Animales y plantas de altas cumbres aprovechan la estabilidad térmica que se genera bajo la nieve y esperan las ‘señales’ para ‘renacer’
JUAN ENRIQUE GÓMEZ y MERCHE S. CALLE |
No importa que sobre ellos haya varios metros de nieve y que una dura capa de hielo toque la tierra. Las especies que habitan las altas cumbres de Sierra Nevada, saben que bajo el manto blanco hay un ecosistema donde poder sobrevivir y que cada año se convierte en su hogar durante siete meses. La línea que marca la frontera entre el suelo y la nieve no es un espacio inerte. En las zonas rocosas está lleno de huecos; en los cascajales y pedregales está plagado de pequeñas y grandes galerías; en los espacios llanos, con borreguiles y pastizales, la humedad es una constante, y en todos ellos, la capa de nieve proporciona la estabilidad térmica que las especies animales y vegetales necesitan. Al mismo tiempo que en el exterior, las cumbres son azotadas por grandes nevadas y ventiscas y las temperaturas pueden llegar a superar cotas de veinte grados negativos, en el suelo, bajo la nieve, no hace viento, la luz está filtrada por la capa helada, y la temperatura se mantiene siempre igual: cero grados. Una cota que permite la vida de muchos organismos y la permanencia del equilibrio ecológico de la gran montaña bética.
La mayoría de las especies de flora de Sierra Nevada poseen periodos muy cortos para poder desarrollar sus ciclos de vida, que tienen que concentrar en las pocas semanas, en las que además «desarrollan y mantienen formas de latencia que les permitirán sobrevivir al invierno. Bajo la nieve es frecuente encontrar yemas protegidas, tanto en el suelo como entre los restos de lo que antes fue su parte aérea. De otras sólo quedan sus bulbos o rizomas, que usan como el reservorio de nutrientes que permite a las yemas, que formarán el nuevo ejemplar, un desarrollo temprano, incluso anterior a la retirada total de la nieve», afirma el botánico y técnico de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía, José Miguel Muñoz Díaz, que estudia el comportamiento de las especies vegetales y las adaptaciones con las que consiguen sobrevivir a las durísimas condiciones a las que se enfrentan en las mayores altitudes de la península Ibérica.
No todas las plantas dejan sus semillas latentes durante el invierno y crecen al llegar el buen tiempo, la realidad es que son muy pocas las especies que se reproducen en las altas cumbres, y lo habitual es que sea la misma planta la que vuelve a crecer y florecer. Para ello ha tenido que mantenerse viva y aprovechar ese microhábitat que le proporciona la capa de nieve sobre ella.
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