Fibromialgia, un reto constante
La fibromialgia es un síndrome que se describe como un trastorno de la modulación del dolor, que se caracteriza por dolor musculoesquelético difuso, crónico, rigidez matutina, sueño no reparador, cansancio y que se asocia con frecuencia a cefaleas, síndrome de cansancio crónico, colon irritable y trastornos emocionales entre otros. Afecta al 2% de la población adulta general, llegando al 4% cuando se valora solo a la población femenina entre los 20 y 40 años. Dificulta el desempeño de las actividades normales laborales o lúdicas, puede asociarse a síntomas de enfermedades funcionales, en ausencia de datos objetivos y de pruebas diagnósticas de laboratorio. Se manifiesta como dolor quemante, pulsátil, penetrante y hormigueante que se agrava con el frío, cansancio, estrés, sueño insuficiente, humedad y ansiedad.
Se cree que es un trastorno de los mecanismos de percepción del dolor, que condiciona una hiperalgesia (aumento del dolor) ante estímulos mecánicos. Posiblemente se encuentren implicados tanto el sistema nervioso periférico como el central. Es probable que los estímulos nociceptivos periféricos condicionen un estado de sensibilización central que mantenga la sensación dolorosa.
Se han descrito factores precipitantes como es el caso de enfermedades virales no filiadas. Se cree que el dolor muscular está relacionado con anormalidades del metabolismo energético del músculo. Se ha observado en los pacientes fibromiálgicos una disminución de los niveles de serotonina. Hay un trastorno en los mecanismos de adaptación al estrés, hay disfunciones en el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal, en el sistema nervioso vegetativo y en la cantidad y calidad del sueño.
El diagnóstico se establece por la aparición de las manifestaciones con pruebas complementarias, lo que determinan la ausencia de patologías que justifique la clínica que presentan.
Se debe realizar la valoración y tratamiento de alteraciones psicológicas asociadas, prescribir psicoterapia de apoyo, realizar cambios en la conducta, evitar sobrecarga mecánica, realizar ejercicio físico regular, valorar tratamientos locales, corrientes interferenciales, acupuntura, láser, frío y manipulaciones. El tratamiento farmacológico (antidepresivos, paracetamol y tramadol, entre otros) no es curativo, pero permite un alivio parcial de los síntomas. Es importante resaltar la ineficacia de algunos fármacos entre los que se encuentran los opioides mayores (derivados de la morfina).
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