¿Será porque su cuenta de resultados no sufre en toda su extensión al pagar entre todos lo que defraudan solo algunos?
El recibo de la luz tiene un enemigo oculto que nadie ve. No parece que solo en el mercado esté el rival que anima al precio a subir, inmisericorde con quienes menos capacidad económica acreditan aunque sufren el mismo frío que los demás.
Esto de computar los megavatios en razón del precio de la hora punta no deja de ser una manera de apuntar en el debe de todos lo que se consume a partes desiguales. Sería decisivo que el coste repercutiera sobre el consumo realmente efectuado, y no en el reparto de ese pirateo constante que hemos de pagar a partes iguales. En el fraude está gran parte del grave problema, puesto que sobre la indecencia e insolidaridad de los robawatios es donde recae el encarecido recibo con el que nos sisan a todos.
Los enganches ilegales están forzando de manera peligrosa la situación. A la inseguridad que provoca esa toma chapuza hecha con artesanales métodos y mano de obra inexperta, hay que añadir esa propensión a la excesiva tensión por consumo cierto, intenso, prolongado y elevado veinticuatro horas diarias, 365 días al año, para cultivar marihuana a oscuras, u otras lindezas productivas de más amplia enjundia.
En este mundo donde se nos controla tanto, salirse de la línea de la legalidad debería ser una quimera de primera, no tan sencilla. No es entendible el escaso celo de la compañía suministradora de la energía en Andalucía, para no disponer lo necesario, y evitar que los ilegales hagan del recibo de la luz un apagón sanitario con el que provocar gripes, fiebres y resfriados a quienes tienen la electricidad como único recurso para calentarse.
El 96% del fraude detectado en 2015 venía siendo realizado por empresas desleales, industrias que hacen de la energía un coste menor gracias al robo. Para su desfalco siguen contando con la falta de decisión de quienes han de vigilar el atraco. De acuerdo con los datos de Endesa, el fraude en 2015 ascendió a 3,5 TWh, equivalente al consumo eléctrico anual del área metropolitana de Sevilla. Un informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) publicado en 2015 estimaba la suma del fraude y las pérdidas de las redes en 5 TWh entre marzo de 2013 y marzo de 2014. Lo valoran en más de 150 millones de euros en un año.
Si las compañías no ponen más celo en controlar ese fraude ¿será porque su cuenta de resultados no sufre en toda su extensión esa pérdida al pagar entre todos lo que defraudan solo algunos? ¿Es posible que alguien busque remedio a ese abuso? Los que callan no tienen porqué pagar siempre, incluso cuando los esquilman en silencio. A ver si hacen ya algo. Y usted que lo lea.
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