-Algunos relatos de Réplica aparecieron ya publicados en revistas y volúmenes colectivos. ¿Cuándo se percató de que había un libro en marcha?
-En realidad me hicieron percatarme de ello los responsables de la editorial Candaya. Yo soy muy lento escribiendo pero, para bien o para mal, ellos me piden que produzca. Revisé algunos de mis últimos relatos y comprobé que se podían reunir con una cierta unidad, que había en ellos una visión del mundo. Así que decidí hacerlo en Réplica.
-Tanto el título del libro como otras referencias explícitas evocan a Philip K. Dick y el universo Blade Runner. La reflexión final sobre no estar como una manera de seres propia de androides.
-Así es. Casi siempre, cuando se trata de construir personajes, los escritores atendemos a su presencia, su apariencia, lo que muestran en la ficción. Pero a mí interesan especialmente la construcción de personajes que no están. El protagonista del relato que da título al libro es casi siempre confundido con otros, en su mayor parte famosos, y esta forma de no estar, o de que otros estén en su lugar, le define.
-¿Podríamos decir lo mismo de los escritores?
-Desde luego. La figura del escritor que no escribe es apasionante y de hecho ha generado mucha literatura. Recuerda Bartleby y compañía de Enrique Vila-Matas. El silencio es una opción estética y política muy respetable. No se es menos escritor por dejar de escribir.
-¿Le tienta la posibilidad de dejar de hacerlo?
-Sí, mucho, a menudo. Es más, cada vez me cuesta más publicar. Soy muy reservado. Si al final lo hago es porque, como te decía, hay una editorial que pone todo su empeño e insiste, lo que por otra parte es extraordinario en estos tiempos. Y porque al final me puede el ego, supongo. Esto de escribir y publicar no deja de conllevar una búsqueda implícita de afecto.
-¿Busca inspiración para sus personajes en las personas de su entorno?
-En Autopsia sí hay personajes que están más o menos inspirados en personas que he conocido directamente. Pero en el resto de mis novelas y relatos no es así, al menos que yo recuerde. Prefiero dejar el asunto en manos de la imaginación
-¿Es distinto el oficio de escritor a la hora de meterle mano a un libro de relatos o a una novela?
-La narrativa obedece siempre al mismo impulso, ya sea al escribir relatos o novelas. Las distinciones tienen más que ver con la longitud de la que dispones para contar una historia. Pero a veces esto tampoco está muy claro. Al principio pensé que Réplica, el relato que cierra el libro, podía funcionar como una nouvelle, una novela corta, independiente, y de hecho sigo pensando que es así. Después, sencillamente, me pidió el cuerpo que la incluyera como un relato más, y eso hice.
-Volviendo a Dick, ¿le interesa la ciencia-ficción, digamos, pura?
-Me interesa como posibilidad constructiva. Hay escritores como Stanislaw Lem, al que rindo homenaje en el cuento Logos, que me gustan mucho, pero me llaman más la atención autores como Jonathan Lethem, que lo que hacen es más bien jugar con el género. La ciencia-ficción pura me entretiene, pero no me apasiona. De todas formas, yo no me referiría a Philip K. Dick o a Kurt Vonnegut como escritores de ciencia-ficción.
-Pero ellos sí lo hicieron al referirse a sí mismos.
-Sí, pero también escribieron otras cosas. De hecho, Dick aceptó su posición de autor de ciencia-ficción porque era justo lo que las editoriales le permitían publicar. Todo lo demás se lo rechazaban, aunque también escribió novelas muy interesantes fuera del género. Creo que en este caso la etiqueta no le hace honor del todo, su calidad como escritor es bastante más grande.
-Réplica parte de una premisa muy interesante: un escritor del futuro se dirige a lectores del siglo XXI y escribe para ellos una ficción que puedan comprender. ¿Cree que la ficción cambia tanto realmente a lo largo del tiempo hasta hacerse incomprensible?
-Posiblemente la ficción no evolucione en esos términos, pero otra cosa es que los lectores tengan más o menos dificultad a la hora de enfrentarse a una escritura de otro tiempo. Creo que en esto influye no tanto la ficción en sí como los contextos en los que se escribe y en los que se lee. De todas formas, creo que con la suficiente información contextual, en una edición anotada, sí que podemos disfrutar cualquier ficción.
-¿La mayor evolución de la ficción ha venido de la mano de la no ficción, de la entrada en juego del autor como testimonio del yo?
-Tal vez, pero estas reglas las comprendería perfectamente un lector de Garcilaso en su época, o de Dante, en cuya obra la metaliteratura tiene un enorme peso específico. Muchas de las presuntas grandes innovaciones de hoy en este sentido ya las introdujo Cervantes en el prólogo del Persiles, que, dicho sea de paso, me interesa mucho más que el propio Persiles.
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