-¿Qué es más ingrato: ser cura en una zona desfavorecida o defender los derechos de los andaluces?
-Es más satisfactorio defender los derechos. Lo otro se puede hacer de muchas maneras y a lo mejor lo que haces es una labor de propaganda o adoctrinamiento.
-¿Le sale caro al Defensor chinchar a los políticos?
-Está en el cargo. No sé si es verdad que el Defensor no tiene amigos. Guste o no, mi papel es la defensa del ciudadano. Si mi trabajo produce molestias o inconvenientes va en el papel de Defensor, que debe ser imparcial y tener una inmunidad. No sé si soy un buen Defensor y si soy suficientemente valiente. Cada día tengo que demostrar que lo soy, que la institución es creíble, y me reviso. A veces yo mismo, por mi cultura y educación, no soy tan radical como debiera.
-¿Le han dado algún toque?
-Directamente no me ha llamado nadie, no se atreven. No lo van a conseguir y si lo hacen están violando un derecho fundamental. Creo que, a veces, ha podido haber ganas de hacerlo, pero no lo han hecho. Indirectamente sí puede haber algún malestar.
-¿La maldad existe?
-Sí, y el ser humano es capaz de lo mejor y lo peor. Pero no creo haya seres buenos y seres malos. Decía un premio Nobel que el 54% de lo que puedas ser lo condiciona donde vives, quién eres y la familia. Unos lo tienen más fácil que otros, pero la maldad es intrínseca al ser humano. Y la bondad también.
-¿Su trabajo tiene muchas limitaciones diarias?
-Se siente la impotencia de ver que eres limitado, cuando hay una situación determinada y los responsables públicos no creen que estén al servicio de los ciudadanos y los tratan como si fueran cosas. Quiero precisar que nada puede ser desmerecido globalmente. A un técnico le pregunté qué le pedía al Defensor y me dijo "que no se parezca a la Administración". Pido a los responsables públicos que estén al servicio real de los ciudadanos, que son quienes les han puesto ahí. Hay una falta de atención, el ciudadano se siente perdido y la Administración se lo come. Los poderes públicos están obligados a remover todos los obstáculos.
-Hay cosas que suenan a quimeras imposibles.
-Nada es imposible. Las mejores utopías las viví yo en el Polígono Sur de Sevilla. Lo que tú sueñas es lo que después vivirás. Galeano decía que cuando te falla la utopía te preguntas para qué sirve y empiezas a dudar. ¿Por qué no sacas la conclusión de que te está enseñando el camino? Eso lo he vivido yo.
-Renta básica, ¿sí o no?
-Totalmente. Depende del nivel de ingresos de la comunidad pero es elemental y básico. Hay un suelo que es innegociable. Una persona no puede no tener techo, agua, luz y un ingreso mínimo para comer. La peor injusticia es ver que hay gente que no tiene esos derechos. Es lo básico de la condición humana. Hablo de una renta básica como un planteamiento nacional para que el Estado te devuelva lo que debe y luego la que complementa una comunidad.
-¿La desigualdad es sólo un asunto económico?
-Ya no es económica. Siempre ha habido desiguales, pero cuando es social es inhumana. No es propia de los seres humanos. No se puede soportar que haya gente que compre diamantes y moda carísima porque les sobra y que otros no tengan ni luz ni agua.
-¿Qué le parece la donación de Amancio Ortega?
-La respuesta tiene doble lectura. Cuando tenía 25 años en Cádiz una naviera me dio 7 millones de pesetas para el barrio del Cerro del Moro y me denunciaron al obispo por devolverlos. Era el salario de los trabajadores que estaban en huelga. Prefería que se lo dieran a ellos a que me lo dieran por caridad al barrio. El rico no entendía que aunque se podía hacer muchas obras de caridad en el barrio estaba descuidando los salarios de los empleados.
-¿Qué quiere decir?
-Que si cualquier persona no cumple sus obligaciones donde ejerce como empresario es mejor que no haga caridad. Cuando haya cumplido, que dé lo que le sobre. Pero que empiece a cumplir sus obligaciones donde es un acto de justicia y no de caridad. Por lo tanto, pongamos primero la justicia y luego la caridad.
-¿Cómo se le explica esto a un enfermo?
-Yo creo que hay que explicarlo bien. Parece que la acción buena justifica la procedencia del dinero. Pues mire usted, y quiero que se me entienda bien: la mafia y la droga tienen obras de caridad e incluso patrocinan iglesias. Y tienen también un elemento que elimina a cualquiera que se oponga a la mafia. Por esa razón parece que un acto bueno limpia un acto malo. Mucha gente ve la caridad y no ha viso la justicia.
-¿No tiene que haber donaciones para el cáncer?
-No hablamos de que no haya donaciones para el cáncer. Tienen que hacerlo los que tienen que hacerlo por obligación. Y, en segundo lugar, cuando usted ha cumplido sus obligaciones, haga el resto. El fin no justifica la otra acción. La caridad esconde las obligaciones de la justicia. Al final quedas bien y te ponen una medalla. Cuidado con la demagogia.
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