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Ya ha pasado la etapa en la que se dudaba si la empresa tenía cabida en la lucha contra la pobreza. Hoy no se cuestiona que empresas y organizaciones sociales puedan trabajar juntas para acabar con esta gran lacra. De manera creciente, la sociedad espera y pide al sector empresarial que se implique, ponga en juego sus capacidades y recursos, y ejecute su negocio con actitudes sociales y medioambientalmente responsables. Un claro ejemplo de esta nueva visión son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Estos objetivos plantean que es posible lograr un mundo más sostenible y equitativo, con la implicación de la empresa en esta impostergable tarea.
Una forma que tienen las empresas de participar en la lucha contra la pobreza es promoviendo los llamados "negocios inclusivos". Se trata de actividades empresariales que apuestan por generar oportunidades para la población que vive en situación de vulnerabilidad o pobreza. Brindar acceso a agua, energía, salud, productos nutritivos a millones de personas que viven en la conocida como base de la pirámide; integrar la producción de pequeños productores; dar empleo a millones de jóvenes o mujeres en situación de vulnerabilidad, son algunos ejemplos. El objetivo es que estas comunidades vulnerables entren a formar parte de las cadenas de valor de las empresas ya sea como proveedores, distribuidores, clientes o trabajadores de forma equitativa. De esta forma se puede conseguir tanto un beneficio económico como social, generando el llamado "valor compartido".
Nos encontramos con muchas barreras a la hora de impulsar los negocios inclusivos. El desconocimiento de este tipo de negocios es una de las principales. Hay muchas empresas que todavía están muy alejadas de la realidad de esta población, por lo que les cuesta identificar qué podrían hacer. Por otro lado, se trata de iniciativas que están normalmente vinculadas con el negocio, por lo que requiere del trabajo conjunto de diversas áreas operativas, con RSC o Sostenibilidad, por lo que su coordinación es más compleja. Además son negocios que requieren de un tiempo de creación y maduración, con procesos de innovación, en los que hay que invertir recursos humanos y económicos, con un resultado que puede ser incierto. Para ello, trabajar en experiencias piloto, que van tomando forma y escala a medida son testadas, es lo más recomendable.
Para que los negocios inclusivos puedan consolidarse deben contar en primera instancia con el apoyo de la alta dirección de la empresa. De esta forma, se podrán garantizar más fácilmente los recursos y el talento necesarios para llevarlos a cabo. Los líderes que impulsan los negocios inclusivos suelen tener una visión de la economía más sostenible e incluyente y creen que pueden generar estrategias económicas que den cabida a las personas vulnerables, a través de su actividad empresarial. Pero deben trasladar al interior de la empresa esta visión, y lograr que se lleve a la práctica, superando prejuicios o visiones cortoplacistas.
El objetivo de los negocios inclusivos es incluir en la economía a población en situación de pobreza o vulnerable, por lo que pueden darse también en países desarrollados.
Los incentivos que impulsan a estos directivos o empresarios a invertir en este tipo de negocios pueden ser varios: la propia ampliación del mercado (contando como consumidores a la base de la pirámide), mejorar la licencia para operar en un contexto determinado, mejorar las capacidades de pequeños agricultores o productores que trabajan en su cadena de suministro, la oportunidad que pueden obtener al apalancar esfuerzos con organismos de cooperación que están fomentando este tipo de modelos, etc.
Muchas veces el concepto de negocios inclusivos se asocia a comunidades vulnerables que viven en países en vías de desarrollo. Pero, este concepto podría ser mucho más amplio. El objetivo de los negocios inclusivos es incluir en la economía a población en situación de pobreza o vulnerable, por lo que pueden darse también en países desarrollados. Las empresas pueden decidir integrar a colectivos vulnerables como proveedores, impulsar la contratación de jóvenes en situación de riesgo de exclusión, diseñar productos adaptados a las necesidades de una determinada población, etc. Las empresas sociales, cada día con más presencia en nuestras economías, son un ejemplo de que estos negocios son posibles.
En el caso de que las empresas decidan emprender negocios inclusivos, las organizaciones sociales pueden jugar un papel fundamental. Llevan muchos años trabajando con poblaciones vulnerables y esto hace que conozcan perfectamente tanto el contexto como su cultura, sus necesidades, sus hábitos, su forma de relacionarse, etc. Las alianzas en este sentido son fundamentales ya que el trabajo en negocios inclusivos requiere un conocimiento detallado de esos mercados, de las dinámicas de trabajo con población más vulnerable y la participación de las organizaciones sociales puede resultar fundamental para lograr el éxito.
Los negocios inclusivos son una herramienta con potencial para cambiar el mundo ya que, por un lado, supone un beneficio para la empresa y, por otro lado, incluye a las comunidades vulnerables en una economía que no deja a nadie atrás. Se trate de una oportunidad para aquellas empresas que de verdad se lo creen y apuesten por ello.
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