En pleno siglo XXI la capital aún tiene espacios no adaptados a las personas con movilidad reducida
MIGUEL LÓPEZ GRANADA
Imagine su día a día de esta forma. Sale de su casa, avanza unos metros, se encuentra con un escalón y no puede bajarlo. Va a tirar la basura y no puede levantar la tapa del cubo. Quiere trasladarse al centro, pero no es capaz de subirse al autobús, ni a un taxi. Y así mañana tras mañana; una y otra vez. Esta situación, tan surrealista para muchos, es la que se encuentran diariamente cientos de personas con discapacidad en Granada, una ciudad en la que aceras, transporte público y demás servicios no están completamente adaptados para personas con movilidad reducida.
Una de las tareas diarias que más problemas genera a los discapacitados es la de tirar la basura. El mecanismo que permite levantar la tapadera de los contenedores orgánicos es tan complejo que incluso los clásicos cubos verdes que había antaño eran menos problemáticos que los actuales. Estos se basan en una palanca de pie que, al presionarla, lo abre. Algo nada sencillo, pues algunos discapacitados se encuentran con varios problemas derivados de su funcionamiento.
Por un lado está la altura. Una persona en silla de ruedas difícilmente alcanzará a la zona superior de un contenedor que se encuentra a casi un metro y medio. Otro factor a tener en cuenta es la distancia con respecto a la acera. Dado que la mayoría de estos contenedores se encuentran en incursiones de la calzada -normalmente zonas de aparcamiento-, las personas con movilidad reducida se las ven y se las desean para acceder hasta ellos sin peligro de encallar la silla en el espacio existente entre el cubo y la pavimentación de la calle.
Pero, sin duda, el principal óbice para muchos personas con discapacidad es la obligación de tener que conjugar el movimiento de brazos con el de piernas. Una fórmula que, pese a parecer moderna, obliga a quienes no pueden hacer uso de sus extremidades inferiores a usar las dos superiores. Una para levantar la tapadera -cuyos bordes, en ocasiones, se encuentran sucios- y la otra para depositar la bolsa.
Los hay para los que la tarea aún es más ardua, pues sólo pueden usar uno de sus brazos. Es el caso de Manolo Martín, deportista paralímpico granadino en la modalidad de boccia: un deporte creado exclusivamente para los discapacitados. Él y un grupo de personas con discapacidad, acompañados por el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Granada, Paco Cuenca, denunciaron ayer la despreocupación que, a su juicio, manifiesta el equipo de gobierno de José Torres Hurtado para salvar estas barreras arquitectónicas.
"Además de que son altos, la mayoría de contenedores están separados de la acera. Tienes miedo a poder caerte. Yo, por ejemplo la mano derecha no la puedo usar", afirma con indignación Martín. En su caso, una tarea tan aparentemente sencilla se convierte en misión imposible sin la ayuda de una segunda persona.
Cuenca aprovechó para pedir al alcalde colaboración y seriedad con un colectivo que "lleva meses denunciando esta situación pero no obtiene respuesta por parte del Consistorio". Una situación que se da también en otros ámbitos del quehacer diario como el transporte público. "Las rampas de los autobuses no funcionan, y hay muy pocos eurotaxis. Si encima se encuentran lejos de tu ubicación, te encuentras con un auténtico problema cuando tienes una urgencia. Quiero recordar que los discapacitados necesitamos salir con una hora y media de antelación para ir a casi cualquier sitio", expuso Martín. "No puede ser que la parte más importante de la ciudad, su centro histórico, sea completamente inaccesible. No queremos dar pena, sino ser como todo el mundo", apuntó.
El acto de denuncia se llevó a cabo en la calle Martínez Campos de la capital. Allí hay una acera con forma de isleta cuyos bordillos son casi imposible de sortear para los discapacitados. Y es que Granada, una de las ciudades más bonitas del mundo aún tiene una asignatura pendiente: la accesibilidad.
Una de las tareas diarias que más problemas genera a los discapacitados es la de tirar la basura. El mecanismo que permite levantar la tapadera de los contenedores orgánicos es tan complejo que incluso los clásicos cubos verdes que había antaño eran menos problemáticos que los actuales. Estos se basan en una palanca de pie que, al presionarla, lo abre. Algo nada sencillo, pues algunos discapacitados se encuentran con varios problemas derivados de su funcionamiento.
Por un lado está la altura. Una persona en silla de ruedas difícilmente alcanzará a la zona superior de un contenedor que se encuentra a casi un metro y medio. Otro factor a tener en cuenta es la distancia con respecto a la acera. Dado que la mayoría de estos contenedores se encuentran en incursiones de la calzada -normalmente zonas de aparcamiento-, las personas con movilidad reducida se las ven y se las desean para acceder hasta ellos sin peligro de encallar la silla en el espacio existente entre el cubo y la pavimentación de la calle.
Pero, sin duda, el principal óbice para muchos personas con discapacidad es la obligación de tener que conjugar el movimiento de brazos con el de piernas. Una fórmula que, pese a parecer moderna, obliga a quienes no pueden hacer uso de sus extremidades inferiores a usar las dos superiores. Una para levantar la tapadera -cuyos bordes, en ocasiones, se encuentran sucios- y la otra para depositar la bolsa.
Los hay para los que la tarea aún es más ardua, pues sólo pueden usar uno de sus brazos. Es el caso de Manolo Martín, deportista paralímpico granadino en la modalidad de boccia: un deporte creado exclusivamente para los discapacitados. Él y un grupo de personas con discapacidad, acompañados por el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Granada, Paco Cuenca, denunciaron ayer la despreocupación que, a su juicio, manifiesta el equipo de gobierno de José Torres Hurtado para salvar estas barreras arquitectónicas.
"Además de que son altos, la mayoría de contenedores están separados de la acera. Tienes miedo a poder caerte. Yo, por ejemplo la mano derecha no la puedo usar", afirma con indignación Martín. En su caso, una tarea tan aparentemente sencilla se convierte en misión imposible sin la ayuda de una segunda persona.
Cuenca aprovechó para pedir al alcalde colaboración y seriedad con un colectivo que "lleva meses denunciando esta situación pero no obtiene respuesta por parte del Consistorio". Una situación que se da también en otros ámbitos del quehacer diario como el transporte público. "Las rampas de los autobuses no funcionan, y hay muy pocos eurotaxis. Si encima se encuentran lejos de tu ubicación, te encuentras con un auténtico problema cuando tienes una urgencia. Quiero recordar que los discapacitados necesitamos salir con una hora y media de antelación para ir a casi cualquier sitio", expuso Martín. "No puede ser que la parte más importante de la ciudad, su centro histórico, sea completamente inaccesible. No queremos dar pena, sino ser como todo el mundo", apuntó.
El acto de denuncia se llevó a cabo en la calle Martínez Campos de la capital. Allí hay una acera con forma de isleta cuyos bordillos son casi imposible de sortear para los discapacitados. Y es que Granada, una de las ciudades más bonitas del mundo aún tiene una asignatura pendiente: la accesibilidad.
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