jueves, 7 de junio de 2018

Siete cosas que las mujeres que han tenido cáncer quieren que sepas elhuffingtonpost

"Daría lo que fuera por no tener cáncer, pero me ha ayudado a poner en orden mis prioridades".


Rachael Bland y Deborah James se parten de risa al otro lado del teléfono mientras su amiga Lauren Mahon les cuenta todos los entresijos de su vida sexual, sin dejar lugar a la imaginación. Se toman un minuto para calmarse (y tratar de continuar con la entrevista). Parece que estas mujeres llevan muchos años siendo amigas, pero en realidad solo se conocen desde hace unos pocos meses.
"Somos el grupo de amigas más guay, pero nunca querrás formar parte de él". Y es cierto; por muy idílica que pueda parecer su amistad, se han conocido en las peores circunstancias: a todas les han diagnosticado cáncer antes de los 40. En el caso de Rachael y Lauren se trata de cáncer de mama, y, en el de Deborah, cáncer de colon en estadio IV. Cada una se encuentra en diferentes etapas de su viaje y las tres han decidido poner en marcha un podcast en la radio de la BBC para compartir sus historias, al que han llamado You, Me and the Big C (Tú, yo y la gran C).
Pero, ¿qué fue lo que impulsó a estas mujeres (que viven cada una en una punta de Reino Unido) a hablar de forma tan abierta sobre sus problemas de salud ante una audiencia tan amplia? La edición británica del HuffPost ha entrevistado a estas tres mujeres para que compartan sus consejos.
Rachael Bland, Lauren Mahon, Deborah James

No todos los pacientes con cáncer tienen aspecto de enfermos

Una de los principales motivos por los que estas tres mujeres se hicieron amigas fue su experiencia con esta enfermedad. Sin embargo, su historia no encajaba en las típicas de pacientes con cáncer. "Todas esas fotos que vemos en los posters de las organizaciones benéficas sobre el cáncer muestran a una persona con aspecto enfermizo que no es capaz de levantarse de la cama. El cáncer no tiene por qué ser así necesariamente", asegura Rachael, de 40 años, que vive en Cheshire (Reino Unido) con su marido y su hijo. "En mi caso y en el de otras mujeres jóvenes con cáncer, la vida continúa".
De hecho, ni Rachael ni Deborah han perdido el pelo por el tratamiento. Lauren, que ahora se está recuperando, ha sufrido más efectos secundarios visibles: "Hubo un momento en el que estaba finalizando con la quimioterapia y mi rostro estaba lleno de sarpullidos y apenas me quedaba pelo. Apenas tenía cejas y estaba hinchada debido a los esteroides". Ahora mismo ya se encuentra mejor y tiene un aspecto más similar al de antes.

Estar enfermo no te quita las ganas de ligar, tener sexo y emborracharte

"Yo debo de ser uno de los perfiles más populares de Tinder del país", comenta entre risas Lauren, que lleva soltera ocho años, pero no ha dejado de salir con chicos pese a estar en tratamiento. "Antes era muy abierta con los hombres respecto a mi vida". Pero ya no es tan sencillo como antes: "Gran parte de mi identidad consistía en ser dueña de mi sexualidad, y no es agradable no poder serlo debido a una enfermedad".
Y lo mismo ocurre con quedar con amigos o ir a un bar. Estas tres mujeres se esfuerzan por que sus diagnósticos no interfieran con su vida social. De hecho, Rachael apunta: "Hay noches en las que olvido por completo que tengo cáncer, es como si nunca hubiera pasado".
Acabas siendo tú la que consuela a tus amigos diciéndoles que todo va a ir bien. Y entonces piensas: "Espera, ¡yo soy la que tiene cáncer!"

Habrá amigos que no sean capaces de aceptar el diagnóstico

"Hubo una persona que desapareció sin dar explicaciones", cuenta Rachael. "Yo la consideraba mi amiga, pero tras ser diagnosticada, no volví a saber nada de ella". Algunos amigos de Deborah no supieron que decirle: "Acabas siendo tú la que consuela a tus amigos diciéndoles que todo va a ir bien. Y entonces piensas: 'Espera, ¡yo soy la que tiene cáncer!' También afecta a las relaciones, para bien y para mal", añade.

No importa qué edad tengas, siempre vas a ser el pequeño de tus padres

Cuando se tiene una enfermedad grave en la juventud, es muy probable que algunos familiares, como padres o abuelos, estén muy pendientes. Cuando Deborah sufre efectos secundarios por el tratamiento, acude a casa de sus padres. "Tengo marido y dos hijos [de 8 y 10 años], pero acabo regresando a mis 14 años cuando me encuentro realmente mal. Mi madre me hace la comida y mi padre me sujeta el pelo mientras vomito", explica.
Rachael también recurre a sus padres cuando se encuentra mal: "En esos casos, mi madre se queda en casa conmigo durante una semana o más, plancha la ropa o cuida a mi pequeño por la mañana para que yo pueda descansar".
Lauren Mahon, Rachael Bland, Deborah James

Deja de preocuparte por tonterías

Lauren describe ese momento en el que se percató de la cantidad de tiempo que había perdido preocupándose por tonterías y dando su salud por sentado. "Me salió una foto en Facebook de una despedida de soltera en Dubái. Ahí estaba yo tomándome una copa. Tenía el pelo largo...". Cuenta que rompió a llorar al ver la foto: "Nunca valoré mi cuerpo, mi aspecto y todos mis aspectos positivos. Solo era capaz de ver lo malo". Desde entonces se ha prometido que nunca volverá a sentirse mal consigo misma: Rachael pasó gran parte de su juventud con ansiedad respecto al futuro, preocupándose por el dinero y los planes, pero todas esas preocupaciones no sirvieron para nada. Ahora, en cambio, piensa: "¡Qué más da! He estado en muchos sitios de vacaciones desde que me diagnosticaron; al final dejas de hacer caso a los consejos de los expertos financieros cuando tienes cáncer".
No dejes de vivir tu vida para tratar de impedir que algo ocurra.

No dejes que el cáncer condicione tu vida

Rachel cuenta que la primera vez que le diagnosticaron cáncer sintió mucha culpa y falta de confianza en sí misma: "Me pregunté: '¿Qué he hecho mal para tener cáncer? ¿Acaso no he hecho suficiente ejercicio o he tenido una mala alimentación?".
Deborah experimentó una frustración similar al reflexionar sobre su diagnóstico. "Yo presentaba un riesgo muy bajo y aun así tuve cáncer", cuenta, y añade que, por ejemplo, lleva 25 años siendo vegetariana, lo cual reduce significativamente el riesgo de sufrir cáncer de colon. Su diagnóstico le ha hecho reflexionar: "No dejes de vivir tu vida para tratar de impedir que algo ocurra".

El cáncer ayuda a replantearse las prioridades

Estas mujeres no están agradecidas por tener cáncer, pero sí que coinciden en que la enfermedad les ha hecho adoptar una nueva perspectiva de la vida. Lauren dice: "Ahora significa mucho más para mí estar viva. En lugar de aplazar las cosas que quieres hacer, simplemente las haces, porque no sabes qué va a pasar mañana".
Rachael lo corrobora: "Desde que tuve a mi primer hijo empecé a planificar mi vida al milímetro, trabajando aquí y allí. Pero ya no". A lo que Deborah añade: "Yo lo daría todo para no tener cáncer, pero es verdad que ayuda a poner en orden las prioridades".

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