sábado, 17 de agosto de 2019

Del arrepentimiento al perdón. ¿De qué nos arrepentimos más? elhuffingtonpost

Arrepentirse es un ejercicio natural y bien gestionado es productivo.


ANTONIO_DIAZ VIA GETTY IMAGES
Llevo conmigo las heridas de todas las batallas que he evitado”
Fernando Pessoa
Del arrepentimiento se aprende, del perdón se sana
El autor
A las víctimas del terrorismo no les basta con que sus verdugos muestren arrepentimiento, se les exige pedir perdón. ¿Por qué buscamos la verbalización de la contrición?
Arrepentirse y pedir perdón son dos fases consecuentes de un proceso de cierre, de pasar página. El arrepentimiento tiene una fuerte connotación religiosa: es condición sine qua non para lograr la absolución eclesiástica renegar del pensamiento, palabra, obra u omisión inadecuados. La liturgia católica nos hace decir “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa” y pedimos la intercesión de la Virgen para lograr el perdón del Santísimo. De esta manera, limpiamos el expediente y comienza el contador a cero.
En la vida civil las cosas son algo diferentes: nos enfrentamos al resultado de decisiones que no han evolucionado como esperábamos. En ese punto, cuando vemos que el producto de nuestra decisión no es el esperado, nos arrepentimos de haberla elegido.
Sin la consecuencia de lo que decidimos un día en el pasado las cosas serían diferentes, pero nunca sabremos si mejores.
Sin embargo, arrepentirse es un ejercicio natural y bien gestionado es productivo. A medida que crecemos vamos conformándonos como el resultado de nuestras decisiones, lo que somos ahora (nuestro criterio, nuestros valores, la vida que tenemos) es la secuela de lo que hicimos en un momento concreto que ya pasó, y no debemos renegar de ello. Sin la consecuencia de lo que decidimos un día en el pasado las cosas serían diferentes, pero nunca sabremos si mejores.
A hechos consumados, cuando conocemos el resultado, es muy fácil decir “si pudiera dar marcha atrás, lo haría de otra manera”. Sin embargo, ese error, ese resultado inesperado es la base de las decisiones acertadas que tomaremos en el futuro. Simplemente, porque en su momento elegimos mal, hemos incorporado un aprendizaje que nos resultará muy útil en adelante. Sí, hay que saber arrepentirse, pero sin quedarse encallado en el error, ya no hay marcha atrás, hay que avanzar.
Pero, cuando nuestra decisión afecta a terceros, ¿por qué hay que llegar hasta el perdón? Arrepentirse es un ejercicio racional que analiza el proceso que conecta una decisión y un resultado. El perdón tiene un fuerte componente emocional, catártico, de reconocimiento del daño causado que el ofendido percibe como una contrición real a través de la humillación del ofensor: El caso extremo de pedir perdón es hacerlo de rodillas e implorando por este, en una clara actitud de subyugación. 
Resulta llamativo que la gran mayoría de los arrepentimientos tienen que ver con lo que no se hizo, con lo que se dejó de hacer.
A modo ilustrativo, incluyo a continuación los resultados de un estudio de los psicólogos Neal J. Roese and Amy Summerville en 2005. Estos investigadores preguntaron a más de 3.000 personas de qué se arrepentían. Llegaron a reunir más de 4.000 respuestas distintas, pero estas son las 12 más recurrentes, de mayor a menor frecuencia:
1.- Educación (No haber estudiado más o haber elegido otra formación)
2.- Carrera profesional (No haber apostado por una mayor evolución laboral)
3.- Pareja (Decisiones que tienen que ver con el amor)
4.- Paternidad/Maternidad (No haber dedicado más tiempo a los hijos)
5.- Uno mismo (No haber sido de cierta manera: más generoso, cariñoso, tranquilo, etc.)
6.- Tiempo libre (No haber practicado otras actividades: deportes, hobbies, hábitos…)
7.- Economía (Decisiones económicas: comprar cierta casa, invertir en bolsa, prestar a un amigo…)
8.- Familia (No haber pasado más tiempo con los padres, abuelos, hermanos, etc.)
9.- Salud (Haber fumado, no haber llevado una dieta sana, poco deporte, …)
10.- Amigos (Haber descuidado a amigos hasta perder el contacto.)
11.- Espiritualidad (No haber practicado ninguna religión o filosofía)
12.- Comunidad (No haber participado en trabajos de voluntariado, asistenciales, altruistas.) 
Resulta llamativo que la gran mayoría de los arrepentimientos tienen que ver con lo que no se hizo, con lo que se dejó de hacer, y esto es algo que siempre aparece de manera destacada en las últimas etapas de la vida o ante una enfermedad grave.
La conclusión es clara: vuélcate en las decisiones que te quedan aún por tomar, aporta toda tu experiencia y tu sabiduría en tu próxima encrucijada, y acepta que eres lo que eres en este momento. Olvida lo que podrías haber sido.

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