Aventura en el Trineo de Viento por Groenlandia de un equipo de seis personas lideradas por Ramón Larramendi
Apenas nos quedan 60 kilómetros para alcanzar el punto de finalización de la expedición Cumbre de Hielo de Groenlandia, pero arañar esa distancia en un momento en el que el verano se está instalando es todo un reto para el Trineo de Viento. En las últimas jornadas, temperaturas sobre cero y la lluvia, sobre todo la lluvia, han dejado la nieve más blanda de lo que la habíamos visto hasta ahora a esta altitud y, por primera vez en toda la expedición, estamos mojados.
Durante las últimas jornadas, seguimos avanzando al albur de los viento que nos impulsan muy lentamente en dirección oeste, justo la contraria que seguimos a la ida. De hecho, hemos cruzado ya el lugar por el que pasamos hace ya más de 20 días, cuando íbamos hacia Summit.
Finalmente, hace un par de jornadas, hicimos el gran agujero de 13,5 metros en el hielo, una tarea que nos llevó varias horas, sobre todo porque era el primero, pero que nos sirvió para recoger muchos datos sobre este cambio climático que este mes tanto estamos viviendo en el Ártico.
De las últimas horas hemos pasado muchas dentro de una nube, como en una burbuja en medio de un entorno gris en la que cinco personas, cuando el viento para, tenemos tiempo suficiente para trabajar, leer, escuchar música, cocinar en nuestro pequeño hornillo y, sobre todo, conversar de las mil aventuras y expediciones pasadas y de las que esperamos para el futuro. Y cuando sopla, arrancamos lentamente, avanzando despacio para poder reaccionar si encontramos grietas o agua en nuestra ruta.
Todos somos ya expertos windsleders, pilotos de un trineo movido por cometas, y expertos a la hora de arreglar nudos o coser cometas.
Formamos un gran equipo.
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