Todos los viticultores son, en cierto modo, héroes: luchan contra los elementos cada año para lograr el mejor vino posible Pero los hay que son héroes del todo
MARGARITA LOZANO
FALTA menos de un mes para que, como ocurre desde 1991, se celebre en Aosta (Italia) el Concurso Mundial de vinos procedentes de la llamada 'viticultura heroica'. Sólo el 5% de la superficie mundial destinada a la vid tiene el honor de poder catalogarse como zona de viticultura heroica.
El CERVIM (Centro de Investigación, Estudio, Salvaguarda, Coordinación y Valorización de la Viticultura de Montaña), es un organismo internacional fundado específicamente para valorar y salvaguardar la viticultura heroica. Para ello, el viñedo ha de cumplir una serie de características, siendo las fundamentales: que el terreno posea más de un 30% de declive; que se encuentre a una altitud superior a 500 metros sobre el nivel del mar, con las viñas en terrazas de cultivo o paratas; e incluye, también, la viticultura de las pequeñas islas.
Se busca el terreno disponible, la mejor insolación y/o protección contra vientos indeseables, es decir, el mejor entorno posible para que cada planta dé lo mejor de sí. Cuidarla y luego recolectar su fruto ya necesitará la parte de heroicidad correspondiente.
Y es que el cultivo de la viña en las zonas de montaña, en fuerte pendiente o de las pequeñas islas tiene características peculiares: condiciones orográficas que no permiten la mecanización (hay lugares en los que los vendimiadores bajan los bancales haciendo rapel sostenidos por un arnés); viñedos de pequeño tamaño, a veces fraccionados y frecuentemente organizados en terrazas de cultivo; empresas agrícolas con superficie de cultivo contenida, cuya actividad agrícola no constituye la renta económica principal; necesidad de inversiones económicas elevadas para modernizar los cultivos; condiciones climáticas adversas (necesidades hídricas); distintas variedades de uva, con producciones enológicas que salen de los modelos mundiales… Y las viñas se encuentran en zonas geográficas con paisajes de elevada belleza y con carácter turístico.
Trátase de una viticultura marginal, que representa menos del cinco por ciento del total de la superficie vitícola europea, pero que tiene implicaciones importantes sobre la economía, la sociedad, el medio ambiente y la cultura de muchas regiones y naciones. Están asociadas al CERVIM las Comunidades Regionales que cuentan en su territorio con una viticultura de montaña o en condiciones similares, como por ejemplo el Valle de Aostra, Lombardía, Piamonte, Liguria, Sicilia, Provincia Autónoma de Bolzano, Provincia Autónoma de Trento en Italia; el Cantón de Valais en Suiza; Douro en Portugal; y Renania-Palatinato en Alemania. Además, cuenta con organismos regionales que representan Abruzos en Italia, Wachau y Stiria en Austria, Banyuls-Collioures y Rhônes-Alpes para Francia, Ticino en Suiza y Appalachian State en la Carolina del Norte para los Estados Unidos.
En España, un modelo de viticultura heroica podemos encontrarlo en regiones como la Ribeira Sacra, en Galicia. La única manera de acceder a algunos de estos viñedos en las pendientes del río es por barca. Esta viticultura se basa en un esfuerzo tradicional y familiar, en la que se aprovecha los recursos de la montaña de una manera artesanal, con el esfuerzo personal.
En Canarias también se da ejemplo de este tipo de cultivo, especialmente en la Isla de El Hierro, isla que cumple con los cuatro criterios definitorios para distinguir una viticultura heroica. La naturaleza accidentada del terreno por un lado y, por otra, el fraccionamiento a lo largo de los años de las grandes propiedades, hace que los viñedos de esta isla suelen ser parcelas muy pequeñas. El valor de la viticultura en El Hierro no reside solo, ni de lejos, en las uvas que produce, ni en el vino que se elabora con ellas. Su verdadero valor está en su existencia, en la continuidad del pasado, la conservación del entorno, está en su valor paisajístico y social.
Otro ejemplo lo podemos encontrar en Asturias. En las zonas de producción de Vinos de Calidad de Cangas el paisaje es abrupto, montañoso y en sus laderas se asientan los viñedos, en pronunciadas pendientes, que hacen que su mantenimiento y cultivo sea difícil, heroico. Visitar la zona es remontarse al pasado: bosques y viñedos centenarios, oficios tradicionales… Una mezcla de tradición y evolución que en la viticultura se traduce en mimados viñedos, para conseguir una materia prima de primera calidad.
