Quién gana verdaderamente con el abandono de la presidencia de honor del partido popular? ¿Quién dimite y se va o quién recibe la carta de dimisión o renuncia? Cabría distinguir nítidamente entre dimitir o renunciar. La frialdad y el distanciamiento ha sido total en los últimos años. In crescendo. Pero ¿cuáles son las razones de fondo? Evidentemente no es cierto que lo sea el ponderar la independencia total de FAES, la última trinchera del ex presidente del gobierno español. El tiempo pone o termina colocando a cada uno en su sitio y en su lugar. Quita y da razones, o sumerge todo en una amnesia voluntaria pero a la vez colectiva.
Pero tranquilícense los señores de la derecha. El ex presidente no creará un nuevo partido ni dinamitará "su" Partido Popular aunque cada vez sea menos cognoscible para él y por los suyos. Del dedazo a la fractura. De la cercanía a la frialdad extrema, el desplante, el reproche descarnado, la acusación e incluso cierto desprecio público como hemos visto en estos últimos años. Y en esto se mide la educación de la persona. Y en esto el gallego, presidente actual, ha demostrado mucha más que el ex presidente, recio castellano de carácter distante y hasta cierto punto arrogante.
Razón tenía el ex presidente socialista, el anterior a éste dimisionario, cuando comparó a los ex en jarrones chinos, molestos y grandes. La soberbia es medir la grandeza propia. Pero no cuando se brinda a intereses empresariales y mediáticos privados como bien han hecho varios ex presidentes del gobierno. Incluso causando cierta abulia de apatía el estar en algunos consejos de administración sin pericia concreta del objeto social correspondiente de la sociedad mercantil pero sí de muchos contactos y lobbies. Pues al final es de lo que se trata, explotar los contactos y conexiones. No nos engañemos. Hora es en este país cansino e hipócrita por momentos, que se fustiga y zahiere con desmesura y esperpento, llamar a las cosas por su nombre. Otros porque no quisieron o no pudieron. Pero la dignidad es algo más que todo esto junto.
En el próximo congreso del partido en ciernes pocos o nadie echarán en público de menos al dimisionario presidente de honor. Quizás habrá alguna referencia, provocada y displicente, generadora o bien de silencios cómplices o bien de algún hipócrita aplauso. Pero en política hay que saber siempre donde se está, en qué tren se está y conocer muy bien cuando pasa el verdaderamente importante y quién va en él. Algunos trenes ya han pasado y no volverán. Se perciben con un olor a rancio, a naftalina. La memoria pese a su fragilidad consciente y deliberada, a veces es demasiada pródiga, otras, agradecida para todos nosotros, pues conviene olvidar ciertos hechos. Entre ellos, la infamia de las Azores, la mentira sobre Iraq y aquella ilegal guerra que sus señorías con su presidente a la cabeza votaron en el Congreso, salvo un diputado del partido. Pero todo eso es pasado. Y la ira al igual que las sombras, a veces se atrapan, otras se desgarran, pero siempre pasan. El tiempo de Aznar ha concluido en política. Cada vez es menos referente. Y el lugar que hoy tiene, también se lo ha buscado a pulso. Pero conviene no olvidar que nadie agradece nada, y en política sobre todo, no existe la gratitud, y sí el arte del trepamiento, el silencio, el aplauso cínico y el adulamiento del mediocre con lo que algunos prefieren rodearse. Eso es pusilanimidad.
Aznar se equivoca, pero trata de ser coherente consigo mismo. La sima abierta y las enormes diferencias personales y de matiz político con Mariano Rajoy, el cuestionamiento del liderazgo de Rajoy por el propio Aznar tras la segunda derrota en las generales de 2008, o el hecho mismo de que no se consultase la primera formación de gobierno de 2011 por parte de Rajoy (algo a lo que aspiraba el propio Aznar a medir y aconsejar sobre la composición de ese gobierno), además de contradecir y criticar distintas medidas adoptadas por el gobierno de Rajoy, han ido sembrando un campo de minas que el ex presidente nunca ha querido preservar en un ámbito privado. Recuérdese el desplante el día de la presentación del segundo libro de memorias de Aznar, crítico y severo con Rajoy, por parte del partido y del Gobierno. Para el epitafio un interrogante de Aznar en enero de 2015, ¿dónde está el partido popular? La última guinda Cataluña y Rita Barberá.
El desencuentro es total. Y harían bien no buscar carnaza política nadie, ni populares ni otros partidos.
La china en el zapato se le diluye a Mariano Rajoy y a los suyos, sus pretorianos de hoy, pero que no lo serán mañana. Eso lo sabe bien el gallego. La política es así.
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