lunes, 14 de diciembre de 2020

La memoria del desierto granadahoy.com

 TRIBUNA

JAVIER CASTEJÓN CASADO

Cirujano y profesor de la Facultad de Medicina de la UGR


Hace unos años conocí los campamentos de refugiados saharauis como médico cooperante En las decisiones políticas, parece que el último criterio a tener en cuenta es el ser humano

Una niña de los campamentos de regufiados saharauis JAVIER CASTEJÓN CASADO

Primero fue la traición y después el abandono. Tras esto, se intentó el olvido que fue imposible. Por último, ahora, vuelve la guerra y vuelve la vergüenza a estos gobiernos españoles que quieren y no pueden evitar la historia.

El desierto tiene memoria más allá del silencio que envuelve sus dunas de arena, solamente interrumpido a veces por el aullido de su viento endemoniado. Y la memoria despierta la historia dormida, y a veces incluso, como hoy pasa, hace que retorne la guerra, porque más allá del silencio de las dunas sobreviven los abandonados y traicionados. Aquellos a los que se pretendió olvidar entre las arenas de las dunas.

Las guerras olvidadas son imposibles de olvidar. Las guerras olvidadas son aquellas que apenas tienen relevancia en los medios de comunicación ni presencia en el entorno sociopolítico del mundo desarrollado, porque la influencia de los abandonados (de los olvidados, que para el caso es lo mismo) es escasa o nula a la hora de definir la voluntad de los políticos poderosos.

Pero a veces los olvidados surgen repentinamente de sus trincheras infinitas y los políticos dicen "algo" que rompe el silencio de los olvidados.

Ahora dice Trump, hoy presidente de nada donde los haya, que la soberanía sobre los territorios de Sáhara Occidental (antigua provincia, que no colonia española) corresponde al reino de Marruecos, en un giro de política internacional. Al mismo tiempo así lo ha declarado Israel, denostado desde siempre por los pueblos árabes, y ahora de repente reconocido por este Reino de Marruecos. Todo ello se realiza ignorando el mandato de Naciones Unidas que pretende, en base a su siempre lucha por la libertad de los pueblos, no tomar determinación alguna sobre el asunto hasta la realización de un referéndum que clarifique la situación.

en este tablero de ajedrez que es la política internacional, resulta que España está justo en medio, dado que como potencia administradora que legalmente no ha dejado de ser del Sáhara Occidental tiene la obligación de la voz y del voto en este tema. Y como está obligada, Sánchez, (presidente este sí, de España, para bien o para mal), no tiene más remedio que postergar su programado viaje de Estado a Marruecos para quitarse de en medio y no comprometerse con el tema en estos momentos, y para ello le echa la culpa a la pandemia. Posiblemente no lo hará en ningún otro momento. Y como todos los gobiernos españoles desde la transición, aquellos saharauis que fueron españoles (hoy sus descendientes) continuarán olvidados en el desierto de dunas y viento.

Lo terrible no es la cuestión política. Esta quizá sea lo de menos. Lo terrible es que, desde aquella traición de 1975 cuando ellos quedaron abandonados por España, sobreviven en campamentos de refugiados, ubicados en el desierto más atroz que existe, centenares de miles de hombres, mujeres y niños, que ven pasar los años ( y ya casi la vida de sus hijos nacidos entre esas dunas) a la espera de una solución que no llega. Que no llega porque depende de unos políticos que juegan al ajedrez, olvidando que los peones son seres humanos casi reducidos a polvo de arena por el olvido de los que mandan. En las decisiones políticas, parece que el último criterio a tener en cuenta es precisamente el ser humano, el mismo que inventó la Política.

LOS SAHARAUIS SOBREVIVEN EN CAMPAMENTOS DE REFUGIADOS EN EL DESIERTO MÁS ATROZ QUE EXISTE

En la primera década de este siglo conocí los campamentos de refugiados saharauis como médico cooperante de misiones sanitarias que partían muchas veces desde Granada, cargadas de solidaridad. Ya son décadas las que la Asociación Granadina de Amistad con la República Árabe Saharaui Democrática y la Federación Andaluza de Asociaciones Solidarias con el Sáhara llevan enviando cooperantes (sanitarios y de todo tipo) a la región para aliviar en la medida infinita del volumen de su miseria el dolor de los habitantes de aquel desierto.

En ese desierto fue donde conocimos e hicimos amistad con sus habitantes. Sobre todo, nos percatamos de que la razón de su supervivencia como pueblo, residía en la esperanza puesta en la justicia internacional, la promesa de Naciones Unidas de establecer la razón entre los pueblos.

En las jaimas ubicadas entre las dunas de arena vivían (sobrevivían, diría yo) miles de ciudadanos saharauis gracias a la ayuda y protección de Naciones Unidas y de numerosas oenegés que le llevaban ayuda. La mayoría de tales oenegés partían desde España, desde el mismo pueblo español cuyos gobiernos sucesivos, en una actitud de negligencia histórica mantenida e interesada, hacían (y siguen haciendo) caso omiso a las sucesivas peticiones de justicia llegadas desde el propio pueblo saharaui, e incluso desde las mismas Naciones Unidas.

EL DESIERTO TIENE MEMORIA MÁS ALLÁ DEL SILENCIO QUE ENVUELVE SUS DUNAS DE ARENA

Pero aquel olvido que pretendieron los políticos españoles fue imposible, en gran parte por la presencia continuada de oenegés españolas y cooperantes, llegados muchos desde Granada y otros puntos de España a la zona.

Hoy parece que la razón se aleja una vez más del debate político, hasta el punto de que incluso un presidente de nada llamado Trump se pone del lado de unos contra otros; y otro presidente, este llamado Sánchez, se pone de perfil en un intento de no salir en la foto. Al primero no sabemos si le da igual o no, aunque se adivina bajo su postura un oscuro interés político. El segundo quiere negar la responsabilidad que tiene y, como otros antes que él, pretende que pase el tiempo y vuelva el olvido.

No debe haberse percatado de que el desierto tiene memoria más allá del silencio que envuelve sus dunas de arena y el aullido de su viento endemoniado.


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