- Los acónitos se encuentran entre las plantas más venenosas
- En Sierra Nevada hay dos especies de esta familia diferentes cuya floración máxima se produce en el mes de agosto
Aconitum burnatii, flores con el azul característico de la especie y flores con hipocromatismo. / REPORTAJE GRÁFICO: JOSE M. MUÑOZ Y MARIO RUIZ
Se atribuye a Paracelso, alquimista, médico y astrólogo suizo (1493-1541) la frase de "Nada es veneno, todo es veneno: la diferencia está en la dosis". En la Sierra se encuentran muchas plantas que pueden resultar tóxicas, producir enfermedades e incluso ser letales en función de la cantidad y forma de tomarlas. Pero los acónitos, plantas pertenecientes a la familia de las Ranunculáceas, están consideradas como las más tóxicas en nuestro continente y entre las 10 plantas conocidas más 'venenosas'. Todas las partes de los acónitos contienen alcaloides tóxicos para los animales y para el hombre, pero las hojas y, sobre todo, las raíces acumulan sustancias especialmente peligrosas por sus efectos cardio- y neurotóxicos a concentraciones muy bajas. La aconitina, presente en sus raíces, es uno de los alcaloides más potentes ya que apenas 1 miligramo es suficiente para ralentizar el corazón y provocar la muerte de una persona adulta. Por otro lado el acónito puede suponer una fuente oculta de envenenamiento por hierbas no tóxicas aunque contaminadas por sus raíces.
ACÓNITO AZUL
Conocido también como revientavacas o verdigambre, el acónito azul (Aconitum burnatii) está incluida en el Libro Rojo de la Flora Amenazada en la categoría de vulnerable. Presente en diferentes montañas del sur de Europa, en nuestra Península sólo se ha citado en el monte Oroel (en el Pirineo oscense) y en Sierra Nevada donde se encuentran diferentes poblaciones dispersas debido a su alta especificidad ecológica y su dependencia de una alta humedad edáfica. Su rango altitudinal en Sierra Nevada va desde los 1.700 a los 2.500 metros de altitud.
Su hábitat son los herbazales higrófilos, en el borde de arroyos de montaña o de lagunas y lagunillos. Se desarrolla sobre suelos húmedos y profundos, ricos en materia orgánica donde suele estar acompañado de especies como la primavera de Sierra Nevada (Primula elatior subsp. lofthousei), el cardo de aguas (Cirsium pyrenaicum), la cineraria de Sierra Nevada (Senecio elodes), la aguileña de Sierra Nevada (Aquilegia nevadensis), la dedalera (Digitalis purpurea), la tiraña de flores grandes (Pingüicola grandiflora)… y especies del género Juncus y Carex.
El acónito azul es una megaforbia, con un tamaño anormalmente grande entre la flora de la alta montaña (puede llegar hasta 150 cm). Durante el duro invierno de las cumbres pierde la parte aérea que rebrota en primavera al llegar el deshielo. Los tallos floríferos empiezan a desarrollarse en junio y la floración suele iniciarse a mediados de julio, con un máximo a mediados de agosto.
Ficha descriptiva: Hierba vivaz, rizomatosa con un tallo erecto, robusto, sorprendentemente alto para lo que se observa en las plantas de Sierra Nevada, de hasta metro y medio.
Las hojas son simples y alternas. Las basales largamente pecioladas, las caulinares (que salen directamente del tallo) son palmatisectas (limbo dividido en segmentos que a su vez están divididos).
La inflorescencia es ramificada, recubierta de pelos glandulares, con flores hermafroditas, zigomorfas, (literalmente significa en forma de 'yugo' y se aplica a las flores con un plano de simetría bilateral), de color predominantemente azul, (aunque también hay flores con hipocromatismo casi completamente blancas), formadas por cinco piezas desiguales, la superior a manera de casco que incluye dos nectarios muy desarrollados y luego tras dos laterales y otras dos inferiores.
Frutos secos y dehiscentes con semillas negras y brillantes.
ACÓNITO BLANCO
En Sierra Nevada también se encuentra otra especie del mismo género que es conocido como acónito o verdigambre blanco y también 'hierba lobuna' aunque el nombre científico, Aconitum vulparia (subespecie neapolitanum), alude al zorro (cuyo nombre científico, proveniente del latín, es Vulpes vulpes). Más pequeña que su 'prima', ambas tienen una ecología muy similar aunque el acónito blanco es más abundante en la península ibérica, (presente en los sistemas montañosos septentrionales), y está más ampliamente distribuida por otras montañas de Europa y Norte de África.
Amenazas: La toxicidad de los acónitos les sirve de protección ya que no son ingeridas por los animales pero el ganado que suele deambular por los lugares donde se desarrollan estas especies puede producir alteración en la calidad de las aguas o daños por pisoteo. La contaminación de las aguas de ríos y lagunas de alta montaña o la impermeabilización de las acequias constituyen elementos de reducción de sus hábitats idóneos, ya de por sí escasos.
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