- El periodo estival invita a practicar actividades de ocio fuera de casa
- El compromiso para reducir las consecuencias de ese mayor impacto que provocamos es crucial
La responsabilidad social de empresas y personas es más necesaria en verano
En verano, la mayoría de los mortales nos vamos de vacaciones. Acudimos en masa a los pueblos, al campo, a la playa o a otros países. Nos alojamos en casas de alquiler, en hoteles, en campings. Provocamos el aumento del tráfico por carretera, el tráfico aéreo, el tráfico de ferrocarriles. Practicamos actividades de ocio diferentes. Comemos más, bebemos más, nos relajamos todo lo que podemos. Y es justo por eso por lo que, a pesar de que pueda sonar a la pesada señorita Rottenmeier, quiero usar hoy esta tribuna que me ofrece el periódico para recordar que ahora es más necesaria que nunca la responsabilidad social de las empresas que ofrecen sus servicios vacacionales, pero también, y sobre todo, la responsabilidad social de las personas que los disfrutan.
Si pensaron que la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas es suficiente, se equivocan. El orden está invertido. De hecho, soy de ese nutrido grupo de profesionales de la RSC que piensan, con el sentido común de nuestro lado, que es la sociedad o todos nosotros en conjunto los que podemos provocar la reacción determinante de las empresas en su necesaria función como agente social de cambio y equilibrio sostenible. Pero claro, si nos relajamos con la excusa de las vacaciones, no lo conseguimos.
Es necesario pensar en plural
No me digan que no han oído nunca este tipo de frases: "¿Qué puede hacer una botellita que yo deje en la playa?", o "si no se ve, es una lata que tiro al agua. ¡La usan los peces para hacer sus casas!", o "¿por una colilla que yo tire se va a morir el hombre, porque yo no recicle en casa se va a acabar el mundo", o "para dos días que voy a estar aquí...".
Y hay más frases de este tipo: "Yo enciendo la barbacoa en el campo porque tengo mucho cuidado", o "a ver si ahora vamos a tener que pedir permiso para todo", o "el que venga después que lo arregle", o una muy de televisiva y quizás la más habitual "esto estaba así cuando yo llegué".
En el fondo de todas estas frases está la misma forma de pensamiento individualista y a corto plazo que ni considera la dimensión colectiva que nos hace sociedad, ni piensa en el futuro más allá de su propia existencia.
Pasa exactamente lo mismo con las personas que con las empresas. Están las que orientan sus resultados en el corto plazo y con estrategias de negocio individualistas en las que ganar significa que otro esté por detrás o pierda, y las que se comprometen con otra forma de gestionar más a largo plazo y con una estrategia global en la que ganar puede significar que ganen todos.
¡fuera altruismo!
No es una cuestión de filantropía, de verdad que no. Ni de altruismo, ni de amor al prójimo, ni de ecologista a ultranza, ni de animalista, ni de naturalista, ni de progre, ni de nada a lo que se puedan asociar las actitudes sostenibles que realmente necesitamos adoptar todos. Es una cuestión de interés propio y muy personal. Y en verano, una cuestión de interés propio elevado a la enésima potencia.
Leía el otro día una noticia que me dejó pensativa. Muy pensativa. Según los cálculos de una organización internacional que colabora con WWF, la Global Footprint Network, el pasado 2 de agosto la humanidad agotó su presupuesto ecológico anual. Eso significa que mientras vivíamos en España la enésima operación salida de tráfico y nos disponíamos muchos a iniciar el relajante verano, estábamos ya consumiendo recursos naturales del año que viene según la capacidad del planeta para regenerarlos, o lo que es lo mismo, nos estamos ya "comiendo" literalmente los recursos naturales de las generaciones que nos siguen. Y resulta, que cada año se adelanta un poco más esa fecha. Y eso es con los recursos renovables, no quiero ni pensar cómo están las existencias de los no renovables.
Por todo esto, la próxima vez que vean a alguien dejándose sus residuos en la playa, o presencien el acto de tirar una latita al mar, o consuman ustedes cualquier servicio de ocio que no garantice la sostenibilidad, o escuchen alguna de las frases que hemos compartido en este artículo, háganse un favor a ustedes mismos y no dejen pasar la oportunidad de llamarles la atención. Porque la responsabilidad personal y el interés propio empieza por ahí, y se está convirtiendo en una cuestión de supervivencia.
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