JOSÉ CARLOS CABRERA. MEDIADOR INTERCULTURAL
-¿Cuál es la función de un mediador intercultural?
-Muchas personas piensan que es simplemente un traductor. Un buen mediador tiene no sólo que ser hábil en el conocimiento de los códigos de las diferentes culturas, sino haberse formado en técnicas de resolución de conflictos y comunicación. Desgraciadamente, todavía queda mucho por recorrer tanto en la percepción de su importancia como en la formación.
-¿Tiene conciencia la sociedad de la necesidad de vuestro papel?
-Las nuevas realidades están dando paso a nuevas profesiones. La emigración es uno de los grandes temas de nuestro futuro como europeos. Su existencia o no en los servicios sociales evidencia el interés de la Administración en la mejora de la calidad de sus servicios.
-Los conflictos de integración en algunos países de Europa evidencian un fracaso en las políticas sociales. ¿Ha reaccionado España mejor que otros países?
-Hay que señalar que un Estado como el francés no ha apostado nunca por una verdadera política intercultural, por lo que las poblaciones extranjeras se han ido alejando a la periferia. En España, en los diez últimos años, los emigrantes sólo han pasado para instalarse en otros países sin crisis. Ahora que dicen que salimos de ella debemos repensar qué gestión queremos hacer con la emigración. Si no elegimos la más inclusiva tendremos los mismos problemas.
-Trabaja con menores inmigrantes en Algeciras. Muchos cruzan el Estrecho de forma clandestina, ¿Cómo les marca esa experiencia en sus vidas?
-Sin duda les marca, pero más una atención desenfocada, con una Ley del Menor anterior al flujo migratorio o la inexistencia de mediadores interculturales en los centros a los que se les lleva. No son sólo menores, sino adolescentes en un momento evolutivo clave de sus vidas.
-Cuando cumplen 18 años suelen quedarse en un limbo sociolaboral. ¿Qué se está haciendo mal?
-Muchos que son acogidos por el sistema de protección salen al cumplir los 18 años de los centros sin documentación por diferentes circunstancias. Esto, sumado a los inexistentes recursos, los deja en una situación de vulnerabilidad extrema. Muchos nos preguntamos para qué invertimos trabajo y tiempo con ellos si luego se les abandona. La propia situación es una clara imagen de que algo estamos haciendo mal.
-¿La convivencia entre culturas es una utopía?
-Eso dependerá del nivel de consciencia que seamos capaces de transmitir a la sociedad sobre la importancia de la emigración en el sistema actual de pensiones. Así como el ceder y comprender que los que vivimos en el mismo país debemos tener los mismos derechos y obligaciones.
-Algeciras y Andalucía son puerta de entrada a Europa. ¿Se invierten los recursos necesarios para afrontar este flujo humano?
-Andalucía, como región frontera, es prioritaria para fondos específicos de la UE sobre esta materia, pero la realidad es que no llegan o si llegan no se ha notado ningún cambio en 17 años.
-¿Y lo que se invierte está bien empleado?
-No lo creo. En marzo decían que iban a cerrar el centro de menores emigrantes de El Cobre y en julio que iban a habilitar 100 plazas más. No es lo mismo integrar que almacenar. No hay una política clara, se sigue pensando que esto de la emigración es coyuntural, por lo que seguimos improvisando.
-En su trabajo habla árabe marroquí, clásico y francés. ¿Le ha abierto puertas laborales?
-Sobre todo me ha abierto puertas para descubrir otras formas de pensar y de ver el mundo y poner incluso en entredicho nuestros propios valores. Todo esto me ha hecho crecer como persona y sí, sin duda, me ha ayudado a participar en proyectos muy interesantes.
-La tecnología y las redes sociales le apasionan. ¿Son un arma en favor de la integración?
-Es un arma indispensable. Los emigrantes pueden venir sin ropa o sin dinero, pero todos vienen con un teléfono móvil, si no estamos en los teléfonos entonces estaremos lejos de donde ellos están. Este año, gracias a la empresa algecireña Omniumlab, hemos desarrollado una app para prevenir la emigración y mejorar la percepción sobre los migrantes que nos está dando muchas alegrías.
-¿Los menores que llegan al centro de El Cobre saben de móviles y redes sociales como los europeos de su edad?
-Por supuesto, y se comunican con sus familias a través de estos medios. Insisto, si no estamos ahí estamos perdiendo una oportunidad gigante para una mejora de la inclusión de estos colectivos.
-¿Qué concepto tienen de España estos menores?
-Desgraciadamente tienen una visión muy distorsionada sobre nuestra realidad, lo cual, sumado a su juventud, puede desembocar en frustración y en ser presa fácil para personas que quieran aprovecharse de ellos. Uno de los efectos perversos de la mala inclusión social es la radicalización.
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