Hace mal tiempo fuera, estás atrapado en casa con toda tu familia, probablemente hay bebidas alcohólicas por todos lados. Parece el caldo de cultivo perfecto para una discusión familiar.
Puede resultar tentador enzarzarte en una discusión sobre política con tu tía, pero probablemente sea mejor a largo plazo si te aguantas las ganas o si, al menos, aprendes a gestionar tus emociones cuando están empujando para salir.
En lugar de apretar los dientes y aguantar otra frustrante cena familiar, este año te proponemos que tengas en cuenta algunos trucos. Hemos hablado con Rachel McDavid, terapeuta de pareja y familia, sobre cómo procesar y expresar nuestro enfado de forma saludable.
A continuación te explicamos paso por paso cómo gestionar tu enfado para no explotar.
Desaparece.
Cuando notes que empieza a aumentar la tensión, desaparece. "Sal a dar un paseo o ve a otro cuarto, haz algo que te permita despejarte y tranquilizarte", aconseja McDavid. Es sencillo, simplemente debes desaparecer de la escena, incluso aunque eso implique irte de la mesa cuando estéis cenando. Además, si no estás ahí, no puedes responder con enfado.
Respira.
Cuando hayas encontrado un lugar donde puedas estar sola, McDavid recomienda intentar hacer ejercicios relajantes de respiración: inhala por la nariz durante cinco segundos, aguanta la respiración durante dos segundos y exhala lentamente por la boca durante 8 o 10 segundos, repite esto varias veces. Este ejercicio "calmará tu sistema nervioso y te ayudará a olvidarte del problema, dado que tienes que concentrarte en contar", porque lo último que debes hacer es darle vueltas a la cabeza y alimentar tu enfado.
Mira la situación desde otra perspectiva.
Cuando estés más relajado, serás capaz de pensar las cosas con mayor claridad. McDavid propone una serie de preguntas que debemos hacernos: "¿Es posible mirar la situación de manera más objetiva? ¿Qué necesitas: que te escuchen o que te comprendan? ¿Qué necesita la otra persona? ¿Puede ser que necesiten lo mismo que tú?".
Pensar en las necesidades de los demás y no en cómo tú les has entendido cuando estabas en caliente puede ayudar a quitarle hierro al asunto. Este es el primer paso que debes hacer para comprender a la persona que te causó el enfado.
Habla las cosas... o no.
McDavid apunta que hablar o no depende de la situación. "A veces les decimos cosas a los demás para aliviar nuestro sentimiento de culpa, sin pensar en el impacto que les puede causar". Si estás pensando hablar con un familiar después de una discusión, piensa en cuál va a ser el resultado final de la conversación. "Piensa si lo que quieres decir va a resultar beneficioso. ¿Os va a hacer sentir más conectados o al contrario?", señala la experta.
Elige el momento adecuado.
Puede que prefieras estar a solas con la otra persona cuando vayas a expresar tus sentimientos, y no rodeado de toda tu familia. También puedes plantearte escribir una nota que te permita expresarte tranquilamente y proponerle quedar a tomar un café algún día para hacer las paces.
Asume la responsabilidad de lo ocurrido.
Si crees que es necesario hablar las cosas tan pronto como sea posible, debes estar preparado para responsabilizarte de lo que dices. "Asume la responsabilidad. Explícale a la otra persona lo que se te pasaba por la cabeza cuando te enfadaste y que te gustaría volver a intentarlo". La experta también recomienda emplear el pronombre "yo" para que no parezca una acusación, hablar desde tu propia experiencia y no tratar de explicar cómo se sentía la otra persona en ese momento.
Si termina la cena y sigues alterado, vuelve a practicar el ejercicio de respiraciones. Y, si parece que nada funciona, recuerda que esa visita no va a durar para siempre.
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