No dejes que las cosas lleguen hasta este punto
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No hay dos rupturas exactamente iguales, pero es cierto que las discusiones que llevan a una pareja a separarse tienden a ser bastante parecidas.
De acuerdo con varios expertos en terapia matrimonial, estas son las siete discusiones que suelen tener las parejas antes de romper:
1. La discusión de "Parece que somos compañeros de piso"
La mayoría de los matrimonios no sobreviven con un polvo al año. Aunque algunas parejas no conciben el sexo como una prioridad, muchas creen que es un aspecto crucial de una relación satisfactoria. Cuando el sexo queda en segundo plano, esta discusión no tarda en producirse, según explica Sari Cooper, terapeuta neoyorquina y presentadora del programa Sex Esteem.
"El miembro de la pareja que se queja lo hace para comunicarle al otro que la llama de la pasión se está apagando y que la falta de contacto sexual ya no es aceptable", aclara. "Si el que recibe la queja no está dispuesto a esforzarse por hacer que vuelva a surgir la conexión erótica, es posible que la situación acabe en ruptura".
2. La discusión de "Nunca deberíamos haber empezado a salir"
Las parejas que mantienen una relación sana suelen echar la vista atrás y recordar con cariño los primeros momentos de su vida juntos. Si recuerdas más de los malos momentos ("¿Te acuerdas de cuando llevábamos dos meses juntos y se te olvidó recogerme del aeropuerto?"), no es muy buen augurio, explica la terapeuta matrimonial Kari Carroll.
"Cuando los recuerdos positivos empiezan a desvanecerse, es señal de que la pareja se está distanciando emocionalmente", explica. "De que están reescribiendo el pasado y autoconvenciéndose de que su relación estaba destinada al fracaso desde el principio".
Para salvar la relación, Carroll recomienda a las parejas que recuerden los buenos momentos vividos y les sugiere que, por ejemplo, busquen fotos antiguas. "Esto puede ayudar a convertir los pensamientos negativos en una perspectiva más optimista", asegura.
3. La discusión de "Siento que te sientas así"
Para que una disculpa signifique algo, tiene que ser auténtica. Cuando le dices a tu pareja "siento que te sientas así" después de una discusión acalorada, estás despreciando sus sentimientos con una disculpa que no es una disculpa, señala la terapeuta de Chicago Daniella Kepler.
"En vez de reducir la tensión, este tipo de disculpa se interpreta como una muestra despectiva o de condescendencia", aclara. "Si pides perdón por cómo se siente tu pareja no le transmitirás que estás entendiendo por lo que está pasando. Estos intentos de disculpa frustrados son otra señal de un posible futuro infeliz".
4. La discusión de "Siempre haces esto" o "Nunca haces esto"
Deja a un lado las generalizaciones cuando discutas con tu pareja; prescinde de frases como, por ejemplo, "Nunca me invitas a ir con tu grupo de amigos" o "Siempre dejas los platos en el fregadero para que los lave yo".
Sea cual sea el motivo, el uso de generalizaciones y de palabras como "nunca" o "siempre" tienden a provocar resentimiento y discusiones más graves, de acuerdo con la terapeuta matrimonial de Florida Marni Feuerman.
"A veces la gente se da cuenta de que está utilizando términos extremos y frena en seco", explica. "Otras veces, hay quien empieza a creerse que la realidad es así; 'Siempre hace más caso a su madre que a mí', por ejemplo. Ese tipo de cosas pueden hacer que la relación acabe estallando".
5. La discusión de "¿Por qué te vas cuando discutimos?"
Esta pregunta sugiere que uno de los dos tiene una actitud evasiva; un pecado capital en cualquier relación que se precie, según Feuerman. Esta actitud evasiva se da cuando una persona está tan molesta que se cierra en banda y se desentiende de la discusión.
"Cuando uno de los miembros de la pareja no está dispuesto a implicarse y resolver el conflicto, los problemas ganan intensidad", aclara. "A veces, la persona que se va durante la discusión simplemente lo hace porque se agobia y necesita relajarse, pero tiene que estar dispuesta a volver para seguir con la conversación y resolver el problema".
Si uno de los dos es propenso a tener esta actitud evasiva y a evitar el conflicto, "es fácil que la pareja entre en una dinámica que les acabe llevando a la ruptura", opina Feuerman.
6. La discusión de "Yo hago todas las tareas de la casa"
Dejar (siempre) los platos sucios en el fregadero afecta más al matrimonio de lo que parece: un estudio realizado en 2015 por la Universidad de Alberta (Canadá) sugiere que las parejas más igualitarias están más satisfechas con su relación y practican más sexo que las que no se reparten las tareas del hogar.
Como terapeuta matrimonial, Carroll lo sabe de primera mano.
"Las parejas que vienen a terapia conmigo siguen discutiendo por las tareas de la casa hasta que solucionan problemas más profundos, que normalmente suelen estar relacionados con el desequilibrio de poder en la relación", explica. "Mientras que las personas que mantienen relaciones más equilibradas no tienen problema a la hora de encargarse de ciertas tareas o responsabilidades".
"Esto se debe a que en toda relación romántica queremos sentirnos comprendidos y valorados a un nivel emocional muy profundo", aclara. "Si te ocupas de las tareas igual que tu pareja, la estarás demostrando que la valoras y te preocupas por ella".
7. La discusión de "No quiero discutir más"
Paradójicamente, que se acaben las discusiones puede ser el principio del fin, según la terapeuta matrimonial y familiar neoyorquina Amy Begel.
"Es prácticamente un divorcio emocional simbólico: uno de los miembros de la pareja está demasiado distanciado emocionalmente como para que le importe", comenta. "Cuando uno de los dos dice que no quiere discutir más está dando por hecho que el otro no le va a escuchar. Pero cuando los problemas no se hablan, surgen los conflictos internos, y esa es la razón por la que mucha gente decide divorciarse"
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