- Mucho antes de la conquista de Granada el abuelo de don Álvaro empezó a comprar 'fincas' a los granadinos
- Dejó a su nieto, el Marqués de Santa Cruz, un enorme patrimonio
Una céntrica calle granadina partida en dos tramos que desembocan en la Gran Vía lleva el nombre de Álvaro de Bazán y, puesto que son dos tramos, no hubiera estado mal dedicar uno al granadino don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, y otro a su abuelo, también llamado Álvaro, Comendador de Castroverde. Los méritos del nieto nacido en Granada en 1526 son ya muy conocidos; fue el gran almirante de Felipe II; capitán general del Mar Océano y nombrado por sus muchas hazañas Marqués de Santa Cruz en 1569; una mugrienta placa, con el marco que un día fue dorado, le rinde cutre recuerdo en la marmórea fachada del Banco Bilbao, en la calle Reyes, cerca de Plaza Nueva, donde nació Alvarito. Sus antepasados, padres y abuelos, se enriquecieron con un enorme patrimonio inmobiliario comprado a muy buen precio a los moritos granadinos; patrimonio que se aumentó después con la venta de esclavos de los barcos apresados a los berberiscos. Negocio antiguo y muy de moda en el siglo XVI.
Don Álvaro de Bazán, el abuelo, fue Capitán General con los Reyes Católicos; y mucho antes de la conquista de Granada empezó a comprar 'fincas' a los granadinos musulmanes. Ya en 1464, casi 30 años antes de la entrega de las llaves de la Alhambra, le compró un baño al granadino Omar ben Josef; y ocho años después compra otro baño y un mesón; y poco después, en 1491, tres casas más. Y sigue comprando y comprando después de la conquista de 1492 y todo en el mismo barrio: casas, mesones, tiendas, baños y hasta huertas. Formó su rico patrimonio en el lugar en que luego nacería el nieto, junto al Darro y donde se fundaría en 1515 el convento de Sancti Spíritus, obra de María Manuel, la madre del Marqués. Muchos musulmanes granadinos desesperados ante la inminente expulsión ofrecían casas a bajísimo precio; circunstancia aprovechada por los cristianos que se establecieron en Granada manteniendo aquí esa clase de nobles moradores de palacios y portadores de ilustres apellidos que vienen de allí arriba y andan por aquí abajo.
En el mismo año de la conquista,1492, el abuelo Álvaro añadió a sus posesiones la compra de un mesón y un horno a la hija de Boabdil. Tanto los baños, como los mesones y los hornos eran establecimientos que generaban enormes ingresos, a lo que hay que añadir las huertas; un rico patrimonio que los Bazán, desde el abuelo hasta el nieto pasando por el padre, también llamado Álvaro, fueron amasando frente al puente del Darro llamado de la Gallinería. Un céntrico barrio entre Santa Ana, Plaza Nueva y Plaza de las Descalzas, ocupado por tintoreros, hilanderos, zapateros, etc., cerca del otro comercial de Elvira y Zacatín.
Patrimonio que luego se fue deteriorando; había que vender para pagar el Palacio del Viso del Marqués (Ciudad Real) con sus obras de arte traídas de Italia. Las relaciones de los Bazán con Italia fueron muy interesantes para la Historia del Arte. De allí vino, traída por los Bazán, la bonita chimenea con el relieve de Leda y el cisne hoy en el Palacio de Carlos V. Parte del solar del patrimonio serviría para levantar el Palacio de los Córdova, expoliado por su último propietario Ricardo Martín Flores y luego trasladado a la Cuesta del Chapiz (hoy Archivo Histórico Municipal); sirvió también para los desaparecidos edificios de Correos y del Teatro Gran Capitán. Entre las destrucciones de los franceses, las exclaustraciones, los expolios de insensibles propietarios, nada queda de aquel mayorazgo que iniciara el abuelo Álvaro en el corazón de Granada. Si hoy la céntrica calle granadina tiene dos tramos, dejémosle uno al abuelo y otro al nieto almirante; salvo que con la manía de remover nombres históricos, en vez de Almirante Álvaro de Bazán, pase a llamarse Simbad el Marino.
JOSÉ LUIS DELGADO
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