Todas las potencias espaciales se apuntan al reto de colonizar el satélite
CRISTINA L. ÉBOLI | MADRID
Posible colonia en la Luna. / Foto: Archivo
Una vez que las agencias espaciales parece que se han autoconvencido de que aún pasarán muchos años antes de que un humano pise Marte, la Luna ha recobrado un especial interés para todos.
La última vez que un hombre paseó por su superficie fue en 1972. A partir de entonces perdió todo el interés de EE UU y la URSS, únicas potencias espaciales del momento. Pero en la última década son muchos los países que han dado pasos de gigante en sus programas espaciales. Y, claro, lo más fácil sigue siendo llegar hasta el satélite terrestre. Tanto que muchos piensan que en breve se dará una nueva carrera para conquistar la Luna. Y esta vez será para quedarse. El envío de un rover chino ha sido el pistoletazo de salida. Ya han anunciado su interés de explorar el satélite Rusia, la ESA, la India o Corea del Sur. El último objetivo de todos ellos es asentarse en él.
Tanto interés ha provocado en muchos países que EE UU haya vuelto a mirar hacia ella, aunque ya no exista el riesgo, salvando a China, de tener que irse a la "cama bajo la luz de una luna comunista", tal y como temió el presidente estadounidense Lyndon B. Jhonson en la década de los sesenta. La idea novedosa de la NASA es enviar nuevas misiones aunque compartiéndolas con inversión privadas. En este caso, magnates como Sir Richard Branson ya han anunciado su intención de construir hoteles lunares.
La colonización de la Luna además de un hito histórico supondría una segura fuente de riquezas para quien las tuviera a su alcance. Al margen de los muchos minerales que contiene, cuenta con una gran cantidad de Helio 3. Este elemento, muy escaso en la Tierra, sirve de fuente de energía estable y no radiactiva. Según los cálculos de los científicos 25 toneladas cubrirían las necesidades energéticas de la Unión Europea durante un año. Y esos mismos cálculos apuntan a que en la superficie lunar podrían estar depositadas hasta un millón de toneladas, material suficiente para abastecer a la Tierra durante siglos.
Pero todos estos sueños tocan con la realidad, que aunque la Luna se encuentre mucho más cerca que Marte, sigue siendo tozuda. Primero está el problema de enviar humanos a la Luna, algo que en esto momento solo podría hacer EE UU con garantías, pero que carece de naves para hacerlo. Y después se tendría que crear una base permanente. Habría que encontrar agua en la Luna y extraerla, superar los efectos de la radiación solar -que pueden causar tumores en pocos meses- proporcionar una atmósfera a los colonos, alimentos, una fuente de energía... Todo esto costaría mucho dinero, sin duda.
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