Psicólogo y miembro del PSRM-PSOE
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Homenaje en Alemania a las víctimas de la masacre de Orlando/EFE |
En los últimos tiempos, estamos inmersos en una vorágine de odio hacia el diferente, -odio explícito en unos casos e implícito en otros- que nos hace en la mayoría de situaciones adoptar una actitud eminentemente defensiva, cuasi territorial, que se extiende a los más diversos ámbitos de la vida.
Los recientes asesinatos homófobos de Orlando son un buen ejemplo de esta territorialidad social que nos invade. He leído infinidad de noticias, de opiniones sesudas y fundadas sobre el origen sobre el porqué de esos asesinatos: casi todos los textos y voces apuntan de una manera más o menos troncal al Estado Islámico y a su obsesión por atentar contra el modus vivendi occidental de ciudadanos libres e iguales. Casi ninguna de esas voces apunta como origen inevitable de la masacre a un delito de odio, concretamente, a unos asesinatos motivados por la homofobia; para la gran mayoría de estas sesudas voces, la homofobia es una excusa más, pero no el origen del odio mismo.
Me preocupa esta deriva de desvirtuar la realidad y de infravalorar el peso que el machismo y la homofobia tienen aún en nuestra sociedad, vengan éstos del Estado Islámico o del vecino del piso de arriba. Infravalorar la homofobia y el machismo es el primer paso para no terminar con una espiral de odio que tanto mujeres como personas LGTBI llevan demasiado tiempo soportando. Infravalorar estas realidades es caer en la autocomplacencia; es, en definitiva, pensar ilusoriamente que tenemos más control sobre el terrorismo poniendo fuera de nuestra cómoda esfera social la homofobia y el machismo y proclamar a los cuatro vientos que el Estado Islámico y su sinrazón es el único culpable de esta masacre. Se nos olvida, o se nos quiere olvidar, que hay estados en Estados Unidos en los que ser LGTBI o ser mujer es casi un reto diario.
Una humanidad que no siente como propia, como algo intrínsecamente humano la libertad individual es una humanidad enferma.
En España también vivimos delitos de odio; en España también hay machismo y LGTBIfobia. En España no estamos exentos de que nos asesinen o maltraten. De hecho, es una realidad tanto en personas LGTBI como en mujeres. Hay que poner cada cosa en su lugar para poder hacer de la realidad un puzzle coherente y lo menos sesgado posible; para no infravalorar.
Los asesinatos de Orlando son una masacre sin precedentes, motivados por el odio al que ama, tiene sexo, o ambas cosas a la vez. Son delitos que deberían ser considerados de manera urgente como delitos contra la Humanidad: una humanidad que no siente como propia, como algo intrínsecamente humano la libertad individual es una humanidad enferma. Debemos hacer todos un ejercicio de coherencia y declarar estos delitos de odio como un atentado a nuestra propia idiosincrasia como ciudadanos libres e iguales, atentados, en definitiva, cometidos con un único objetivo: establecer un nuevo holocausto, no siempre tan escandaloso como el de Orlando, pero holocausto a fin de cuentas.
Si creemos en una sociedad mejor, si pensamos que el de enfrente tiene la misma libertad individual que nosotros, deberíamos dejar de infravalorar la realidad y apostar por ser certeros en nuestros diagnósticos. Seguramente, en la masacre de Orlando, han coexistido múltiples variables que la han hecho posible, pero la raíz fundamental, la razón primigenia, no es el Daesh. Es, en cambio, el odio profundo al colectivo LGTBI, el odio por la vida humana, el desprecio por el amor y por el sexo. La masacre de Orlando es el mejor ejemplo del fanatismo y la represión. Es, en definitiva, una inversión tácita de valores que hemos de restaurar.
"Libertad. Igualdad. Fraternidad."
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