-Economistas en prime time. ¿Cómo ha cambiado la televisión?
-Es una maravilla. Es bueno que la gente se interese por la economía, que no piense que es una cosa muy complicada que hay que dejar que otros organicen.
-Pero los economistas son muy criticados, sobre todo desde la crisis de 2008.
-La economía no es una ciencia de predecir el futuro. Puedes hacer estimaciones, pero la labor de un economista no es predecir el futuro. No somos la bruja Lola. La economía es una ciencia social muy compleja y el objetivo de las estimaciones no es acertar como si fueses un gurú, sino ver las razones a las que te han llevado esas estimaciones.
-Si le nombran ministro de Economía, ¿cuál sería su primera medida?
-Lo primero que hay que hacer en España es un cambio de modelo fiscal. Tenemos que pasar de intentar recaudar el máximo, que es lo que hay ahora mismo, a un modelo fiscal expansivo, que es intentar atraer mucho más capital, mucha más inversión, que las empresas crezcan y pensar más en los ingresos del mañana que en el déficit de ahora. Hay que tener una fiscalidad mucho más atractiva.
-Con una bajada masiva de impuestos, ¿cómo sostiene el Estado de bienestar?
-Pues bajando impuestos y creciendo más. No se mantiene poniendo como meta el gasto a toda costa. El Estado de bienestar no se debe medir por cuánto se gasta, sino por el servicio que se ofrece. No se hace sostenible con una estructura impositiva que frena el crecimiento económico.
-Es especialmente beligerante con el impuesto de Sucesiones. ¿Qué le parece el acuerdo alcanzado en Andalucía?
-Este acuerdo es un parche. El impuesto de Sucesiones es moralmente inaceptable, porque grava a cosas que ya han pagado impuestos durante mucho tiempo. Es profundamente confiscatorio e injusto.
-Ya, ya...
-Primero es un parche; segundo, la música no suena bien. Porque suena a que el objetivo no es eliminar el impuesto injusto o bonificarlo, sino buscar un subterfugio para que a través del mínimo exento al final acabes recaudando lo mismo. Suena un poco a trampa. Pero bueno, no está mal que empecemos por ahí.
-Tampoco está de acuerdo con el BCE. Pero si suben los tipos, como recomienda, a los españoles les suben las hipotecas.
-Subir los tipos no le sube a usted la hipoteca. Ya paga un tipo de interés muy por encima de lo que fija el BCE. Su hipoteca no tendría por qué subir en un entorno competitivo.
-El español de a pie sufriría.
-Sufre porque se genera una burbuja en la economía precisamente por bajar los tipos agresivamente. La burbuja inmobiliaria no pasó en España por casualidad. La crisis no fue causada por la falta de estímulos, sino por el exceso de ellos.
-¿Está más cerca de las políticas de Trump o de Merkel?
-¡Qué buena pregunta! Estoy más cerca de la política fiscal de Trump y más cerca de la política presupuestaria de Merkel. Ella, y Schröder antes, han sacado a Alemania de su problema estructural gracias a una política de déficit cero y de contención del gasto público. Sin embargo, Alemania sigue teniendo un sistema fiscal muy poco incentivador para las empresas.
-En España las cifras de paro siguen siendo inaceptables y el autónomo está maltratado.
-Tenemos una percepción del mercado laboral equivocadamente proteccionista. Pensamos que la rigidez nos va a proteger y lo único a lo que nos lleva es a tener un desempleo estructural muy alto. Y cuando se habla de flexibilidad en España se centra en el despido. Pero el problema no es el despido. Es que no se incentiva la contratación. Y de ahí las dificultades que tienen los autónomos y las pymes.
-¿Esta recuperación ha convertido a España en un país de camareros?
-No. Eso es una falacia absoluta. España tiene más empleados públicos, más del doble, que camareros y nadie dice que es un país de funcionarios. Es parte de ese ataque político que se utiliza siempre con el paro.
-Un supuesto. Es usted empresario catalán. ¿Qué tiene que hacer ahora?
-Un empresario catalán tiene ahora la obligación de mostrar el riesgo económico. El empresario catalán ha estado hasta ahora peligrosamente callado.
-¿Ha sido tibio?
-Muy tibio. La secesión se ha vendido como una especie de Arcadia feliz económica. Estamos viendo con los bancos y las bolsas que eso es una falacia. El empresario debe decir que no está aquí para defender un proyecto suicida, sino para crear empleo y crecimiento. Y para eso hace falta seguridad y claridad.
-Y los sindicatos...
-También muy mal, muy equivocados.
-¿Cuál es su solución para el problema catalán?
-No hay solución. No hay solución ni para el problema catalán, ni para el escocés, ni el irlandés, ni el corso, ni el flamenco, porque el nacionalismo se alimenta siempre del enemigo exterior. Ellos se tienen que dar cuenta de que la convivencia en unidad es mucho más beneficiosa, pero dentro de 20 años estaremos igual.
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