El ex director de la Alhambra reflexiona sobre los modelos de desarrollos urbanos y los valores del paisaje acosado por el cemento
BELÉN RICO GRANADA
A los lectores más jóvenes de Granada Hoy el nombre de Mateo Revilla quizás no les suene tanto, sin embargo para muchas generaciones, su nombre está indisolublemente vinculado a conceptos como patrimonio o cultura. Desde que en 2004 dimitiera del cargo de director del Patronato de la Alhambra y el Generalife, puesto en el que estuvo 19 años, ha permanecido alejado de los focos. Sólo alguna vez atiende a la prensa para responder a las preguntas sobre cuestiones de actualidad de ese monumento, que pocas personas en el mundo pueden presumir de conocer tan bien. Esta tarde, a las 19:00 horas, hará una de esas escasas reapariciones públicas. La cita es en la Biblioteca de Andalucía con motivo del ciclo Textos en la Encrucijada, que organiza el Ateneo.
El que antes de director del Patronato de la Alhambra fuera viceconsejero de Cultura de la Junta de Andalucía presentará a debate un texto clave para el debate sobre bienes comunes como el paisaje y patrimonio:Paesaggio, constituziones, cemento, de Salvatore Settis, una obra que le permite establecer un paralelismo entre Italia y España sobre estas materias que tan bien domina.
El hombre que consiguió ampliar el perímetro de protección del conjunto monumental y la recuperación del Carmen de los Alijares y el Carmen de los Catalanes, el responsable de un nuevo concepto de los valores paisajísticos de la Alhambra, vuelve de forma obsesiva a la importancia de la planificación del crecimiento urbano, un proyecto en el que tienen que estar implicadas y coordinadas todas las administraciones competentes. "Hay que planificar bien teniendo en cuenta muchos conceptos, desde la salud hasta la belleza, que también influye en la calidad de la vida cotidiana", explica el historiador del Arte, para quien la planificación del territorio "es una competencia que no debe estar cedida a administraciones muy próximas al ciudadano, porque se ven sometidas a muchas presiones".
Para evitar errores como el crecimiento desordenado de Granada y sus ciudades dormitorio por la Vega y las montañas aledañas, apunta como solución la cesión de competencias urbanísticas a instancias, "como mínimo regionales".
El problema, para Revilla, ha sido la miopía con la que se han enfocado los asuntos urbanísticos, la incapacidad de ampliar el campo de visión para tener una panorámica de conjunto y no dar lugar a "estropicios como el de la Torre de San Lázaro, a menos de un kilómetro de Plaza Nueva". "No hay un estudio paisajístico del impacto de edificios de una cierta altura y no está mesurado, se ve desde todas las partes altas de Granada" , una ciudad, que en su opinión "es un ejemplo negativo de esa falta de planificación territorial".
Prueba de ello, de esa falta de visión de las administraciones competentes, es que se han podido producir casos tan "grotescos" como el de los restos de la Plaza de Toros o la situación en la que se encuentra el Albaicín.
En el tema del crecimiento no se trata tanto de un problema de la ciudad en sí,como de la falta de coordinación de los planes de ordenación urbanística de los pueblos del Cinturón, porque estas ciudades dormitorio se han terminado convirtiendo en barrios de la capital. "Hay que definir el modelo de ciudad", señala el experto, quien explica que, al igual que en Italia, "la consecuencia de la burbuja inmobiliaria junto con la explosión demográfica" ha sido "el abandono del modelo de ciudad intensiva, que ha sido sustituida por un modelo extensivo de ocupación del territorio", convirtiendo amplias áreas en "inmensos suburbios".
Las ciudades se extienden "como manchas de aceite" en "barrios de baja densidad que consumen mucho suelo, con equipamientos complicados" que dan origen a grandes desplazamientos con los consiguientes problemas de tráfico y que producen zonas degradas. "Sólo hay que observar Granada desde un punto alto para ver esas ramificaciones casuales por la Vega y la montaña". Sin embargo, Revilla no cree que la solución sea la declaración de la Vega como BIC. "No tiene entidad para ser declarada un Bien de Interés Cultural, lo que tiene que hacerse es una planificación global, no de cada pueblo".
Un ejemplo de este disparate ha sido el crecimiento en las costas, tanto en Italia como en España, donde una nueva ley va a amnistiar a miles de viviendas en una forma de legitimación de ese "disparate".
