Un hombre de 88 años pasa cinco días de pesadilla tras el robo de su única compañía
-
JOSÉ R. VILLALBA | GRANADA
Momento de la entrega del mulo a Ramón por parte de un oficial de la Guardia Civil. :: IDEAL
El escritor onubense de Moguer Juan Ramón Jiménez recreó en una de sus obras cumbre, ‘Platero y Yo’, la amistad de un hombre con un burro, después de haber perdido la confianza en el género humano al quedar sin familia. Con él pasaba la mayor parte del día, a él le confiaba sus secretos y él se convierte en su mejor confidente. El libro se editó en 1917, solo ocho años después en 1925 un niño alpujarreño de Cáñar vio la luz por primera vez. Ese bebé se llama Ramón Funes Moya y hoy tiene 88 años. El paisaje de su vida son las montañas de La Alpujarra alta, las aguas que bajan de Sierra Nevada buscando de forma atropellada al río Guadalfeo y la sencillez de una vida entregada a las labores del campo de sol a sol.
Ramón lleva años viviendo solo. O casi solo, porque su mejor compañero de los últimos 22 años ha sido su mulo Cordero. Este longevo alpujarreño habita en la planta de arriba y Cordero en el establo, en el bajo de la casa de Cáñar que ambos comparten. El pasado sábado 11 de mayo, Cordero desapareció por la noche sin dejar rastro, bueno en realidad no desapareció sino que se lo llevaron.
Ramón lo buscó mañana, tarde y noche sin tregua.Subía monte arriba, iba a la era, a las tierras de labor, a todos esos sitios recorridos durante los últimos 22 años por este sencillo agricultor que se vio superado por la ‘fuga’ de este noble animal. Comer no dejó de comer, pero el apetito quedó aparcado en un segundo plano, las noches eran más largas que los días mareando en la cabeza las ideas de qué le había podido pasar a Cordero, dónde se encontraba y por qué se había marchado. Noches de vigilia en las que Ramón pensó de todo.
Unas de las primeras personas a quien llamó fue a su único hijo, que ejerce de profesor en Sevilla. Le contó entre sollozos lo ocurrido, Cordero desapareció sin hacer ruido y desde entonces no dormía pensando en su mulo, con quien tantas fatigas ha compartido. Su vástago le recomendó calmarse y le dio esperanzas de que el mulo aparecería más temprano que tarde. También lo empujó para que denunciara su desaparición en el cuartelillo de la Guardia Civil de Órgiva, adonde acudió el pasado jueves 16 de mayor gracias a que un sobrino lo trasladó en coche a presentar la denuncia.
En el cuartelillo, le comentó a una guardia civil los días de angustia acumulados desde que dejó de ver a Cordero, hizo constar en su denuncia que lo buscó por la Sierra de Cáñar, por las eras, por todos esos rincones secretos donde Ramón ‘filosofaba’ con su mulo Cordero. La Guardia Civil de Órgiva se puso manos a la obra para tratar de localizar al animal y la casualidad quiso que en menos de 24 horas una patrulla del municipio de Lanjarón lograra localizarlo.
El cuatrero
El viernes 17 de mayo interceptaron a un hombre de 50 años montando al mulo de Ramón por la zona de la fábrica de aguas de Lanjarón, a la salida del pueblo. El individuo es un conocido de la Benemérita que suele pasar temporadas cortas en La Alpujarra y de vez en cuando efectúa alguna fechoría. A todo ello debe sumarse que sus facultades mentales andan un tanto mermadas. Cuando fue preguntado sobre la procedencia del mulo no supo dar explicaciones coherentes, lo cual hizo dudar a los agentes. Posteriormente comprobaron si el microchip del animal se correspondía con el del mulo robado. Y también lo era.
El cuatrero fue detenido y pasó a disposición judicial el mismo viernes por la mañana. El mulo... quedó a la espera de la llegada de Ramón, quien se personó en Lanjarón apenas media hora después de ser avisado por la Guardia Civil.
Cuando Ramón se reencontró con Cordero se agarró del hocico del mulo y no logró aguantarse las lágrimas que le brotaban de los ojos, tal y como comentó a este periódico un oficial de la Guardia Civil presente en ese momento.
Ramón, agazapado con su boina negra, sus zapatillas de paño azules, el pantalón de faena y su porte de hombre de bien, no tardó mucho tiempo en colocarle la cuerda o el cabestro al cabezal del mulo y comenzar a caminar con su mulo como viene haciendo día sí y al otro también desde hace 22 años. Le dieron la posibilidad de contratar un transporte para llevar al mulo desde Lanjarón hasta Cáñar a cambio de 70 euros.Se negó.
Este hombre, criado en la austeridad y en el trabajo de sol a sol, tensó la cuerda y comenzó a caminar bajo la lluvia desde Lanjarón hasta Cáñar por la carretera, una estampa cargada de bucolismo. Así recorrieron los 16,7 kilómetros entre Lanjarón y la casa de Ramón en Cáñar, Cordero y este alpujarreño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario