viernes, 6 de noviembre de 2020

Coronavirus: El dolor de cabeza indicaría una mejor evolución clínica de los pacientes granadahoy.com

 

El dolor de cabeza indicaría una mejor evolución clínica de los pacientes


El dolor de cabeza (cefalea) podría indicar una mejor evolución clínica de la COVID-19, según un estudio del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona que ha constatado que la pérdida del olfato y del gusto es mucho más común en las personas con infección de SARS-CoV-2 que tienen dolor de cabeza.

Según esta investigación, que publica  la revista Cephalalgia, la neuroinflamación local cercana a las fosas nasales por donde entra el virus podría ser un sistema de defensa que evitaría la tormenta de citocinas sistémica asociada a una COVID-19 grave.

La cefalea, la anosmia (pérdida del olfato) y la ageusia (pérdida del gusto) son síntomas neurológicos frecuentes asociados al coronavirus y los médicos de Vall d’Hebron decidieron buscar una asociación entre su aparición y el pronóstico de la COVID-19.

El estudio analizó los síntomas y evolución de 130 pacientes con COVID-19 que llegaron a Urgencias de Vall d’Hebron durante tres semanas, entre marzo y abril.

Todos fueron atendidos por un neurólogo a causa de la necesidad de reorganizar a profesionales ante el alud de pacientes durante la primera ola de COVID-19.

"Que parte de los pacientes fueran visitados por médicos con diferentes especialidades permitió llevar a cabo estudios desde diferentes puntos de vista, que aportan información con síntomas que no solo son respiratorios", ha destacado Patricia Pozo, jefa del grupo de Cefalea y Dolor Neurológico del VHIR y neuróloga del Hospital Vall d’Hebron.

De estos pacientes, 97 (un 74,6 %) sufrían dolor de cabeza, aunque solo el 19,6 % tenía historia clínica de migrañas episódicas previas a la enfermedad.

En la mayoría, la cefalea era leve o moderada, pero en una cuarta parte de los pacientes, sobre todo mujeres y personas jóvenes, era más parecida a una migraña.

En un 21,4 % de los pacientes con dolor de cabeza persistente, este era un síntoma prodrómico, es decir, aparecía antes que los otros síntomas de la enfermedad.

Viendo su evolución, los pacientes que sufrían cefalea cuando llegaban a Urgencias tenían una duración clínica de la COVID aproximadamente una semana más corta: unos 24 días en total en los casos con dolor de cabeza, mientras que, en los pacientes sin cefalea, la duración media de la enfermedad era de unos 31 días.

"Parece claro que la presencia de cefalea es un factor de buen pronóstico de la COVID-19 y podría servir para predecir su evolución", ha resumido Pozo.

Los investigadores encontraron también una asociación entre cefalea y anosmia y ageusia, ya que la pérdida de estos sentidos era mucho más común en personas con dolor de cabeza.

Al cabo de seis semanas desde la llegada a Urgencias, hicieron un seguimiento de la evolución de cien de los pacientes que habían participado en la primera fase del estudio, entre los que estaban 74 que tenían cefalea cuando llegaron al hospital.

En el momento del seguimiento, 28 de estos (un 37,8 %) aún tenían cefalea con poca respuesta al tratamiento y a menudo era el único síntoma que quedaba de la COVID-19.

"Estos resultados demuestran que el dolor de cabeza puede persistir después de que la COVID-19 se resuelva, incluso en personas sin historia previa de migrañas ni cefaleas recurrentes", según los investigadores, que reconocen que el estudio no incluye casos muy graves de la enfermedad, a los que no podían entrevistar, ni muy leves, porque no iban al hospital.

Aun así, Pozo defiende "cambiar el concepto de que la cefalea sea un síntoma poco relevante en pacientes con COVID-19 y hay que estudiar en profundidad su asociación para entender la evolución de la enfermedad y mejorar el tratamiento".

Los investigadores creen que la infección por SARS-CoV-2 podría producir el dolor de cabeza y una de las hipótesis es que el virus podría imitar la aparición de la migraña, en la cual se genera una fuerte inflamación del sistema trigeminovascular, que provoca el dolor.

"Esta inflamación local cercana a las fosas nasales serviría como sistema inicial de defensa contra el virus, que en las personas con cefalea sería más fuerte y evitaría una tormenta de citocinas", según Pozo.

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