Para Revilla, basta con echar un vistazo a la costa de Granada para econtrar "un ejemplo muy elocuente": el caso de las viviendas de Cerro Gordo, que se construyeron "sin criterio ninguno", no ya paisajístico, "ni siquiera geotérmico". Sobre esa necesidad de cambiar la mirada, de aprender a acercase a valores como la belleza y la historia, o lo que es lo mismo, mirar el paisaje y el patrimonio sin superponer sobre ellos la imagen de la gallina de los huevos de oro, reflexionará esta tarde el que fuera responsable de la insignia de la ciudad.
El que antes de director del Patronato de la Alhambra fuera viceconsejero de Cultura de la Junta de Andalucía presentará a debate un texto clave para el debate sobre bienes comunes como el paisaje y patrimonio:Paesaggio, constituziones, cemento, de Salvatore Settis, una obra que le permite establecer un paralelismo entre Italia y España sobre estas materias que tan bien domina.
El hombre que consiguió ampliar el perímetro de protección del conjunto monumental y la recuperación del Carmen de los Alijares y el Carmen de los Catalanes, el responsable de un nuevo concepto de los valores paisajísticos de la Alhambra, vuelve de forma obsesiva a la importancia de la planificación del crecimiento urbano, un proyecto en el que tienen que estar implicadas y coordinadas todas las administraciones competentes. "Hay que planificar bien teniendo en cuenta muchos conceptos, desde la salud hasta la belleza, que también influye en la calidad de la vida cotidiana", explica el historiador del Arte, para quien la planificación del territorio "es una competencia que no debe estar cedida a administraciones muy próximas al ciudadano, porque se ven sometidas a muchas presiones".
Para evitar errores como el crecimiento desordenado de Granada y sus ciudades dormitorio por la Vega y las montañas aledañas, apunta como solución la cesión de competencias urbanísticas a instancias, "como mínimo regionales".
El problema, para Revilla, ha sido la miopía con la que se han enfocado los asuntos urbanísticos, la incapacidad de ampliar el campo de visión para tener una panorámica de conjunto y no dar lugar a "estropicios como el de la Torre de San Lázaro, a menos de un kilómetro de Plaza Nueva". "No hay un estudio paisajístico del impacto de edificios de una cierta altura y no está mesurado, se ve desde todas las partes altas de Granada" , una ciudad, que en su opinión "es un ejemplo negativo de esa falta de planificación territorial".
Prueba de ello, de esa falta de visión de las administraciones competentes, es que se han podido producir casos tan "grotescos" como el de los restos de la Plaza de Toros o la situación en la que se encuentra el Albaicín.
En el tema del crecimiento no se trata tanto de un problema de la ciudad en sí,como de la falta de coordinación de los planes de ordenación urbanística de los pueblos del Cinturón, porque estas ciudades dormitorio se han terminado convirtiendo en barrios de la capital. "Hay que definir el modelo de ciudad", señala el experto, quien explica que, al igual que en Italia, "la consecuencia de la burbuja inmobiliaria junto con la explosión demográfica" ha sido "el abandono del modelo de ciudad intensiva, que ha sido sustituida por un modelo extensivo de ocupación del territorio", convirtiendo amplias áreas en "inmensos suburbios".
Las ciudades se extienden "como manchas de aceite" en "barrios de baja densidad que consumen mucho suelo, con equipamientos complicados" que dan origen a grandes desplazamientos con los consiguientes problemas de tráfico y que producen zonas degradas. "Sólo hay que observar Granada desde un punto alto para ver esas ramificaciones casuales por la Vega y la montaña". Sin embargo, Revilla no cree que la solución sea la declaración de la Vega como BIC. "No tiene entidad para ser declarada un Bien de Interés Cultural, lo que tiene que hacerse es una planificación global, no de cada pueblo".
Un ejemplo de este disparate ha sido el crecimiento en las costas, tanto en Italia como en España, donde una nueva ley va a amnistiar a miles de viviendas en una forma de legitimación de ese "disparate".
Para Revilla, basta con echar un vistazo a la costa de Granada para econtrar "un ejemplo muy elocuente": el caso de las viviendas de Cerro Gordo, que se construyeron "sin criterio ninguno", no ya paisajístico, "ni siquiera geotérmico". Sobre esa necesidad de cambiar la mirada, de aprender a acercase a valores como la belleza y la historia, o lo que es lo mismo, mirar el paisaje y el patrimonio sin superponer sobre ellos la imagen de la gallina de los huevos de oro, reflexionará esta tarde el que fuera responsable de la insignia de la ciudad.
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