lunes, 26 de febrero de 2018

Consumo y producción responsables: ¿una moda o llegaron para quedarse? elhuffingtonpost

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En los últimos años, a nivel mundial se ha comenzado a gestar un cambio sin precedes en la manera de producir y satisfacer los bienes y servicios que demanda la población mundial. Este cambio es parte de una nueva época, que promueve la igualdad y dignidad de las personas, al tiempo que llama a un desarrollo que respete el medio ambiente. Para muchos, esta corriente representa una "revolución industrial para la sostenibilidad", que tendrá la magnitud de la revolución industrial y la velocidad de la revolución digital.
La Agenda 2030 y el Acuerdo de París representan los compromisos adquiridos tanto por países desarrollados como en desarrollo
¿Pero estamos realmente ante una transformación tan grande?
De entrada, está claro que existe consenso internacional acerca de la insostenibilidad de continuar bajo los patrones actuales de producción y consumo. Y en segundo lugar, hemos comenzado a dar pasos importantes para resolverlo. A principios de 2015, por ejemplo, se proclamó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y, a finales de ese mismo año se firmó los Acuerdos Climáticos de París, con su respectiva ratificación un año después.
La Agenda 2030 y el Acuerdo de París representan los compromisos adquiridos tanto por países desarrollados como en desarrollo. A través de la Agenda 2030 el mundo reconoce que el mayor desafío actual es la erradicación de la pobreza y afirma que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible. Para ello, estableció 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental.
Por su parte, a través del Acuerdo de París la comunidad internacional se comprometió a mantener el aumento de la temperatura en este siglo por debajo de los 2 grados centígrados, e impulsar los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura incluso más, por debajo de 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales.
Ambas iniciativas sientan las bases de la revolución industrial para la sostenibilidad e influirán en los próximos años directamente en las políticas de desarrollo económico de la región.
El sector privado ha comprendido que la producción responsable tiene grandes oportunidades y beneficios
Bajo este escenario, el sector público, privado y la sociedad civil han asumido mayor participación y compromiso para alcanzar con éxito los objetivos y metas. Por ejemplo, en algunos países de la región se han comenzado a introducir impuestos al carbono con el propósito de desincentivar la utilización de combustibles fósiles y migrar lo antes posible hacia economías resilientes y bajas en carbono.
El sector privado ha comprendido que la producción responsable tiene grandes oportunidades y beneficios al considerarse en su planeación estratégica, no sólo por cuestiones ambientales sino también por cuestiones económicas y reputacionales. El ámbito económico representa una oportunidad para mejorar la eficiencia de los procesos e incrementar la competitividad. En el ámbito reputacional permite posicionarse como empresas vanguardistas y con responsabilidad social.
Para medir los avances se han desarrollado índices como Dow Jones Sustainability Index (DJSI) que evalúa el desempeño económico, ambiental y social de 3900 empresas a nivel mundial. Esto representa una prueba fehaciente de que la producción sostenible no es una moda, que cada día los estándares se incrementaran y que empresas que no incorporen la sostenibilidad y la variable de cambio climático de manera transversal en sus procesos y cadenas de valor verán su rentabilidad afectada en el futuro.
La sociedad civil está ejerciendo cada día mayor presión por consumir productos amigables con el medio ambiente
Por su parte, la sociedad civil está ejerciendo cada día mayor presión por consumir productos amigables con el medio ambiente y, al mismo tiempo, ha entendido que tiene la responsabilidad de consumir sustentablemente los bienes y servicios, sin continuar con la cultura de derroche. En sus manos se encuentra la posibilidad de acelerar el proceso.
Los organismos multilaterales como CAF –banco de desarrollo de América Latina-, tenemos un papel importante para que el consumo y la producción responsables no se queden en una mera moda pasajera. Nuestro rol será promover que la acción climática contribuya directamente al desarrollo de los países y a garantizar el uso efectivo, eficiente y equitativo de recursos en beneficio de la población, con una visión de largo plazo.
En los próximos años todos los actores deberemos perseverar para que la nueva tendencia de consumo y producción no se quede en una moda pasajera, sino que se convierta en una realidad estable y duradera

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