Recuperado tras décadas de abandono y una polémica restauración, se mantiene como el mejor mirador de Granada y su historia
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JUAN ENRIQUE GÓMEZ / MERCHE S. CALLE | GRANADA
Panorámica de Granada. :: J. E. G. |
Es la atalaya defensiva desde la que se divisa la totalidad de la ciudad, el conjunto palatino de la Alhambra, el Albaicín, el valle del Darro y la Vega. La visión adecuada para que una fortaleza pudiese cumplir con el que fue su cometido: asegurar las villas del Cerro del Sol, las huertas del Generalife, e impedir el acceso de enemigos a la Acequia Real. Es el paraje que los granadinos conocen con la denominación de Silla del Moro, donde se encontraban las ruinas de las torres árabes de las que se desconoce su nombre y que más tarde, tras la caída del Reino de Granada, fueron castillo e iglesia de Santa Elena. La historia de la ciudad se respira con intensidad cuando desde el pie del antiguo emplazamiento fortificado se contempla la ciudad del siglo XXI, con la torre de la Vela recortada sobre el verde de la Vega y el colorismo de los edificios de la metrópoli contemporánea.
Tras décadas de abandono, en 2011, la Silla del Moro fue restaurada y convertida en un mirador que forma parte del Conjunto Monumental Alhambra y Generalife y del Parque Periurbano, el punto desde el que la visión de Granada se convierte en un verdadero privilegio. Visitar el antiguo bastión defensivo de los palacetes de Dar al-Arusa (la Sultana y la Amada), es un magnífico objetivo para una mañana de domingo, ya que este espacio fue vallado tras la restauración y se mantiene cerrado de lunes a sábados. El Patronato de la Alhambra solo abre sus puertas los domingos, tampoco los días festivos. Pero aunque solo sea accesible un día por semana, merece la pena acudir a pasear con la mirada puesta sobre las almenas de la Alhambra, tras acceder por el viejo camino que llega desde la espalda del Generalife, junto al Cementerio y que, durante décadas, fue parte de la carretera de subida al Llano de la Perdiz. Es un paseo entre pinos, quejigos, matorral mediterráneo y la visión de la fortaleza roja.
La polémica restauración llevada a cabo entre 2008 y 2011, eliminó la imagen de la torre que se alzaba sobre las huertas del Generalife, que fue destruida en el siglo XVII y reconstruida de forma inadecuada en el XX y que había vuelto a caerse casi en su totalidad. La decisión fue recuperar y mantener las estructuras que formaban la plataforma defensiva, y lo que realmente da valor al espacio, el mirador sobre la historia de la ciudad.
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