TRIBUNA
Viajes de autor |
Quien más quien menos viene ya pensando con un ojo oblicuo en esto de qué hacer, a dónde viajar este verano. Los colegiales apuran sus tareas en los aularios. Día tras día, el calorín nos anuncia que pronto llegará la noche corta y albina de San Juan. Fogatas sobre la festiva negrura de las playas y llovizna de Perseidas en el estrellado cielo. Sí, el verano ya está aquí, con su parte de revuelta sentimental (el mar de antaño, el retorno a la infancia) y su parte de horterismo (la canción del verano, el desaseo del personal, bullicio playero).
En los medios abunda ahora la publicidad de las agencias del ramo. Habrá quien se sienta seducido por el pack completo de un gran viaje hacia remotos confines. Lee uno así los nombres de estos viajes en teoría inolvidables: Contrastes de Guatemala, Costa Rica Espectacular, Perú Esencial, Descubriendo Bali, etc. Deben resultar de lo más excitantes, sin duda. Pero seguro que hay a quienes les horroriza esta experiencia viajera entre lo exótico y lo borreguero. Mejor -dirá el escamado- dejarse seducir por otros paquetes más fiables (Calor Urbano Experience, Esencia polar del aire acondicionado, Gran ruta de veladores, etc.).
Sea como sea, este año el Planeta Turismo volverá a dar muestras de su brutal pujanza. La avalancha viajera superará este 2017 los 1.300 millones de turistas que se movieron por el ceñido mundo en 2016 (¡uno de cada seis seres humanos!). Dada la marea turística que todo lo atesta, hay quienes optan ya por el llamado viaje experiencial o viaje de autor. Desde hace un tiempo está de moda este nuevo concepto de turista misántropo. Existen incluso agencias especializadísimas que ofrecen experiencias selectivas. Todas ellas detestan el burdo viaje en plan democrático y optan por el sibaritismo y la exquisitez temática.
Al parecer, la agencia Pannei promueve viajes históricos a Alemania para conmemorar los 500 años de la Reforma de Lutero (es de suponer que estarán pensando ya en un buen paquete turístico para cuando toque celebrar la efeméride de la Contrarreforma). Otra variante es el viaje creativo, como el que promueve el periplo por la India de la mano de Virginia Abascal, diseñadora de Verdeagua (viaje al karma y espíritu influencer, por así decirlo). Por su parte, Fra Diavolo -de nombre impagable- se especializa en viajes relacionados con la ópera y el ballet. Pero hay más. Frente al gran zumbido colectivo y el olor a humanidad del turismo masa, nada como optar por el slow travelling, como el que oferta la agencia Azul Bereber, especializada en viajes a Marruecos en los que el tiempo parece invertir su ciclo a través del reloj de arena de los desiertos. Pero sin duda nada como el irresistible reclamo que promueve la agencia Mint 57º y su vocación por el turismo responsable. Sus paquetes viajeros vienen a ser como una elongación de un estilo de vida elegante. De ahí que no sepamos bien por cuál decidirnos ante tanta tentación sutil. Veamos: Bohemio: mochilero en libertad, Chic: aventurero con glamour, Explorador: aventurero organizado… ¿No es como para pensárselo y sentir el fluido chic allá donde el destino nos alcance? Apostamos, pues, este verano por cualquiera de estos destinos glamurosos, pero comprometidos (sobre todo a sabiendas de que 2017 es el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo).
Todo esto del viaje de autor podrá resultarnos una sofisticada pamplina. O no, allá cada cual. Pero lo que sí está claro es que el turismo desorbitado va camino de convertirse -se ha convertido ya- en un severo problema global. Todos hemos visto ya las pavorosas imágenes de los bestiales cruceros que atracan en las desvalidas calles líquidas de Venecia. Y de todos es sabido la alteración social que los pisos turísticos a mansalva están provocando en Barcelona o en Palma de Mallorca (aquí, en Palma, la muestra Ciudad de vacaciones aborda desde el arte el problema del turismo pestoso). Hay quien ya alerta de que Málaga, con sus interesantes pero múltiples museos y su memoria-ficción sobre Picasso, corre el riesgo de barcelonizarse. También aquí, en Málaga, está abierta ahora la exposición crítica Aquí murió Picasso, del artista Eugenio Merino. Como ya hiciera antes Rogelio López Cuenca en Ciudad Picasso, Merino satiriza la forma hiperbólica con que Málaga presume de los escasos once años en los que Pablito vivió bajo el sol natal de su ciudad (en la ruta picassiana se incluye el instituto Vicente Espinel, "sede del último examen" del artista).
Decía el historiador y viajero Heródoto que "tu estado de ánimo es tu destino". Si no nos convence ningún plan este verano, siempre nos quedará el consuelo de contemplar la puesta de sol en nuestro interior. A lo mejor hay agencias turísticas que ya lo promueven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario