- Inspiración. No hay más que saber mirar y veremos que el vino siempre ha estado presente en las manifestaciones artísticas a lo largo de la Historia
- Hoy nuestro recorrido llega hasta la Edad Media
MARGARITA LOZANO
Ya sea a través del vino, de la uva, de las vides o de los mismísimos dioses… vino y arte siempre han maridado estupendamente. Hay infinidad de obras artísticas que dan buena cuenta de ello y ponen, de un modo u otro, al vino en el centro, una relación que ha ido evolucionando a lo largo de los siglos.
Lo cierto es que la historia del vino se remonta entre 4.000 y 6.000 años a.C. según testimonios literarios y diversos hallazgos arqueológicos, y se cree que Mesopotamia fue la cuna del vino. Su consumo estaba reservado a los círculos aristocráticos. Es en el antiguo Egipto donde encontramos las primeras representaciones que hacen referencia al vino, concretamente en los frescos de las cámaras funerarias de Luxor y Saqqarah, en los que se puede apreciar de primera mano la importancia que esta civilización daba a la viticultura. Las principales regiones productoras eran el delta del Nilo y los oasis del desierto de Libia y el Fayum.
"Los pueblos del Mediterráneo empezaron a emerger del barbarismo cuando aprendieron a cultivar olivos y vides". La cita es del historiador griego Tucídides. Sea como fuere, la influencia de la Antigua Grecia sobre el vino es vital para el desarrollo de casi todas las regiones vinícolas europeas y para la propia historia del vino. Los griegos creían que el dios Dionisos, hijo de Zeus, el dios principal de la mitología griega, regaló a los hombres las primeras vides. El séquito de Dionisos era llamado el tíaso, formado principalmente por ménades (sus compañeras de orgía). Uno de los ejemplos más representativos en las artes de la Antigua Grecia es el de 'Hermes con el niño Dionisos', una escultura de mármol, cuya autoría se atribuye al escultor Praxíteles del período clásico final. También encontramos el vino en las vasijas en las que éste se almacenaba. Lo cierto es que el vino, junto con el aceite de oliva y el trigo eran parte de la alimentación de los pueblos que en su día habitaron el Mediterráneo. Además constituyó un factor de identidad de estas culturas. Concretamente el consumo del vino y del aceite de oliva marcaba de manera muy clara las diferencias entre romanos y bárbaros, pues aquellos se caracterizaron por beber cerveza y utilizar grasas animales.
En tiempos del Imperio Romano el dios del vino pasó a ser llamado Baco. Suele ser representado llevando un cuerno repleto de vino, con racimos de uvas en su cabeza. Como otros dioses destacados, Baco tenía sus propias festividades en las que se le rendía culto: las bacanales. Y como no podía ser de otro modo, en las bacanales el vino corría a raudales.
Hablar de vino en el arte es hablar de fiesta y desenfreno, pero también de su vertiente religiosa. La importancia del vino en la civilización del Cercano Oriente y Europa Occidental está fundamentalmente vinculada a su papel en el oficio sacramental. Así, más que un producto de la tierra, el vino es considerado un regalo de Dios. La Iglesia Cristiana consagra el vino, que se identifica con la sangre de Cristo, y le asigna un papel destacado en el rito litúrgico.
En la Edad Media, la Iglesia multiplica la plantación de vides. En los monasterios, en particular, es la actividad agrícola predominante. De este modo, con la extensión del cristianismo, el consumo del vino se popularizó en toda Europa y se incorporó como elemento fundamental de la dieta alimenticia para la población. ¿El motivo? Su alto valor calórico. Además, el vino tenía el prestigio social más alto de todas las bebidas y también fue mirado como la opción más sana. Según la teoría de Galeno, debía ser considerado como un fluido "caliente y seco" (de aquí proviene el uso moderno de "vinos secos" al describir el sabor del vino que no es dulce). Las propiedades del vino eran muy diferentes de las asignadas al agua o incluso a la cerveza, que eran consideradas al mismo tiempo frías y húmedas. La calidad del vino se diferenció considerablemente según vendimia, tipo de uva y lo más importante, en el número de los prensados realizados a la uva. Las representaciones del vino en la Edad Media son, prácticamente todas, de signo religioso: encontramos el vino en cuadros colgados en iglesias pero también en casas nobles, en ilustraciones de libros y, por supuesto, en todas las obras basadas en la transmutación de la sangre de Cristo en vino.
Tras la Edad Media, en el siglo XV y con el impulso de las escuelas neoplatónicas, se empezará a rescatar del olvido la cultura clásica grecorromana. Y este rescate llevará aparejada la vuelta a la escena de Baco y Dionisos. La próxima semana veremos cómo se expresa el vino en el Renacimiento, el Barroco, el Siglo de Oro español, el impresionismo, el post-impresionismo o el cubismo. Con mucho arte.
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