Evidentemente, no son vinos baratos, pero valen lo que cuestan y huelen a desafío, a trabajo y a terroir.
El CERVIM (Centro de Investigación, Estudio, Salvaguarda, Coordinación y Valorización de la Viticultura de Montaña), es un organismo internacional fundado específicamente para valorar y salvaguardar la viticultura heroica. Para ello, el viñedo ha de cumplir una serie de características, siendo las fundamentales: que el terreno posea más de un 30% de declive; que se encuentre a una altitud superior a 500 metros sobre el nivel del mar, con las viñas en terrazas de cultivo o paratas; e incluye, también, la viticultura de las pequeñas islas.
Se busca el terreno disponible, la mejor insolación y/o protección contra vientos indeseables, es decir, el mejor entorno posible para que cada planta dé lo mejor de sí. Cuidarla y luego recolectar su fruto ya necesitará la parte de heroicidad correspondiente.
Y es que el cultivo de la viña en las zonas de montaña, en fuerte pendiente o de las pequeñas islas tiene características peculiares: condiciones orográficas que no permiten la mecanización (hay lugares en los que los vendimiadores bajan los bancales haciendo rapel sostenidos por un arnés); viñedos de pequeño tamaño, a veces fraccionados y frecuentemente organizados en terrazas de cultivo; empresas agrícolas con superficie de cultivo contenida, cuya actividad agrícola no constituye la renta económica principal; necesidad de inversiones económicas elevadas para modernizar los cultivos; condiciones climáticas adversas (necesidades hídricas); distintas variedades de uva, con producciones enológicas que salen de los modelos mundiales… Y las viñas se encuentran en zonas geográficas con paisajes de elevada belleza y con carácter turístico.
Trátase de una viticultura marginal, que representa menos del cinco por ciento del total de la superficie vitícola europea, pero que tiene implicaciones importantes sobre la economía, la sociedad, el medio ambiente y la cultura de muchas regiones y naciones. Están asociadas al CERVIM las Comunidades Regionales que cuentan en su territorio con una viticultura de montaña o en condiciones similares, como por ejemplo el Valle de Aostra, Lombardía, Piamonte, Liguria, Sicilia, Provincia Autónoma de Bolzano, Provincia Autónoma de Trento en Italia; el Cantón de Valais en Suiza; Douro en Portugal; y Renania-Palatinato en Alemania. Además, cuenta con organismos regionales que representan Abruzos en Italia, Wachau y Stiria en Austria, Banyuls-Collioures y Rhônes-Alpes para Francia, Ticino en Suiza y Appalachian State en la Carolina del Norte para los Estados Unidos.
En España, un modelo de viticultura heroica podemos encontrarlo en regiones como la Ribeira Sacra, en Galicia. La única manera de acceder a algunos de estos viñedos en las pendientes del río es por barca. Esta viticultura se basa en un esfuerzo tradicional y familiar, en la que se aprovecha los recursos de la montaña de una manera artesanal, con el esfuerzo personal.
En Canarias también se da ejemplo de este tipo de cultivo, especialmente en la Isla de El Hierro, isla que cumple con los cuatro criterios definitorios para distinguir una viticultura heroica. La naturaleza accidentada del terreno por un lado y, por otra, el fraccionamiento a lo largo de los años de las grandes propiedades, hace que los viñedos de esta isla suelen ser parcelas muy pequeñas. El valor de la viticultura en El Hierro no reside solo, ni de lejos, en las uvas que produce, ni en el vino que se elabora con ellas. Su verdadero valor está en su existencia, en la continuidad del pasado, la conservación del entorno, está en su valor paisajístico y social.
Otro ejemplo lo podemos encontrar en Asturias. En las zonas de producción de Vinos de Calidad de Cangas el paisaje es abrupto, montañoso y en sus laderas se asientan los viñedos, en pronunciadas pendientes, que hacen que su mantenimiento y cultivo sea difícil, heroico. Visitar la zona es remontarse al pasado: bosques y viñedos centenarios, oficios tradicionales… Una mezcla de tradición y evolución que en la viticultura se traduce en mimados viñedos, para conseguir una materia prima de primera calidad.
Evidentemente, no son vinos baratos, pero valen lo que cuestan y huelen a desafío, a trabajo y a terroir.
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