martes, 15 de febrero de 2022

"No hay momentos de más soledad que los del insomne" granadahoy.com

David Jiménez, ganador del I Premio No Ficción
 Libros del Asteroide. 
D.S.
 ANHELADOS SUEÑOS. El ensayo ‘El mar dormir’ inaugura el I Premio de No Ficción de Libros del Asteroide con una aproximación a las experiencias comunes que pueden arrojar las distintas problemáticas en torno al sueño. Su autor, David Jiménez (Madrid, 1986) es doctor en Estudios Hispánicos por la Universidad de Cambridge. Ha sido profesor en universidades de Reino Unido y de España. También ha firmado las novelas Salter School y Cambridge en mitad de la noche y de los ensayos El país de la niebla y 2017. La crisis que cambió España; y ha publicado la monografía Nuestro hombre en Londres. Ramiro de Maeztu y las relaciones angloespañolas.

–Hablamos mucho de lo mal que dormimos actualmente pero afirma que, realmente, es difícil encontrar una comparativa.

–Yo creo que es algo parecido a lo que ocurre con la salud mental: ¿va a más, o es que lo reconocemos más y hablamos más de ello? ¿Nuestros tatarabuelos se deprimían? Pues, probablemente, sí, pero había problemas más acuciantes, como no morirte de hambre, o de cólera, o de cualquier cosa.Es complicado saber hasta qué punto vivimos un momento excepcional de falta de sueño, lo que no quita que exista.

–Usted mismo dice que siempre ha dormido mal.

–Sí, pero en un principio no era algo pensado para vertebrar un libro, sino más bien una explicación sobre algo que era una parte importante de mi vida, ya que el mal dormir es algo que deja una huella muy importante en el día a día. Fue tomando cuerpo a través de la escritura, pero ocurre que es uno de esos temas tan interesantes, que empiezas a tirar del hilo y no terminas. Y eso que está bastante enfocado a la historia social del sueño, ya que mi formación es como historiador.

–Tan suculento era el tema que terminó ganando el I Premio de No Ficción de Asteroide.

–Un premio, además, muy novedoso, que no señala manuscritos ya terminados, sino proyectos por terminar. Así que, partiendo de lo que tenía apuntado y de las lecturas que había hecho, lo presenté.

–Una explicación al mar dormir, indica, está en los cronotipos: un mundo que no está hecho para búhos.

–Los búhos somos un tercio de la población, estamos en minoría. Sé que hay problemas mucho más graves en el universo, pero el que vive arrastrado por las mañanas siempre ha tenido cierta incomprensión, aunque es algo que está en la inercia biológica y no se puede evitar. Quienes tenemos ciclo vespertino vemos que nuestro momento de mayor lucidez es entre las ocho y las nueve de la noche, a partir de ahí, trabajamos realmente bien. Lo que el resto del mundo conoce como mañanas.

–Ya nos habían dibujado así antes de internet y los móviles.

–De hecho, leer, que es a lo que me he dedicado por las noches durante gran parte de mi vida, es la actividad que ahora recomiendan –tampoco es que sirva de gran cosa, pero es silenciosa y no molesta–. Lo que sí es curioso es que el no dormir de cuando niño no lo recuerdo como algo angustioso. La angustia viene al hacerse adulto y pensar que deberías estar descansando. Otra de esas asunciones generalizadas en el mundo es que, si tienes problemas del sueño, es que realmente nunca te has hecho mayor del todo, que te permites ir a tu bola. Si te hubieras disciplinado como hace la gente, no irías tan desnortado.

"LOS BÚHOS SOMOS UN TERCIO DE LA POBLACIÓN, SE TRATA DE UNA INERCIA BIOLÓGICA Y NO SE PUEDE EVITAR"

–Luego está la mística del noctívago, al que se le hace un crápula irredento o creativamente brillante. Cuando el que tiene insomnio lo que está es... cansado.

–Existe una tradición muy rica en torno al genio nocturno, muy romántica, por la intensidad que se supone de su vida intelectual y creativa, que le abstrae de los ritmos del mundo y por eso trabaja de noche en vez de durante el día. Puede que se dé cierta casualidad, que algunos búhos respondieran a este arquetipo, llamara la atención a sus semejantes y ese halo venga de ahí... Pero el mal dormir es algo que, sencillamente, sucede, sea uno mediocre o excepcional. Tiene una razón fisiológica pero no está ligado a una particular genialidad.

–Otra gran curiosidad es por qué el cerebro parece hiperactivo justo al acostarse.

–Y en bucle de pensamientos negativos, tanto sobre el pasado como sobre el futuro. Hay otra cosa que aumenta esa angustia que es la soledad: horas sin hablar con nadie. Sin asomarte al perfil de nadie. Sin escuchar siquiera la radio por si te distraes. No hay momento de la vida en el que uno esté más solo.

–Antes de la industrialización, dice, existía el sueño bifásico: dormíamos en dos tandas.

–Se ha documentado bastante bien que, en muchos lugares, en la noche preindustrial, se dormía en dos fases, ya fuera en dos tramos durante la misma noche o nuestra famosa siesta. Se supone que es un poco más natural para nuestro cuerpo, pero esta dinámica la habrían suprimido los ritmos de trabajo e industrialización. Las órdenes monásticas, por ejemplo, han regimentado la noche, un momento que se consideraba especialmente apto para la espiritualidad.

–En el otro extremo, cuenta el caso de un agente de bolsa en Londres, que recuerda sus años de mayor actividad (y poco descanso) y que termina viendo todo aquello... justo.

–Esa misma persona me decía que, en mitad de todo el cansancio, había un punto de productividad que no baja, y trabajaba sobre ello... Puede ser así, pero lo normal es que la gente descansada sea más productiva, aunque existan determinadas profesiones que tienen una ética interna muy de sacrificio del sueño y del tiempo, enmarcado en una idea de crecer y demostrar cosas. En la línea de la ética protestante de que si te esfuerzas mucho, te irá bien. Pero claro, hay casos en los que acaba mal, y también es importante reconocerlo.


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