cosas.
-¿Qué le ha supuesto interpretar una de las obras cumbres del teatro del absurdo como es La cantante calva?
-Muy divertido (ríe). La labor del director, Luis Luque, ha sido decisiva para entender la obra y abordar los ensayos. No había hecho hasta ahora teatro del absurdo, con lo cual es un encuentro muy bonito. He conocido a Ionesco. El teatro del absurdo puede contar tantas cosas, y no sólo de una época, sino también de la condición humana.
-¿Le ha hecho reflexionar también sobre el panorama político de hoy?
-No quiero hacer particularidades. La condición humana no se refiere a un momento histórico, sino a cómo es la condición humana independientemente de lo que pase. Un grande como Ionesco es capaz de hacer obras que toquen esos temas.
-La incomunicación es uno de ellos.
-Exactamente, la incomunicación. No sólo con el otro, sino también contigo mismo. A mí me gusta mucho hacerla. Hay un componente lúdico muy bonito y además estamos contando una cosa que tiene buen contenido.
-¿Cuál ha sido el papel que mayor reto le ha supuesto?
-Quizá Macbeth. Una Lady Macbeth que hice hace unos cuantos años en el Matadero dirigida por Carles Alfaro. También dirigido por él, Petit Pierre. Eso ha sido lo más intenso.
-Me habla de uno de los personajes femeninos más importantes en la obra de Shakespeare.
-Sí, y uno de los más interesantes. Este es uno de los grandes papeles. Lástima que no haya muchos de este tipo.
-Ha rodando recientemente Thi Mai, que lo dirige una mujer, Patricia Ferreira y lo protagonizan mujeres. ¿Por qué no se repite este esquema con más asiduidad, es decir, que haya en una misma película una directora mujer y unas protagonistas femeninas?
-Porque no nos dejan. Los puestos de poder lo tienen los hombres, por ahora. Es muy difícil acceder a las producciones dirigidas por mujeres. Es así de perogrullo.
-Sánchez-Gijón comentó que las actrices españolas pasan de ser "el objeto del deseo" a ser "la madre del objeto del deseo". ¿Qué lugar ocupa la mujer en el cine actualmente?
-Pues imagínate, después de lo que te he dicho y lo que dice mi amiga Aitana. Las mujeres ocupamos un 16% dentro de la producción de personajes en la cultura.
-Es una cifra ridícula.
-Es una cifra de escalofrío. Es así. No sabe uno qué hacer. Cuando hay iniciativas para mover todo esto nos encontramos con trabas por todos lados.
-¿El hecho de ser mujer siempre le ha condicionado?
-Absolutamente. No sabes de que manera me lo he peleado para no ser la tonta con directores de cine que a lo mejor me han ofrecido un personaje que podía estar bien, pero de una manera determinada. Que os quede claro a todas, es una lucha que se hace por todas.
-Claro, lo que pasa es que esa acción se ve empañada a veces por declaraciones de otras mujeres. El otro día una compañera entrevistaba a Ana Obregón, que decía sobre el feminismo que "por qué hay que reivindicar algo si ya tenemos derecho a ello".
-Hay mucha gente que tiene esa manera de ver las cosas. Hay mujeres que piensan eso. Ante eso habrá otra que nos peleemos dentro de nuestras posibilidades. Yo sé que hay algún director con el que no voy a trabajar más porque le dije que no iba a hacer determinadas cosas y no lo hice.
-¿Por qué motivos ha llegado a desechar sin miramientos un papel?
-Los compañeros miramos el producto de forma global. A lo mejor tu personaje no te interesa tanto, pero sí el director y los compañeros. Hay muchas maneras de mirar eso.
-¿De verdad le cambia tanto la vida a uno ganar un Goya?
-Jajaja. Profesionalmente sí que es importante. Igual que te digo que puede ir a favor también en puede ir en contra. Conozco a un montón de actores que le han dado un Goya, sobre todo jovencitos, y que no han vuelto a trabajar. Puede ser un arma de doble filo.
-Esta profesión es peligrosa... De repente, la nada.
-No, es una profesión peculiar y en la que no puedes decir: "He conseguido un Goya y ya lo tengo todo hecho". Uy, no, tú estás examinándote cada día con cada nuevo proyecto.
-¿Hay alguna serie actual a la que le siga la pista?
-Mucho, mucho. La del cuento de la criada. Es una serie que yo me siento muy tocada, no sólo por algo que pasó y que pasa, sino con algo que puede pasar. Durísima, pero muy interesante. Escenas de violencia hay muchas, pero tocan lo más íntimo de las mujeres.
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